“¡Ayúdenme!”, “¡Ya no quiero volver!”, le dijo Lupita de 21 años a Virginia, su vecina en la colonia El Sol en Apodaca, Nuevo León. Era noviembre del año 2022 y la muchacha se había escapado de su vivienda porque otra vez su pareja la había golpeado. “Tenía el pelo cortado con un cuchillo y un dedo morado porque Joel, su pareja, se lo aplanó con unas pinzas y lo traía negro”, contó la vecina.
Las piernas de Lupita también daban cuenta de las huellas de la violencia; estaban llenas de los moretones que le hizo Joel con un tubo.
En Apodaca, los vecinos de Lupita conocían el infierno que ella vivía al lado de su pareja. Y lo conocía también el 911, el número de emergencia donde Virginia y los vecinos reportaron la violencia física y psicológica que abrumaba a Lupita. También lo supo la policía local, los ministeriales y la misma Fiscalía “porque lo habíamos denunciado” agrega la vecina en el video… Y no pasó nada.
También puedes leer: Una voz que no se calla: inspiración y esperanza para las mujeres víctimas de violencia
A la mamá de la víctima no le aceptaron la queja por violencia familiar contra su yerno en el Centro de Denuncia de Apodaca, añade Virginia, quien había acogido en su casa en varias oportunidades a Lupita.
De un día para el otro dejaron de verla. Ahora los gritos de auxilio estaban en una ficha de búsqueda de la Fiscalía de Apodaca con la descripción de sus señas particulares: “… 21 años, cabello negro corto, tatuaje en el brazo izquierdo con el nombre Sarahí escrito al infinito rodeado de tres aves”.
-¿Dónde está Lupita?- preguntó Virginia a Joel, su agresor recurrente.
-¿Dónde está Lupita?- preguntó otro vecino.
-¿Dónde está Lupita? ¿Dónde está Lupita? ¿Dónde está Lupita?- se preguntaron una y otra vez sus redes vecinales de apoyo.
—Se fue de la casa, respondía él.
A la par de la ausencia de Lupita, llegó Sandra, una nueva amiga de Joel que se instaló en su casa.
Los vecinos no dejaron de preguntar por Lupita y se organizaron para obtener un video de una cámara de seguridad en la calle Pedro Coronel número 307, donde ahora Joel vivía con Sandra.
En el video de vigilancia se observa a dos hombres saliendo de la casa de Lupita cargando una caja azul y los vecinos sospecharon lo peor. Decidieron hacer rondas por la casa, caminar cerca, mirar los movimientos del agresor.
El 6 de mayo pasado, los vecinos notaron que Joel intentó tirar un objeto por la parte trasera de la vivienda y fue rodeado por Virginia y una docena de vecinos que llamaron a la policía impidiendo que Joel se moviera de la vivienda hasta que llegaran las patrullas.
Al revisar la casa y sus inmediaciones, la policía encontró el cadáver de Lupita. Estaba envuelta en cobijas, bolsas de basura negra por encima, amarrada con redes: Joel la habría asesinado. En el video se aprecia el momento en que Sandra y Joel son arrestados por los agentes municipales mientras un par de vecinas gritan: “Mátenlos”.
Sin las redes vecinales de apoyo el agresor de Lupita no hubiera sido detenido, aunque el esfuerzo de Virginia y los demás vecinos no les alcanzó para tenerla con vida.
Te puede interesar: 8M: marchan para recordarle al Estado la gran deuda que tiene para detener la violencia contra las mujeres
Entre enero y marzo del 2023, diez mujeres fueron víctimas de feminicidio o tentativa de feminicidio en Apodaca, el municipio donde vivía Lupita. La Fiscalía contabilizó dos casos en enero, tres en febrero, dos en marzo y otros tres en abril. Hasta entonces Lupita no aparecía en la lista negra de mayo.
Una red frente a un psicópata narcisista
Maruchis es el seudónimo que utiliza una latina para confiarle a Cuestione que emigró a sus 17 años rumbo a Noruega, donde conoció a su marido, un psicópata narcisista maltratador.
El narcisista es un perfil de una persona que suele tener poca empatía por los demás y aunque por lo general se les asocia con criminales “no todos los criminales son psicópatas, ni todos los psicópatas infringen la ley”, explica Sandra Palacios para la ABC.
De hecho, la columnista advierte que vivimos rodeados de psicópatas y no lo sabemos.
Maruchis, por ejemplo, se enteró que su esposo encajaba con el perfil del narcisista veintidós años después de vivir con él. Cuando lo conoció, lejos de su tierra natal y sus redes de apoyo, le pareció un hombre encantador. Alto, de pelo gris, ojos azules, sonrisa de media luna y con un “sentido del humor que puede parecer pesado si no lo entiendes”, explica ella.
Pero cuando su prima Laura tuvo la oportunidad de visitarla en Noruega, su primer foco rojo se encendió porque el sujeto hacía chistes de mal gusto sobre el cuerpo de Maruchis, burlándose de su apariencia delante de todos y “haciendo comentarios y chistes que sólo lo hacían reír a él”, recuerda Laura.
Te puede interesar: Refugios para mujeres víctimas de violencia y casas para mujeres indígenas comienzan 2023 con pocos recursos
“La maltrataba diciéndole que era un perro bulldog, que era como una vaca”, recuerda la prima.
Al cabo de un par de años, Maruchis viajó a su tierra natal con su esposo noruego y allí salieron a la luz más banderas rojas. El hombre se enojaba porque Maruchis quería hablar con su familia, quería acapararla, tenía que estar siempre con él.
“En ese momento todas éramos muy jóvenes y creímos que no era algo para poner mucha atención, no teníamos experiencia en violencia familiar y aunque no nos gustó el trato que le daba, no pensamos que todo empeoraría”, reconoce Laura, quien además se enoja al recordar que, en esa época, ni siquiera existía la tecnología necesaria para estar cerca de su prima.
Y sí, todo empeoró.
Los chistes del marido de Maruchis subieron de tono al igual que su prepotencia. Decidió culpar a su esposa por todo lo que salía mal en la relación, la amenazaba seguido diciéndole que le iba a sacar cajas con su ropa a la puerta. Finalmente, él decidió terminar la relación de 22 años que tenía con Maruchis porque ella no quiso obedecer más.
“Yo aprendí a decirle las palabras que él quería oír”, reconoce Maruchis desde Noruega.
Hace un mes, Maruchis se dio cuenta que su esposo encajaba perfectamente con el perfil de un psicópata narcisista a través de un video que le envió una tía. La descripción de la patología “describe mis 22 años de vida con él y la de mis hijos”, acepta ella.
En cuanto el narcisista terminó su relación, viajó a Tailandia para encontrarse con una mujer que contactó por Internet y se lo contó a Maruchis para que supiera que se iba con otra `por su culpa´. El hombre se fue el primero de mayo y su “relación” con la tailandesa se acabó dos días después.
“Yo afortunadamente me he comprado un departamento y he tenido mucho apoyó de mi red de vecinos y compañeros del trabajo”, cuenta Maruchis. El 30 de este mes dará, ella dará el paso más importante de su vida: dejará de vivir en el lugar donde estuvo con su pareja narcisista por dos décadas para mudarse a su propio espacio. Ahora sabe que sola no se hubiera reconocido como víctima de un psicópata y desde lejos le agradece a la red familiar que le quitó la venda, esa que le impedía ver.
¡Amiga, date cuenta!
Laura, prima de Maruchis, dice que lo más difícil de una red de apoyo es entender que una víctima de violencia al principio parece no ver “y es como un niño pequeño que camina por la calle y uno tiene que acompañarlo porque no mide el peligro”.
Quizás quieras leer: ¿Qué significa que el 25% de los municipios en el país tengan Alerta de Violencia de Género?
“Para nosotras como red de apoyo es muy evidente que hay abuso, que esa no es la manera en que nadie debiera ser tratada, que así no es el amor, pero por lo general la víctima no lo ve, defiende al agresor, actúa pasivamente, pospone decisiones”, como lo hizo su prima Maruchis durante 22 años.
“No nos han preparado para acompañar a las amigas que viven atrapadas en una relación tóxica sino que nos dicen constantemente que no nos metamos en relaciones ajenas pero sí, hay que meternos para salvarnos”, reflexiona Laura. Lo más complicado para Laura como parte de la red de apoyo de Maruchis fue decirle que su pareja era un psicópata narcisista porque sabía que podía perderla para siempre.
El acompañamiento necesario
Cuestione entrevistó a Carmen Milena Jaimes Salazar, coordinadora de preconsulta de Cruces X rosas, una asociación civil que acompaña a las víctimas de violencia familiar con un equipo especializado.
La asociación promueve los derechos de las mujeres en Latinoamérica desnormalizando violencias. Hacen parte de la cuarta ola feminista “esa donde podemos denunciar, compartir y apoyarnos a través de espacios digitales con el único objetivo de que el mundo sea un mejor lugar para cada niña y mujer”, se lee en su página web.
La psicóloga Milena Jaime sabe la importancia de las redes de apoyo para que una amiga salga de una relación tóxica y se reconozca como víctima de violencia familiar. Con conocimiento de causa, la terapeuta dice que lo primero que hay que hacer como red de apoyo es enviarle a las amigas publicaciones como estas que tocan el tema para que las amigas se reconozcan en ella y digan “esto me está pasando a mí”.
Después, hay que quitarle la culpa a la víctima, recalca la psicóloga. Si en algún momento tu amiga te confiesa lo que está viviendo nunca hay que criticarla, juzgarla y evitar frases comunes como por ejemplo “¡Como es de bruta!”, “Yo siempre lo vi”, “¿Cómo no te sales de ahí?” porque esas expresiones en lugar de acercar a tu amiga hacen que se alejen y piensen “pues mejor me callo, soy una estúpida y la causante de esto”.
Otra manera de apoyar a tus amigas mal relacionadas es reforzando los mensajes positivos con frases como “No es tu culpa”, “Has hecho lo que puedes con lo que tienes”.
También puede leer: “No fue mi culpa”: la miniserie que hace visible la violencia de género
Milena Jaimes recomienda también no obligar a ninguna de tus amigas a nada que no quieran hacer porque son ellas las que tienen que pedir ayuda y reconocer que están en un círculo de violencia. Eso sí, “hay que persuadirlas para que ellas mismas se acerquen a los lugares de apoyo correctos, como Cruces X Rosas”, sugiere la psicóloga.
Por otro lado, está la importancia de la confidencialidad. Es importante que las amigas que están dentro de una relación violenta sepan que a través de la organización nadie se va enterar de sus historias; ni sus hijos, ni su mamá, ni en sus trabajos, porque los expedientes son cerrados.
También vale la pena que las redes de apoyo tengan a la mano los contactos más cercanos de su amiga para saber a quién le hablan y qué hacer para auxiliarla en caso de emergencias de violencia extrema e incluso hacer un plan de emergencia por si la pareja la golpea, la hiere, la insulta.
Finalmente, Milena Jaimes subraya algo elemental para las amigas víctimas de relaciones tóxicas: ¡Créele! “porque una víctima de violencia agradece que lo hagas y no la juzgues”.
500 mujeres de América Latina han confiado en Cruces X Rosas para iniciar un procedimiento en salud mental por violencia familiar; más de 50,000 son aliadas de su comunidad y una red de 150 voluntarias se apoyan y sostienen sororamente todos los días.
Virginia y sus vecinos desde Apodaca, Nuevo León, hicieron hasta donde pudieron por salvarle la vida a Lupita, su vecina, deteniendo a su feminicida. Desde Noruega, Oslo, Maruchis se salva así misma gracias a su red de apoyo familiar que le permitió ver a su marido frente al espejo de un psicópata narcisista.
Y si necesitas acompañar a una amiga atrapada en una relación tóxica, no te vayas, resiste, sigue presente mientras ella toma la decisión de irse, de pedir ayuda, de reconocerse como víctima, de divorciarse. Es hora de cambiar las cruces del firmamento por rosas en el camino.
Página Web Cruces X Rosas : https://www.crucesxrosas.org/
IG: crucesxrosas
Test para conocer si tu pareja es un psicópata narcisista basado en Robert D. Hare, doctor en psicología e investigador de renombre en el campo de la psicología criminal.
