México sigue sin evaluar los daños de la pandemia por COVID-19 en la educación

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Es 2023 y seguimos sin una evaluación oficial a nivel nacional sobre los estragos de la pandemia por la COVID-19 en la educación de las niñas, niños, adolescentes y jóvenes.

Mucho peor, resulta que los cambios que se han dado dentro de los planes de estudio de la Secretaría de Educación Pública (SEP) no vienen acompañados de supervisión o herramientas técnicas para que las y los docentes puedan implementarlos de manera eficiente.

Un análisis de la organización defensora de la educación Mexicanos Primero publicado en enero de este año -que nos fue compartido- indica que el Sistema Educativo Nacional sigue siendo excluyente, inequitativo e ineficiente, en el que niñas, niños y jóvenes no logran los aprendizajes fundamentales para desenvolverse en la vida cotidiana.

Y ni hablar de la falta de condiciones que tuvo el programa federal Aprendamos en Casa para atender a las y los estudiantes indígenas o a quienes tienen alguna discapacidad que durante el confinamiento tuvieron que tomar las clases a distancia.

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Laura Ramírez, directora de Activación de Mexicanos Primero, nos dijo que de acuerdo al estudio que la organización realizó, en México de cada 100 niños y niñas que entran a 1° de primaria, 92 continúan a secundaria, 83 comienzan bachillerato y solo 40 ingresan a nivel superior.

El estudio de Mexicanos Primero resalta también que cerca de la mitad de los estudiantes en México se encuentra en el nivel más bajo en ciencias y lectura y más de la mitad en matemáticas.

“Lo que vemos diferente en México -y en otros países- es el nivel de respuesta que tenemos ante lo que hemos llamado la crisis re-educativa (…) Estamos apenas en el proceso de poderlo medir y saber cuál fue el impacto real en las niñas, niños y jóvenes, qué tanto echaron para atrás su aprendizaje, sobre todo en matemáticas y en comprensión de lectura. El problema es que en México ni siquiera lo estamos midiendo”, nos dijo Laura Ramírez.

La especialista nos explicó que tampoco hay datos públicos sobre el abandono escolar que se ocasionó a raíz de la pandemia y destacó que en el análisis que realizó la organización han estimado que quedaron fuera de la educación formal alrededor de 1,300,000 niños y niñas de educación básica en 2020.

“Lo más grave es que tampoco tenemos una política pública de lo que llamamos búsqueda y reconexión. Es decir, no hay un plan o un lineamiento que venga desde las autoridades para que las escuelas sepan cómo afrontar y buscar a esos chicos y chicas que quedaron fuera del sistema educativo”, nos dijo Ramírez.

Incluso, muchos directores y directoras escolares reportan que ellos mismos van a tocar las puertas de las familias para ofrecerles posibilidades de acompañamiento y facilidades para que las y los estudiantes vuelvan a las aulas, explicó la experta

Estudiantes indígenas y con discapacidad fueron aún más afectados

El confinamiento por la COVID-19 afectó a toda la comunidad estudiantil, pero quienes pertenecen a comunidades indígenas o tienen alguna condición de discapacidad sufrieron una desatención aún más grave, acusó Laura Ramírez.

“Esto quiere decir que las brechas que ya teníamos se hicieron más fuertes, porque no hubo una estrategia de inclusión para estas niñas y niños que de por sí ya estaban enfrentando exclusiones antes de la pandemia”, nos dijo la entrevistada.

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De acuerdo con el estudio de Mexicanos Primero, fueron solo el 2.4% de los programas de Aprende en Casa que se transmitieron por televisión y 804 programas por radio los que se realizaron en lenguas indígenas; también fueron solo 775 programas los que contaron con intérpretes de Lengua de Señas Mexicana de los 10,257 que se transmitieron en total, detalló la especialista.

El problema real de la falta de atención al rezago en el aprendizaje y sobre todo del abandono escolar que estamos arrastrando es que de manera inminente llevará a los estudiantes a conseguir peores trabajos cuando inicien su vida laboral, nos dijo Laura Ramirez, directora de Activación de la organización Mexicanos Primero.

Esto significa que las opciones de las niñas se pueden inclinar a trabajos de cuidado infantil, geriátrico o a trabajo doméstico -remunerados o no- y, en ambos sexos, corren el riesgo de caer en situaciones de abuso, violencia e incluso ser captados por redes del crimen organizado.

Nos estamos jugando la competitividad de la fuerza laboral del país

Fernanda Domínguez, coordinadora de Educación del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO) -centro de investigación en política pública- destacó que la falta de evaluación sobre el estado en el que se encuentra la educación de las y los estudiantes pone en riesgo la formación y la capacitación de los líderes del futuro y se está jugando la capacidad de la fuerza laboral del país.

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La educación no solamente abarca los conocimientos que las y los estudiantes adquieren en materias básicas y obligatorias, sino que la misma crisis educativa a causa de la pandemia por la COVID- 19 le enseñó al mundo que la educación socioemocional es fundamental para que las y los estudiantes puedan ser competitivos en el ámbito laboral nacional e internacional.

IMCO publicó un análisis en el que acusa que la transformación educativa que impulsa la actual administración federal podría implicar un retroceso para la educación socioemocional, pues “carece de elementos para atender el efecto socioemocional que la pandemia ocasionó, como el estrés, la ansiedad y la depresión en los alumnos, que obstaculizaron el desarrollo de aprendizajes cognitivos y aumentaron la deserción escolar”.

“Necesitamos también educar a las niñas, niños y jóvenes en estas nuevas habilidades que está demandando cada vez más el mercado laboral: la capacidad de autorregular las emociones, de trabajar en equipo, de ser un líder. Capacidades que se vuelven fundamentales y que tampoco tenemos claro cómo se van a materializar estos aprendizajes en las aulas”, nos dijo Fernanda Domínguez.

La especialista detalló que aunque existe la Estrategia nacional para promover trayectorias educativas continuas, completas y de excelencia en el plan educativo nacional -que sí considera la atención socioemocional de los estudiantes- no será hasta finales de 2023 que el marco de referencia quede listo. “Para entonces, la implementación del nuevo plan de estudios para educación básica ya habrá arrancado”.

De nuevo, en lo respecta a la educación de las nuevas generaciones, vamos tarde. Con el agravante de que no solo tenemos la urgencia de elevarnos al nivel de países que nos aventajan por mucho, sino que no hemos podido atender los efectos en tiempo real que nos dejó la crisis educativa por la pandemia que, evidentemente, el regreso a clases presenciales no va a solucionar por sí solo.

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