Cada vez hay más hogares sin agua potable en México: 28 millones de personas afectadas

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Según los Censos de Población y Vivienda del Inegi, en México pasamos de tener 3.3 millones de hogares sin acceso a agua potable en 2010 a 7.8 millones de hogares en 2020. En otras palabras, si en 2010 el 11.8% de los hogares en México no tenían agua potable, en 2020 el porcentaje creció al 22.4 % de hogares.

En cada hogar del país habitan en promedio entre tres y cuatro personas. Con esa cifra podemos estimar que si en 2010 había 12.9 millones de personas sin acceso a agua en sus hogares, en 2020 ese número ascendió a 28.3 millones de mexicanos.

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¿Qué está pasando en las comunidades con escasez? 

Para Luis Hernández, maestro en Administración y Políticas Públicas y especialista en participación ciudadana y gobernanza, esta crisis profundiza la desigualdad en el país y genera problemas comunitarios mucho más severos. 

“La caída en la cobertura de agua lleva a las familias a la precariedad, eleva los riesgos de enfermedades, higiene y, obviamente, aumenta los conflictos comunitarios”, nos dijo en entrevista.

Y es que únicamente Jalisco(0.33%)  y Nuevo León (1.73%) mejoraron en la cobertura de agua para sus habitantes, mientras que el resto de las entidades cayó. El caso más grave es el de Oaxaca que contaba con una cobertura de 40.62% hace 10 años, menos de la mitad de los hogares, y su cobertura cayó 28% para 2020.

Para Luis Hernández, no solo es un problema que la infraestructura pública no logre abastecer a todos los hogares (sobretodo a los nuevos hogares), sino que “no existen políticas públicas suficientemente agresivas o eficientes para disminuir la cantidad de agua que se dedica al servicio agropecuario y, por ende, escasea para el consumo humano”, agregó.

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Sector agrícola, el que más agua se lleva y el que más la tira

En México la distribución del uso de agua favorece al sector agrícola, que a su vez es el que más desperdicia. 

Según la Conagua, la agricultura utiliza aproximadamente el 75.7% del agua dulce del país, la industria y las hidroeléctricas cerca de 14%, mientras que el uso doméstico es de alrededor de 10%.

Una investigación de Hugo Maguey para la Universidad Nacional Autónoma de México, evidenció que hay graves problemas de infraestructura en cuanto al uso de agua para la agricultura. Según Maguey, 57% del agua destinada para uso agrícola se desperdicia por infraestructuras de riego ineficientes que se encuentran en mal estado, es obsoleta o tiene fugas. 

¿Por qué falta el agua?

La falta de agua es una mezcla de diferentes factores. Una de las principales razones y que cada año se agrava son las condiciones de cambio climático. Actualmente estamos viviendo la sequía más importante en los últimos 10 años, de acuerdo con la Conagua, lo que afecta principalmente a los estados del centro y norte de México.

Uno de los estados más afectados es Tamaulipas donde prácticamente ya no hay abasto de agua potable en varias ciudades del sur y se ha tenido que llevar desde Veracruz.

El gran crecimiento de viviendas sin agua también se explica por el crecimiento demográfico: 14 millones de personas más en estos diez años: otro gran reto para el gobierno. Y uno de los más importantes, porque el agua es un bien que si escasea cambia toda la dinámica de la comunidad. 

Además de que el desabasto generalmente abona a la desigualdad. Por ejemplo, en la periferia de las ciudades, donde la densidad de la población es mayor, la infraestructura hidráulica es menor, comentaba Luis Fernandez. 

“Tomemos el caso de Iztapalapa, ahí quien controla las pipas de agua [las cuales son concesionadas] crece en poder, capacidad de movilización y permite mantener una dinámica de abusos y desigualdad” agregó. 

Secuestro de una pipa en Iztapalapa, marzo 2019. Fuente: Facebook.

Consumo a la alza

Otro factor importante en el desabasto de agua, es el aumento sostenido en el consumo promedio. Al principio de la pandemia por la COVID-19, la Conagua informó a través de una conferencia de prensa que la estrategia #QuédateEnCasa, provocó que el consumo de agua en los hogares se incrementara entre un 20 y 30%. 

Blanca Jiménez, titular de la Comisión, informó que el consumo promedio por habitante es de 220 litros por día, por la demanda de lavado de manos, uso del baño, lavado de las compras de alimentos, entre otras acciones.

Y es que tener acceso a agua es también tener acceso a medidas de higiene y una mejor salud. Según los datos de la Conagua, la cobertura de agua entubada en la vivienda o predio es de 99.4%, sin embargo, contar con infraestructura no significa que se cuenta con el servicio.

Problemas en el suministro 

De acuerdo con datos del Inegi, lo que más varía en cuanto al acceso al agua es la calidad del servicio. De los hogares que tienen infraestructura para el acceso al agua, solo el 68% cuenta con servicio las 24 horas, un 25% recibe servicio de agua esporádicamente (desde cada tercer día hasta “de vez en cuando”) y el 7% restante no recibe agua en tubería, la tiene que conseguir en otros lugares.

Polioptro Martínez Austria, doctor en Ingeniería Hidráulica y profesor de la UDLAP, nos dijo que la provisión de los servicios de agua potable y saneamiento es responsabilidad de los municipios, quienes lo tendrían que brindar a través de “organismos operadores”. No obstante, no disponen de fondos para el mantenimiento, modernización, ni para aumentar la cobertura o la calidad del servicio.

“Éstos, típicamente, no cuentan con los recursos económicos suficientes para dar el mantenimiento adecuado de las redes, de tal modo que las pérdidas de agua en fugas en redes y obras de toma conducen a una eficiencia promedio de 55%”, comentó. Es decir que la falta de mantenimiento cuesta en promedio el 45% del abasto de agua.  

Para garantizar que todas las personas tengan acceso al agua en el país, es necesario seguir buscando nuevas fuentes de suministro y políticas públicas que las acompañen. El abastecimiento y acceso al agua se está convirtiendo en un lujo para los lugares con buena infraestructura hidráulica, que son principalmente las ciudades. Si no se trata el tema urgentemente, los problemas de acceso al agua potable provocarán problemas de salud y, como menciona Luis Fernández, de gobernabilidad.

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