Entre nervios y estrés, niñas y niños aprenden a cuidarse de la COVID-19

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De un día para otro la rutina cambió para las niñas y los niños. La emergencia sanitaria por la COVID-19 orilló a las autoridades a adelantar en marzo de 2020 las vacaciones de Semana Santa. Se manejó el término “cuarentena” (que se refiere a un encierro de 40 días), pero los pequeños ya llevan 11 meses en casa.

Las niñas y los niños entendieron pronto que los días de “descanso” no serían igual: no idas al cine; no salidas al parque; no “escapadas” a la playa… Hubo que alejarse de familiares, de los abuelos. 

“No socializar afecta el desarrollo de las niñas y los niños. Les puede generar estrés, ansiedad, miedo”, nos señala Alejandra Chávez Murguía, especialista en Psicoterapia Infantil y académica de la Ibero.  

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La pandemia en voces de las niñas y los niños

La organización humanista World Vision International recomienda “involucrar (a las niñas y los niños) en actividades participativas; lo que los capacita para hacer frente a las dificultades y mejorar la confianza en sí mismos”. 

Mateo sabe que el coronavirus “está matando a mucha gente”. A sus 13 años, le preocupan los adultos mayores por ser de la población más vulnerable. A él no le asusta el virus, pero “sí que se contagien mis abuelos… Yo no tengo tanto riesgo, los viejitos, sí”.

Sus papás lo tienen al tanto de la importancia de la vacuna contra la COVID-19. Está consciente que quedarse en casa, aunque “los meses sean aburridos”, no es un castigo y sí una medida que evita contagios. 

Cursa el primer grado de secundaria. Por las mañanas atiende sus clases en línea, pero lo que Mateo desea es regresar a la escuela. 

“Quiero ver a mis amigos y jugar futbol”. Sin embargo, ese posible regreso incluye seguir cuidándose: “usar cubrebocas, caretas; gel antibacterial; desinfectar bancas; tener sana distancia”. 

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De tristeza y deseos de un “abrazo entre primas”

A sus escasos siete años, Sofi sabe que la COVID-19 “es un virus muy contagioso. Me dice mi mami que hay que cuidarnos y usar cubrebocas”. Recomendaciones que también le han hecho sus maestros de música y de español. 

Nos comenta que se siente “triste”, porque “extraña mucho a sus amigos y maestras”, pero sobre todo “abrazar a mi prima porque somos las mejores amigas. Me dijo mi mamá que cuando le platicó que yo iba a nacer, ella dijo que yo iba a ser una ‘Ana Pirata’”. 

Las clases en línea han sido difíciles, “me distraigo mucho y en las tareas a veces me tardo tres o cuatro horas”, por lo que preferiría regresar a la escuela. Tiene en claro que deberá “usar cubrebocas, gel antibacterial y mantener distancia entre sus compañeros”. 

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El virus se propaga muy fácil

Aunque está con sus papás y sus hermanos, a Pedro se le “hicieron aburridos los primeros meses” de aislamiento. Ahora, ya puede salir al jardín y tiene clases de box. 

Pero “extraña sus entrenamientos en Pumitas; ir al cine; asistir a la escuela y ver a mis compañeros”. Le queda claro que no debe descuidarse ante un virus “que se propaga muy fácil”.

Sabe de la importancia de “evitar los lugares cerrados y ponerse el tapabocas” y respetar las medidas sanitarias recomendadas para protegerse él y a su familia.

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El estrés por el encierro

Joshua es el claro ejemplo que a los cinco años de edad, los niños son como una esponjita que absorben conocimientos. Sus padres son maestros de educación preescolar y le han enseñado que el coronavirus es muy peligroso, y todos tenemos que cuidarnos.

El “encierro” lo estresa. Se le inflamó el párpado y le salió un granito; por lo que Joshua acude periódicamente a consulta. Cada que sale: “llevo mi careta de Tiger, cubrebocas y toallitas para limpiarme mis manos. Cuando llego a casa con mi mami, me cambio y me baño”.

En su casa tiene un spray desinfectante, si alguien llega, los rocía y les da gel. “Para que no te dé el virus”.  

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Han enfermado muchas personas

Mikel tiene siete años. Nos cuenta que se ha sentido bien, pero cuando recuerda a sus primos, los extraña. “Desde que empezó la pandemia no podemos visitarlos; también extraño ir al parque y a las jugueterías”. 

Por ahora “no hay que salir de casa”, le señalan sus papás; y sus maestras le piden: obedecer y cuidarse. Sabe que la COVID-19 “ha enfermado a muchas personas”. 

Mikel toma clases en línea, pero, “preferiría regresar a la escuela, jugar con mis amigos en el recreo y subirme al robot que hay en el patio”. Comprende que será diferente ese retorno: con cubrebocas, gel y manteniendo la sana distancia.

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Como a muchos adolescentes, el encierro les ha provocado estrés, aburrimiento, depresión, angustia. Luisa cursa el tercer grado de secundaria. 

Nos menciona Luisa que su estancia en casa ha sido estresante, “porque en casa no tengo nada tan productivo que hacer y solo estoy en clases en las mañanas”.

Durante este aislamiento ha sentido nervios, pero gracias a la información que recibe por parte de su mamá y lo que ve en las noticias, la tranquiliza.

El riesgo de contagio por el virus SARS-CoV-2 es latente. Por eso hay que “prevenirnos; mi familia y yo nos cuidamos, aunque si llegara a presentar algún síntoma, lo primero es mantener la calma y seguir las recomendaciones”.

Especialistas recomiendan “acompañar” a los niños, niñas y adolescentes para cuando se reintegren a la normalidad. 

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