Unidad de Morena en riesgo si se revive el dedazo presidencial en 2024

Compartir:

En la era priista del siglo pasado, el presidente de México elegía casi directamente a su sucesor a través de un mecanismo muy sofisticado llamado dedazo, y hay algunas razones para pensar que López Obrador quiere revivir esta vieja costumbre. 

Hace unos días mencionó a un grupo de personas que podrían sucederlo, lo cual era la primera etapa del viejo dedazo. El mandatario en turno sugería (él mismo o a través de algún funcionario, líder del PRI o medio de comunicación cercano) una lista de suspirantes para que los miembros de su partido y el electorado en general supiera quiénes eran las personas aprobadas por el mismísimo presidente para continuar con el proyecto de país.  

¿Esto quiere decir que se está cocinando una nueva era del dedazo presidencial? Y si sí, ¿está mal que reviva? ¿Quiere decir que ya podemos adivinar quién será el o la próxima presidenta de México?

Más sobre el tema: La clase política mexicana, atada al pasado y sin intención de renovarse 

¿Qué fue el dedazo presidencial?

Para saber si está de vuelta, primero hay que saber qué fue el dedazo y cómo funcionaba. 

De acuerdo con el historiador Lorenzo Meyer el dedazo era “una lucha sorda y sórdida entre los miembros del círculo presidencial por ganar la voluntad del poseedor del gran dedo”, o sea el jefe del Ejecutivo.

“En la lógica de los contendientes, lo único importante es la voluntad del presidente, pues los supuestos electores –militantes del partido de Estado primero y ciudadanos después– son meros objetos, no sujetos, de la política”, escribió Meyer en Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano.

El politólogo José Antonio Crespo ubicó el origen de este mecanismo desde mucho antes del PRI, ya que una vez instalado en el poder en 1858, Benito Juárez “inauguró lo que hoy conocemos como autodedazo hasta su muerte”.

Según Crespo, Porfirio Díaz aplicó el mismo sistema, incluso puso a su compadre Manuel González para reformar la Constitución, volver a la presidencia y reelegirse.

Una vez que acabó la Revolución Mexicana, Álvaro Obregón puso a Plutarco Elías Calles en 1924 para que reformara la Constitución y pudiera volver al poder en 1928, pero fue asesinado antes de tomar protesta. Calles creó el PNR en 1929, el cual se convertiría en el PRI en 1946.

“Calles no pudo reelegirse pero instauró un eficaz Maximato, nombrando por dedazo a sus marionetas, Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y Lázaro Cárdenas. Solo que éste último se le volteó y lo expulsó del país”, escribió Crespo. 

Así se inauguró la cultura del dedazo para el resto del siglo XX, misma que describió Carlos Monsiváis en su ensayo La era del PRI y sus deudos, que publicó en agosto de 2000, luego de la derrota del viejo régimen y el triunfo de Vicente Fox del PAN.

“Ya para 1958 el término dedazo se acepta con tranquilidad. Alguien, el presidente de la República, nombra al sucesor y nadie, sensatamente, puede o debe discrepar”, escribió Monsiváis.

Y agregó que a lo largo de cada sexenio, el presidente “mira a su alrededor y calcula quién le será fiel o quién, en el caso de traicionarlo, le será menos dañino”.

Además, Monsiváis menciona en ese ensayo otros dos términos esenciales para comprender la cultura del dedazo: el tapado y la cargada.

El tapado es el fantasma de la presidencia por venir, el espectro que ha de materializarse en poder absoluto, y por eso los chistes sobre el tapado festejan también la inexistencia de la ciudadanía”, señaló el escritor.

En cuanto a la cargada, se refiere a toda la clase política que apoya al candidato designado por el presidente sin ningún cuestionamiento, pues es la nueva fuente del poder absoluto y todas y todos están en manos de sus decisiones, “la fiebre del oportunismo”.

Te recomendamos: Avances en igualdad de género se retrasaron una década por COVID-19

El regreso del dedazo presidencial

El pasado 6 de julio el presidente López Obrador nombró como sus posibles relevos a los que aparecen en las encuestas, la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum y Marcelo Ebrard, secretario de Relaciones Exteriores.

Pero también mencionó a Juan Ramón de la Fuente, embajador de México en la ONU; Tatiana Clouthier, secretaria de Economía; Esteban Moctezuma, embajador de México en EU, y Rocío Nahle, titular de la Secretaría de Energía. El senador morenista Ricardo Monreal se autodestapó después.

El periodista Carlos Ramírez escribió que López Obrador mostró que “el mecanismo de sucesión presidencial del 2024 será el mismo del viejo PRI, aunque con circunstancias, escenarios y contextos que no son los que tuvo a su favor el PRI en sus años de gloria”.

En esto último está de acuerdo el doctor en Ciencia Política Jorge Márquez, quien en entrevista para Cuestione nos dijo que “hace mucho que ya no se construyen así las candidaturas, sino con mucho dinero, como la del mismo López Obrador”.

Para el experto, “el presidente sabe que no es un asunto de dedazo y que todos vayan corriendo a apoyar a fulano. Cuesta trabajo, cuesta dinero, cuesta relaciones públicas,  posicionamiento y manejo de la agenda”. 

Sin embargo, “no dudo que el presidente quiera intentar el dedazo”, dijo el experto, ya que muchas de sus decisiones parecen ser del siglo pasado y quizá piensa que el capital político que construyó durante 18 años será suficiente para convencer a Morena y a sus seguidores.

El problema con esto, de acuerdo con Márquez, es que es un proceso antidemocrático, “porque en principio se supone que los ciudadanos y militantes del partido tienen voluntad propia y el voto corporativo es terrible porque se hace más por miedo que por una ponderación de proyectos o de personas“.  

Tal vez te interese: Los errores de los sexenios anteriores que sigue arrastrando el país

Morena en peligro

Márquez nos explicó que aunque la relación del actual gobierno federal con el partido oficial se parece a la que existía en la vieja hegemonía priista, son otros tiempos y otras circunstancias y, si el presidente realmente quiere revivir el dedazo, va a fracturar a Morena

El 13 de julio, el líder del partido oficial, Mario Delgado, salió a decir que su candidato a la presidencia se elegirá por encuesta, con “piso parejo”, para que sea el pueblo quien decida.

Al respecto, Jorge Márquez opinó que eso no garantiza un proceso democrático, ya que las encuestas de Morena fueron muy cuestionadas en las pasadas elecciones, además de que también podrían remover a Delgado el próximo año.

Sin embargo, si se destituye a Delgado o se opta por otro mecanismo de selección, el partido oficial corre riesgo de fractura, sobre todo si se impone a Claudia Sheinbaum, ya que tanto Marcelo Ebrard como Ricardo Monreal podrían ser candidatos de otros partidos.

Y esto pone en riesgo el triunfo de Morena en 2024, “porque se iría el ala moderada y solo quedaría el ala radical. López Obrador sabe que no le alcanza. Así perdió a la clase media y a la Ciudad de México”.

Además, para Márquez, ya se demostró en las elecciones de 2021 que no puede asegurar el triunfo de cualquier candidato solo porque se tiene el control de los programas sociales.

Otro factor es que Morena no tiene la misma disciplina partidista que tuvo el PRI en el siglo XX, ya que incluso algunos de los líderes del actual partido oficial llegan a apoyar al bloque de oposición con tal de defender sus intereses.

Por otro lado, Márquez también recuerda que muchos dedazos en el pasado fueron por descarte. Es decir, el presidente en turno se iba decepcionando de sus prospectos y al final se quedaba con el menos peor.

“Si el presidente ya eligió a Sheinbaum, todavía podría decidirse por alguien más si la riega o si pierde la Ciudad de México en la revocación de mandato en 2022”.

Para leer después: El “nacionalismo” de Banxico impide avanzar al Bitcoin en el país

El tapado

Los tiempos y las circunstancias son otras, pero quizá haya pistas de lo que realmente está pasando en Palacio Nacional si revisamos otras anécdotas de la historia de la sucesión presidencial.

En su ensayo El tapado: sistema de engaños y mentiras, el ex secretario de Gobierno de Carlos Salinas de Gortari, Jorge Carpizo, explicó que el presidente “engañaba al pueblo y a los posibles ‘tapados’; no enseñaba su ‘juego’ porque perdería poder al saberse con anticipación quién lo iba a sustituir”.

Además, tener una o un tapado era “una forma de control total que tenía hacia los principales secretarios de Estado; impedía que fuerzas políticas y sociales pudieran intentar vulnerar la imagen del seleccionado, o de los dos o máximo tres que realmente tenían alguna posibilidad”.

Por lo tanto, el presidente “mandaba mensajes secretos y contradictorios para confundir a los políticos y a la opinión pública”.

¿Claudia Sheinbaum superará los golpes y las pruebas que le esperan? ¿Habrá alguien más que aún está tapado, y que el presidente no quiere exponer a los trancazos?

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.