COVID-19 podría endurecer violencia económica contra mujeres

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Tres de cada cuatro familias mexicanas están en riesgo de caer en situación de pobreza, como consecuencia de las medidas de confinamiento, según la Encuesta de Seguimiento de los Efectos del COVID-19 en el Bienestar de los Hogares Mexicanos (ENCOVID-19), de la Universidad Iberoamericana.

Pero el escenario luce aún más complicado para las mujeres. Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en abril de 2020 había  45.8% menos empleadas en el sector informal y 35.6% en el sector formal, respecto a los tres meses anteriores. 

Mientras, en el caso de los hombres, el empleo cayó 39.6% en el sector informal y 29.5% en el sector formal.

Esta situación, más el hecho de que el trabajo que hacen las mujeres en casa no es remunerado ni reconocido, las pone en un contexto vulnerable y propicio para sufrir violencia económica.

Como te mencionamos en Cuestione en el artículo “Cuando el dinero es un arma”, la violencia económica contra las mujeres pasa desapercibida porque no deja marcas en el cuerpo, sino heridas psicológicas severas ya que la pareja ejerce control a través del dinero.

En la ponencia Alternativas frente a la violencia económica contra las mujeres en México: un análisis del crédito como derecho, las autoras Denise Vélez y Monika Meireles explican que “la violencia económica agrava u ocasiona la dependencia financiera”.

“Esta dependencia es fundamental para entender por qué muchas víctimas de violencia doméstica deciden continuar en entornos violentos y no denunciarlos (…)” y comprometen sus “derechos económicos y humanos, así como la autonomía para decidir el rumbo de la propia vida”, según el documento.

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De acuerdo con el Inegi, esta realidad la han vivido dos de cada 10 mujeres que tienen o tuvieron al menos una relación en pareja y que podría agravarse después del COVID-19, según el estudio El impacto de COVID-19 sobre las mujeres, que publicó la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

“La pandemia está profundizando las desigualdades preexistentes, exponiendo vulnerabilidades en los sistemas sociales, políticos y económicos que a su vez amplifican los impactos de la pandemia”, se lee en el informe de la ONU.

Crisis más severa solo por el hecho de ser mujer

Para la ONU, uno de los peores estragos de COVID-19 es que los logros conseguidos en materia de combate a las violencias contra las mujeres de las últimas décadas, corren el riesgo no solo de detenerse sino de ser revertidos. 

En cuanto al aspecto económico de estas violencias, el documento señala que “la evidencia emergente sobre el impacto de COVID-19 sugiere que la vida económica y productiva de las mujeres se verá afectada de manera desproporcionada y diferente a la de los hombres”. 

Además, el informe recalca que en todo el mundo las mujeres ganan menos, tienen menos probabilidades de ahorrar y tienen más probabilidades de tener un trabajo inseguro y de ser empleadas en el sector informal, es decir, sin protección social.

“Su capacidad para absorber los choques económicos es, por lo tanto, menor que la de los hombres”, se lee en el informe de la ONU.

En cuanto a las cifras que revelan que las mujeres mueren menos que los hombres debido a COVID-19, el estudio señala que de todas maneras la salud de las mujeres se está viendo más afectada por la reasignación de recursos y prioridades.

¿Qué medidas se pueden plantear para combatir esta situación?

Ante el riesgo de que los avances en materia de equidad de género se reviertan después de COVID-19, la ONU sugiere poner a la mujer en el centro de las medidas para enfrentar la crisis económica.

Por ejemplo, asegurar la misma representación de las mujeres que los hombres en toda la planificación de las respuestas para mitigar la crisis económica tras COVID-19, así como en la toma de decisiones.

Esto permitirá tener enfoque de género en el diseño de paquetes de estímulo fiscal y programas de asistencia social para lograr una mayor igualdad, oportunidades y protección social.

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El informe también señala que los beneficios laborales como seguro de salud, licencia pagada por enfermedad y maternidad, y pensiones, deben ir más allá de los empleados del sector formal y ser accesibles para las mujeres en todas las esferas del trabajo. 

La ONU también recomienda poner efectivo en manos de las mujeres y, en caso de que ya existan programas, que se amplíen, además de implementar temporalmente bajos costos en facturas de electricidad para las consumidoras pobres.

Por otro lado, la ONU propone adaptar programas de protección social ya existentes pero que se centren en garantizar ingresos para sectores de la economía en donde las mujeres estén fuertemente representadas, como turismo, educación, comercio minorista, etcétera.

Otra medida planteada por el informe es reducir la carga fiscal de las empresas que son propiedad de mujeres, así como utilizar redes de mujeres de microfinanzas y grupos de ahorro para comunicar este tipo de beneficios fiscales.

“El apoyo financiero debe dirigirse a empresas y negocios liderados por mujeres en sectores feminizados con préstamos subsidiados y respaldados por el estado, aplazamientos de impuestos y exenciones y pagos de seguridad social”, indica el informe.

Además, de acuerdo con la ONU, se debe “integrar una evaluación de género en todas las evaluaciones de los países para comprender el impacto de COVID-19 en las mujeres y las niñas, incluido el impacto económico, y cómo abordarlo de manera efectiva”.

Era de reconstrucción

De acuerdo con el documento de la ONU, sería un error repetir políticas pasadas y no aprovechar este momento para reconstruir sociedades más igualitarias, inclusivas y resistentes. 

“Poner a las mujeres y las niñas en el centro de las economías impulsará mejores resultados de desarrollo y más sostenibles para todos, y respaldará una recuperación más rápida”, se lee en el informe.

Para la ONU, este es el momento de incluir a mujeres y organizaciones de mujeres en la respuesta de los países y convertir las desigualdades del trabajo no remunerado en una nueva economía de cuidados incluyentes que funcione para todos.

También, según la ONU, es el momento de diseñar planes socioeconómicos con un enfoque intencional en la vida y el futuro de mujeres y niñas. 

¿Se estará tomando en cuenta este material de la ONU en la respuesta de México ante la crisis económica y sanitaria?

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