Aislamiento esconde el maltrato infantil en tiempos del COVID-19

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“¡Te dije que no me interrumpas!”,  es uno de los gritos que salen por las ventanas de una unidad habitacional en la alcaldía Gustavo A. Madero, en la capital mexicana. Luego, se escucha un golpe seco seguido del llanto de un niño o niña que en segundos es acallado con un “y si sigues llorando te voy a pegar más fuerte para que llores de veras”.  México ha normalizado “el chanclazo” y con esto, la violencia contra niños, niñas y adolescentes. En tiempos del COVID-19, el panorama de violencia aumentó para la infancia.

El encierro para evitar más contagios, el estrés por cubrir con las horas de trabajo a distancia, la incertidumbre económica de los padres y madres como consecuencia de la pandemia, así como el cumplimiento de las tareas escolares en tiempos y horarios específicos no son una buena combinación. 

En Méxicola violencia contra niñas, niños y adolescentes ha incrementado desde marzo pasado, cuando empezó la cuarentena, aseguró Leonardo Mier, Oficial Nacional de Protección a la Infancia de Unicef, en entrevista con Cuestione.

En marzo de este año, la Línea Mujeres de Locatel de la Ciudad de México recibió 34 llamadas denunciando violencia física contra menores de edad, el doble de las registradas en marzo del 2019. Las llamadas que se hicieron a esa línea también solicitaban ayuda para atender casos de violencia psicológica, sexual, y descuido, en ese orden.

El Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública contabilizó más de 20 mil casos de violencia familiar en todo el país durante el mes de marzo, cuatro mil más que en marzo del año pasado. 

Sin embargo, no hay información desagregada que permita identificar cuántos niños y niñas han sido víctimas de violencia. “En la mayoría de los casos de violencia contra la infancia, el agresor es una persona cercana y, cuando ocurre en el hogar, la familia, que debería ser el entorno seguro para los menores de edad, se vuelve un entorno que los violenta”, explicó Mier.

“Cada vez que hablamos de violencia contra las mujeres dentro del hogar, tenemos que hablar de que también existe violencia contra sus hijos e hijas, además, en muchas ocasiones, la persona que agrede a las mujeres también violenta a niños, niñas y adolescentes”, puntualizó Leonardo Mier.

Cuando existe violencia de pareja, en automático, los menores en casa también son víctimas de esa violencia, por el solo hecho de presenciarla, dijo Mier basándose en datos del Comité de los Derechos del Niño, de la Organización de las Naciones Unidas.

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La normalización del “chanclazo”

En México, seis de cada 10 niños, niñas y adolescentes menores de 14 años ha enfrentado al menos una forma de disciplina violenta; sin embargo, a la hora de cuestionar a los padres y madres si consideran que esta estrategia educativa es adecuada para la crianza, solo 5% lo aprueba, según datos de la Encuesta de Niñas, Niños y Mujeres

Esto refleja que no siempre los padres y madres dicen la verdad en cuanto a la crianza de sus hijos, dijo el oficial de la infancia de la Unicef.

La violencia que se ejerce contra niños, niñas y adolescentes, ocurre de manera general dentro del hogar, y va desde los insultos, tratos humillantes y puede llegar hasta los golpes, nos explica por su parte Leonardo Mier. 

En México la violencia contra niñas, niños y adolescentes va en aumento y puede tener consecuencias funestas. Tan solo en 2018, cada día murió más de un menor de menos de 14 años por agresiones (467), según información del Instituto Nacional de Geografía y Estadística. 

El aislamiento social no mejora la situación para los menores de edad, porque las fuentes de denuncia para evidenciar maltrato infantil eran las escuelas, centros deportivos y otros espacios que permitían identificar la violencia en menores. Con el aislamiento ya no es posible ver lo que ocurre dentro de las casas, nos dijo en entrevista Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim).

“El confinamiento lleva a que haya menos ojos y personas comprometidas en la denuncia, además, incrementa la tensión que deriva en maltrato psicológico y físico”. Tampoco ayuda que el servicio que ofrecen las instituciones de protección a la niñez y de mujeres estén disminuidos, explicó Pérez.

México tiene un sistema de generación de información robusto que produce datos para medir casi todos los aspectos de la realidad del país; sin embargo, las dependencias que mandan esta información no están vinculadas entre sí y no existe una base de datos única  y actualizada que permita cuantificar la violencia que enfrentan los menores de edad y por lo tanto, tampoco hay esfuerzos gubernamentales para erradicarla, añadió el director de Redim.

El aislamiento social por el COVID-19 no tiene para cuando y, la realidad, es que mientras los niños y niñas no puedan salir de sus casas, están expuestos a mayores niveles de violencia sin que nadie les ayude a enfrentarlos.

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