No es un secreto la selectividad del presidente Andrés Manuel López Obrador para llevar a cabo algunas actividades diplomáticas y tampoco que tiene cierta afinidad con algunos de los mandatarios más criticados por los regímenes de sus países, como el caso de Venezuela y Cuba, señalados como dictadores por la comunidad internacional.
El presidente se ha resistido desde el inicio de su sexenio a participar en foros internacionales y bajo la lógica de que la política interna es la mejor política externa, fue el ex canciller Marcelo Ebrard quien representó a México en casi cualquier evento en el mundo al que el país fuera convocado y ahora, es la canciller Alicia Bárcena.
Sin embargo, el 22 de octubre de 2023 el presidente fue anfitrión del Encuentro por una Vecindad Fraterna y con Bienestar, un foro al que asistieron el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, el de Cuba, Miguel Díaz-Canel; de Colombia asistió el presidente Gustavo Petro; la presidenta de Honduras, Xiomara Castro y el primer ministro de Haití, Ariel Henry.
El evento se realizó en las ruinas arqueológicas de Palenque en Chiapas. También asistieron el vicepresidente de El Salvador, Félix Ulloa, representantes y funcionarios de Panamá, Guatemala, Belice y Costa Rica.
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El resultado de la reunión de estas naciones fue un listado de 13 acuerdos sobre acciones con las que se comprometen para combatir las raíces de un problema que comparte la región desde hace muchos años: la migración.
Sin embargo, Estados Unidos, uno de los principales involucrados en la problemática, no fue considerado, sino que fue un esfuerzo de coordinarse entre países latinoamericanos, especialmente con los que López Obrador se lleva bien.
López Obrador y sus amigos de la izquierda
Arlene Ramírez Uresti, doctora en relaciones Internacionales y catedrática de la Universidad Iberoamericana, nos explicó que la política exterior para el presidente López Obrador no es una prioridad y esto se ve reflejado en la baja intensidad no solo de él, sino de México y sus representantes en organismos internacionales.
“Al presidente López Obrador, desde el inicio de su mandato, le ha favorecido en su imagen regional hacer esa sinergia con los países de la llamada izquierda progresista de América Latina con los que tiene coincidencias de pensamiento e ideológicas”, nos dijo la especialista.
Ramírez Uresti consideró que es una realidad el distanciamiento con Estados Unidos y con otros países occidentales donde tradicionalmente teníamos una relación de cooperación muy cercana y que la Cumbre de Palenque es un intento de cumplir con uno de los acuerdos aceptados por López Obrador en términos de migración.
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“Desde el inicio de su sexenio, todavía cuando era presidente Donald Trump, se acordó que México, por tener el estatus de ‘tercer país seguro’, nos obliga a ‘tocar base’ con los países expulsores de migrantes y a hacer mecanismos de cooperación. La verdad es que es un foro poco representativo para la política exterior de México y para la dinámica de la migración, incluso regional”, puntualizó la entrevistada.
De hecho, la cumbre no tuvo ni siquiera resonancia en los medios de comunicación que apenas la abordaron. La reunión principal, donde los y la mandataria realizaron sus intervenciones, fue privada y aunque se publicó después la grabación del evento en el sitio web del presidente, no hizo ningún tipo de ruido.
Hubo algunos aspectos interesantes como la presencia de Haití, el país más pobre de América Latina que tiene un problema migratorio grave en el que México está involucrado, pues muchos de esos migrantes ya tienen hijos en nuestro país, nos explicó Ramírez Uresti.
También destacó que la ausencia de Nayib Bukele, presidente de El Salvador, reafirma la tensión con López Obrador por la postura que nuestro presidente ha sostenido sobre ciertas medidas drásticas que el mandatario ha tomado en su país, como la mega cárcel para 40,000 reos con los que ha controlado la delincuencia, pero que ha sido señalada por numerosas violaciones de los derechos humanos de los presos.
Los acuerdos
La canciller Alicia Bárcena, en conferencia de prensa posterior a la reunión de más de dos horas donde los mandatarios y representantes expusieron los principales problemas que azotan a la región y que agravan el tema de la migración, compartió los 13 acuerdos que firmaron las naciones presentes.
Algunos de los acuerdos a los que llegaron fue elaborar un Plan de Acción para el Desarrollo basado en los objetivos prioritarios y entendiendo las realidades de cada país para atender las causas estructurales de la migración. En este punto, México se comprometió a poner a disposición de los países que se reunieron asistencia técnica a través de los programas Sembrando Vida y Jóvenes Construyendo el Futuro.
Además de la cooperación en materia de petróleo, gas, electricidad, energías renovables y la plataforma de armonización regulatoria de cara a la creación de una agencia de medicamentos de América Latina y el Caribe.
Otro de los acuerdos es fomentar el comercio intrarregional de bienes y servicios de subsistencia básica; instar a que se levanten las medidas coercitivas unilaterales impuestas a países de la región, tema del que hablaron ampliamente los presidentes Nicolás Maduro de Venezuela y Miguel Díaz-Canel de Cuba.
También acordaron exhortar a que los países de origen, de tránsito y destino implementen políticas migratorias integrales que respeten el derecho humano a migrar; llamar a que los países de destino adopten políticas y prácticas migratorias acordes con la realidad actual de la región; y apoyar cada país, conforme sus capacidades a la República de Haití para restablecer un entorno de seguridad humana, entre otros.
La canciller Alicia Bárcena afirmó que los acuerdos se tomaron estando conscientes las naciones, primero de que “las principales causas estructurales de la migración son de origen político, económico, social y los efectos del cambio climático. Segundo, factores externos como las medidas coercitivas unilaterales de naturaleza indiscriminada afectan negativamente a poblaciones enteras, en mayor medida a las personas y comunidades más vulnerables.
Y tercero de que “enfrentar conjuntamente la realidad migratoria bajo en enfoque de derechos humanos priorizando en todo momento el bienestar de nuestros pueblos requiere de responsabilidad compartida y cooperación para lograr resultados a partir de abordar las causas estructurales y los flujos migratorios los cuales deben ser gestionados conjuntamente entre los paìses de origen, tránsito, destino y retorno”.
Sin embargo, en consideración de la internacionalista Arlene Ramírez Uresti, para que estos acuerdos sean vinculantes, tendría que conformarse un fideicomiso o un fondo, algo tangible, en el que los países se comprometan a aportar.
“La realidad es que hoy ninguno de ellos está recibiendo la ayuda que tradicionalmente se recibía por parte de los Estados Unidos y eso hace que los acuerdos se queden en retórica. Otra cosa muy importante es que tampoco pueden ser vinculantes porque el tema de la soberanía y las políticas internas, ninguno de los países que están ahí podrían aceptar un acuerdo sin que estuviera avalado por sus congresos”, acusó la especialista.
Así que, de momento, la cumbre y los acuerdos celebrados en Palenque no tienen ningún efecto inmediato más que mostrar buena voluntad e intenciones de cooperación entre quienes asistieron, cosa que le viene muy bien al gobierno de México en tiempos donde la contienda electoral para renovar la presidencia en 2024 avanza velozmente.
No deja de ser una lástima que un tema tan sensible que empeora a gran velocidad, como es la migración irregular, sea tratado de manera pragmática y superficial en uno de los pocos esfuerzos que se han hecho en México para convocar a otros países para buscar soluciones. ¿Llegará el momento en que las charlas se conviertan en acciones?