Caso Daniel Ortega: apoyo de México tiene un impacto político local

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El pasado 11 de enero el gobierno mexicano envió un representante a la toma de posesión del polémico presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, un hombre que proviene de la izquierda y que está acusado de querer perpetuarse en el poder con elecciones fraudulentas y violaciones a los derechos humanos de sus opositores.

Para el politólogo Rodrigo Salazar Elena este hecho no daña la imagen del país en la comunidad internacional, ya que es claro que se mantiene neutral ante gobiernos autoritarios bajo la premisa de respetar la autodeterminación de los pueblos, aunque en este caso “el único que se autodetermina es Daniel Ortega”.

Sin embargo, según el especialista, el impacto de esta decisión tendrá repercusiones más profundas en el ámbito local, sobre todo en lo que tiene que ver con la sucesión presidencial, ya que deja mal parado al secretario de Relaciones Exteriores Marcelo Ebrard.

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¿Qué mensaje lanza México?

El origen político de Daniel Ortega se encuentra en la lucha armada, dentro del Frente Sandinista de Liberación Nacional que logró derrocar al dictador nicaragüense Anastasio Somoza en 1979.

Ortega gobernó Nicaragua entre 1985 y 1990. Luego de perder las elecciones de 1990, 1996 y 2001, volvió al poder en 2007.

Se reeligió en 2012 bajo la consigna de luchar por una Nicaragua “cristiana, socialista y solidaria” y en 2017 volvió a ganar las elecciones presidenciales después de reformar la Constitución para eliminar el límite de reelección de mandatos sucesivos. 

Antes de las recientes elecciones de noviembre de 2021 que ganó bajo acusaciones de fraude, su gobierno detuvo a una docena de opositores por presuntamente actos atentar contra la “soberanía nacional”.

Erika Guevara Rosas, directora para las Américas de Amnistía Internacional, aseguró en un comunicado que “durante casi tres años, el gobierno de Daniel Ortega ha mostrado una y otra vez que está dispuesto a cualquier cosa para evitar que los derechos humanos sean una realidad en Nicaragua” y que “la comunidad internacional debe dar pasos contundentes para detener la pesadilla en la que vive la población”.

Mientras que, en términos del bienestar de la población, la pobreza extrema sigue en aumento en Nicaragua, de acuerdo con estudios del Banco Mundial.

El director de Human Rights Watch para América Latina, José Miguel Vivanco, se pregunta por qué el presidente López Obrador respalda un gobierno como el de Nicaragua.

Para el politólogo Rodrigo Salazar Elena la señal que dio México al mandar a un representante a validar una nueva toma de posesión del presidente Daniel Ortega es familiar para la comunidad internacional: México no le da la espalda a regímenes antidemocráticos de izquierda.

“En términos de reacción internacional frente a la creciente brutalidad de la dictadura de Ortega, las señales están muy claras. Hay una reacción bastante unánime (de desaprobación), salvo de los sospechosos comunes (incluido México)”, dijo el experto.

Sin embargo, esto no significa que México vaya a rescatar a Daniel Ortega, quien es “un presidente muy aislado en el mundo, con muy pocos apoyos y muchas sanciones, cada vez más apretado aunque dispuesto a seguir con su proyecto ya monárquico”.

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Mensaje hacia el interior

Para el experto lo que hubiera transformado la imagen de México es que no se hubiera mandado a nadie a la toma de posesión de Ortega, como pareció ser durante algunas horas en el día previo.

La Secretaría de Relaciones Exteriores anunció, “de manera un poco velada en Twitter” que México no enviaría a nadie a la cita en Nicaragua, pero un día después López Obrador rectificó y dijo que no quería ser imprudente.

“Ese habría sido el cambio. Durante 12 horas cambió la imagen de México. Pero López Obrador, en un aspaviento, tuvo un impulso y devolvió la situación a lo que es la política exterior normal de su gobierno”.

En este sentido, Salazar Elena considera que ahí sí existió una señal contundente: que Marcelo Ebrard no es la persona que a él le gustaría que lo sucediera, y eso tiene repercusiones porque para el experto López Obrador inclinará la balanza en la decisión de Morena sobre quién será su candidato o candidata a la presidencia de 2024.

“Es una mala señal para Marcelo Ebrard. Ignoro hasta qué punto. Me parecería raro que Ebrard haya tomado la decisión de no mandar representante mexicano sin haberlo consultado antes con el presidente”, dijo Salazar Elenta, y explicó que López Obrador sí sabía o no le interesó, pero después no le importó contradecir a la dependencia que dirige Ebrard.

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La autodeterminación de los pueblos

Para Rodrigo Salazar Elena el actual gobierno federal escuda su respaldo a regímenes antidemocráticos de izquierda bajo la falsa premisa de permitir y respetar la autodeterminación de los pueblos. Es decir que la población de cada país elija sus circunstancias sin la intervención de ningún país extranjero.

Sin embargo, el especialista opina que López Obrador tiene mucho interés en enfatizar esta neutralidad para dar la apariencia de ser un país que no le rinde cuentas a Estados Unidos, “aunque al menos en términos migratorios la Guardia Nacional es básicamente la Border Patrol operando al sur del Río Bravo”.

Por otro lado, Salazar Elena explica que el discurso de la autodeterminación de los pueblos se originó en el país durante el gobierno de Venustiano Carranza porque “tenía a Estados Unidos dispuesto a invadir México. Era un constante peligro, en una época de una abierta intromisión de países extranjeros en asuntos de México”.

Esta tradición diplomática tuvo sentido en la segunda mitad del siglo XX cuando los países de Asia y África se independizaron, ya que era lógico pedir que se respetara la voluntad popular de no seguir siendo colonizados por franceses o ingleses.

Ahora es distinto, “claramente, cuando una persona –en este caso Daniel Ortega– se hace en el poder arrestando a la oposición, reprimiendo la crítica y las manifestaciones a sangre y fuego, para nada podemos decir que hay autodeterminación del pueblo nicaragüense”, dijo Salazar Elena.

Y concluyó que “hoy esa autodeterminación se da con los derechos democráticos de participación: el libre voto, la libre manifestación, la libertad de prensa, la libertad de expresión, que están totalmente suprimidas. El único auto determinado aquí es Ortega”.

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