No está desaparecida, está resguardada, dijo Cuitláhuac García sobre Viridiana Moreno; seis días después, dicen que está muerta

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“Ya lo atendí. No está desaparecida, está resguardada”, respondió el gobernador de Veracruz, Cuitláhuac García, cuando el 19 de mayo un reportero le preguntó sobre una joven desaparecida en Cardel, una ciudad a 40 kilómetros al norte de la capital de ese estado un día antes.

Sin embargo, ese mismo día por la noche, la oficina de Comunicación Social del estado dijo que la búsqueda continuaba y acusó a los medios de comunicación de transgiversar las declaraciones del gobernador. 

El 21 de mayo, los restos de una mujer fueron hallados en una cisterna al lado de algunas cosas que pertenecían a Viridiana Moreno, cerca del lugar donde se le vio por última vez.

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Tres días después, el 24 de mayo, los padres de Viridiana fueron citados para reconocer los restos de una mujer que supuestamente pertenecen a su hija.

Sin embargo, la familia decidió no reconocer el cadáver y pidió un nuevo dictamen. 

Crisis de desapariciones se agrava por irresponsabilidad de autoridades

Hace una semana, la crisis de desapariciones que vive el país estalló cuando el número de personas no localizadas rebasó las 100,000. 

Como te contamos en esta nota, el origen de esta crisis puede rastrearse a los años setenta, cuando el Estado enfrentó la oposición política, los movimientos sociales y a la guerrilla a través del aparato de seguridad nacional, -el Ejército y la Dirección Federal de Seguridad y las distintas policías-, nos dijo la especialista en historia de América Latina, Adela Cedillo.

Cedillo nos contó cómo en ese enfrentamiento contra la oposición, el Estado creó un circuito para espiar, perseguir, torturar y desaparecer a miembros de movimientos sociales y guerrillas, sin ningún juicio de por medio y sin explicación para sus familias. 

La crisis se agravó con la guerra contra el narcotráfico que inició a finales de la administración de Vicente Fox y principios de la de Calderón en 2006, cuando las organizaciones criminales empezaron a desaparecer personas para esclavizarlas.

Según Cedillo, primero secuestraban a personas para usarlas como “mano de obra especializada de profesionistas, por ejemplo químicos o ingenieros”.

Después, también empezaron a desaparecer personas en situación de pobreza, migrantes o desempleados que fueron y todavía son utilizados para trabajar en los campos de amapola, en laboratorios clandestinos, para transportar drogas o realizar otro tipo de actividades y después son asesinados.

Una tercera ola de desaparición forzada comenzó a ocurrir en los años noventa en Ciudad Juárez y ahora sucede en todo el país, donde las mujeres son víctimas de redes trasnacionales de criminalidad que trafican con ellas o bien de violentadores que actúan por cuenta propia gracias a los altos niveles de impunidad que se viven en nuestro país.

Y esta última crisis se agrava con declaraciones como la de Cuitláhuac García.

También con las de la fiscalía de Nuevo León de hace algunas semanas donde dijeron, sin pruebas, que la principal línea de investigación sobre la muerte de Yolanda Martínez era el suicidio.

Por todo lo anterior, la irresponsabilidad del gobernador de Veracruz al declarar sobre un caso abierto obliga a calificar lo que dijo no solo como grotesco sino como falso.

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