El director del CIDE y la directora del Conacyt se niegan a dialogar con la comunidad académica

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El Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) está pasando por una crisis institucional, académica y estudiantil. 

La situación ha ido en picada desde este pasado agosto con la designación de José Antonio Romero Telleache como director interino y las decisiones arbitrarias que ha tomado a partir de entonces. 

Entre sus acciones, ha destituido parte del personal académico sin fundamentos válidos. Ni él ni María Elena Álvarez-Buylla, directora del Conacyt, han tenido la voluntad de participar en un diálogo abierto y justo. 

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A todo esto, ¿qué es el CIDE?

En el papel, es un centro de investigación y de educación superior enfocado en las ciencias sociales que está bajo la tutela del Conacyt. En este centro se concentra una población de alrededor de 400 alumnos y poco más de 100 profesores-investigadores.

Sin embargo, es más que solo eso. Es una institución académica que, a pesar de los ataques que ha recibido, se ha edificado con estándares internacionales y prueba de ello es el apoyo amplio que ha recibido por parte de la comunidad académica internacional a partir de que inició el conflicto con las autoridades. 

¿Por qué importa el CIDE?

Como aquí lo escribe Mauricio Dussauge, profesor investigador de la institución, si cae el CIDE caen mucho más cosas con él. La investigación que se hace ahí se ha vuelto una referencia obligatoria para otras instituciones académicas y para organizaciones civiles que intentan promover el bienestar y mejoras sociales en el país. 

Además, las publicaciones del CIDE y quienes egresan de ahí han contribuido a informar las decisiones gubernamentales y a impulsar el debate político sobre los problemas más importantes de México. 

En otras palabras, es un espacio que se destaca por el compromiso social. Si lo golpean, se pone en riesgo todo lo anterior y se deja un precedente de que funcionarios públicos puedan tomar decisiones que lo perjudiquen

“Si se ataca al CIDE, se atenta contra profesores, estudiantes, personal administrativo y contra la esperanza de que muchas personas más tengan acceso a una educación pública de calidad y de la propia libertad de expresión”, nos dijo Ximena Millán, estudiante de séptimo semestre de la licenciatura de Ciencia Política y Relaciones Internacionales del CIDE. 

Recuento de los daños

En agosto, el anterior director del CIDE, Sergio López-Ayllón renunció como presidente del CIDE por un tema de dinero: no encontró la forma de obtener recursos de Hacienda para los proyectos de la institución. En Conacyt, no le hicieron caso cuando intentó resolver tal problema.

A ello, se le suman ahora más conflictos. Como aquí lo contamos, Romero Telleache destituyó, sin fundamentos, a Alejandro Madrazo Lajous como director de la Sede Región Centro del CIDE  y a la Dra. Catherine Andrews como Secretaria Académica del campus Santa Fe.

Madrazo fue destituido por “falta de confianza” luego de un video donde habla de la necesidad de mejores condiciones laborales. En el caso de Andrews fue por defender las reglas del Estatuto del Personal Académico (EPA). 

Como en este tuit lo explica la Dra. Andrews, Romero quería posponer las Comisiones Académicas Dictaminadoras (Cadi’s), juntas académicas en las que se define la promoción y permanencia de los investigadores. Esto no estaba dentro de sus capacidades como presidente interino. Las comisiones se empezaron a llevar a cabo el 16 de noviembre, la fecha programada. Romero fue el único que no se presentó. Por “un acto de rebeldía”, destituyó a Andrews.

Ximena Millán nos expresó que “las acciones que se han tomado demuestran un desprecio por el CIDE. Han destituido a personas clave para el funcionamiento de la institución y eso atenta contra la estabilidad”.

Por todo ello, el 19 de noviembre hubo una protesta estudiantil afuera del Conacyt. El mensaje era claro, la comunidad CIDE no quiere a Romero y está preocupada por cómo se están llevando los procesos dentro de la institución. 

El 28 de noviembre, Romero se presentó a trabajar con guardias armados y listos para desenfundar sus armas, poniendo en un posible riesgo a toda personas que estuviera en las instalaciones del CIDE.

Ese mismo día, salió un comunicado de Conacyt expresando que la elección del nuevo director se llevaría a cabo el lunes 29 de noviembre. En ese mismo documento, se lee que hay una preocupación sobre la influencia de voces externas en el CIDE y que, también, hay grupos de interés.

El 29 de noviembre, la Directora del Conacyt, María Elena Álvarez-Buylla impuso a Romero Telleache como director definitivo. Al hacer eso, violó las reglas porque quien tiene la última palabra de la elección es el Consejo General del CIDE. El nombramiento del Doctor Romero no es válido. 

Ese mismo día, los, las y les alumnes del CIDE empezaron un paro en las instalaciones. Es decir, no hay ningún grupo de interés, se trata de estudiantes que defienden la institución y de profesores y ex alumnos apoyándolos. 

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El 30 de noviembre Oscar Arturo García y Rodrigo Aliphat, servidores públicos, fueron enviados por Romero al campamento de exalumnos y profesores que está en la entrada del CIDE y tomaron fotos de la comunidad académica sin su consentimiento. 

El sábado 4 de diciembre hubo una marcha sobre Avenida Insurgentes. Fueron personas de la comunidad CIDE, familiares, personas que no están de acuerdo con lo que está pasando y otras comunidades universitarias. Como muestra de solidaridad y apoyo, se presentaron estudiantes de la UNAM, ITAM, la Ibero, la UdG y el IPN, entre otras. 

“Se nos ha tachado de dañar nuestra escuela, cuando el mayor interés está en protegerla de amenazas externas”, nos contó Ximena. “Aunque empezó como algo solo del CIDE, esto ya se trata de mucho más. Se han unido más personas a esta lucha para defender la educación pública de calidad y la justicia”. 

Enfrente de las oficinas del Conacyt se leyó el pliego petitorio de la Asamblea Estudiantil. Entre las exigencias están que no haya represalias, el reconocimiento formal de la Asamblea, un diálogo horizontal con Álvarez-Buylla y la destitución de Romero como presidente del CIDE.

El 7 de diciembre, Romero citó a la comunidad estudiantil —con dos horas de anticipación— a una junta por zoom, junto con él y Álvarez-Buylla. Aceptaron que no habría represalias contra estudiantes por ejercer su derecho a protestar y que habría un segundo diálogo de manera horizontal el 9 de diciembre para evaluar las demandas estudiantiles.

Ahora, según este comunicado de la comunidad estudiantil, se pospuso la mesa de diálogo del 9 de diciembre porque Conacyt exigía una serie de condiciones que implicaban un diálogo injusto. ¿Por qué? Las autoridades de Conacyt no tomaron en cuenta las exigencias textuales sobre las no represalias contra los estudiantes.

El diálogo se pospuso para el 10 de diciembre. Este comunicado de Conacyt establece que la comunidad estudiantil no acordó dónde y cuándo se iba a restablecer la mesa de diálogo, lo cual no es cierto, pues se citó a Álvarez-Buylla afuera de las oficinas del Conacyt. Estuvieron hasta las cuatro de la tarde, alumnos y profesores, pero ella no se presentó. 

No hay una voluntad por tener una conversación horizontal y razonada. Romero pretende dirigir una institución que ha mostrado repudio por él y María Elena Álvarez-Buylla, quien tiene el poder de solucionar esta situación, está decidiendo simplemente faltar a su palabra.

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