“México es la dictadura perfecta”, dijo el escritor peruano Mario Vargas Llosa en 1990, “tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible”.
Vargas Llosa se refería al Partido Revolucionario Institucional (PRI), que al momento de esa entrevista llevaba 60 años al frente del gobierno de México bajo un sistema presidencialista en el que el jefe del poder Ejecutivo controlaba todo.
“El gran problema del presidencialismo mexicano es la falta casi absoluta, en la realidad, de controles, y el desequilibrio colosal que se da entre los poderes”, escribió el abogado Jorge Carpizo en 1999, en las vísperas del final de esa etapa del PRI.
Y Jorge Carpizo sabía de lo que escribía, ya que fue miembro del gabinete en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, como presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), procurador general y secretario de Gobernación.
Esto viene a cuento porque, en pleno 2020, el gobierno actual ha intentado atropellar la separación y el respeto entre los poderes de la Unión, al menos según la magistrada Paulina Villegas Sánchez Cordero, quien es hija de la actual secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero.
Entonces, ¿realmente fue una dictadura perfecta la del PRI en el siglo XX? ¿Sigue viva esa idea de régimen gracias al gobierno actual? ¿Podría revivir?
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La dictadura perfecta del PRI
Según el politólogo Javier Santiago Castillo, la época autoritaria del PRI de los años 60 y 70, fue parte del proceso de la Revolución Mexicana, pues los líderes revolucionarios de aquel entonces dejaron las armas y se unieron al Partido Nacional Revolucionario (PNR) de Plutarco Elías Calles.
En ese partido cupieron todo tipo de sectores del país, aglutinados para buscar el gobierno pero de manera política, y ya no armada. En 1946 ese organismo cambió de nombre a Partido Revolucionario Institucional (PRI).
Esto trajo como consecuencia el presidencialismo mexicano, en el cual el presidente no podía reelegirse, pero tenía el control del partido y de los otros dos poderes. Lo que en opinión de Mario Vargas Llosa era una dictadura perfecta.
De acuerdo con el doctor en Ciencia Política de la UNAM, Jorge Márquez, “el México de los años 40, 50, cabía en el PRI”, la realidad del país “se negociaba y se procesaba dentro, no había división de poderes ni órganos autónomos ni contrapesos de otros partidos ni de contrapesos de gobiernos locales”. Es decir, se hacía lo que decía el presidente.
Sin embargo, Márquez no comparte que se haya vivido una dictadura durante esos años, ya que no había un régimen militar con toque de queda y golpes de estado, los presidentes terminaban su periodo y, aunque hubo excesos, el orden constitucional se respetaba.
“Tampoco era una democracia. Era una democracia imperfecta porque no existía competencia electoral real y no había una autonomía del todo de los otros poderes”, dijo Márquez.
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El fin de la dictadura perfecta
Para Jorge Márquez, ese sistema donde el presidente daba órdenes a los otros dos poderes, pudo ocurrir porque México era más simple y los problemas del campo y los trabajadores se podían procesar en el PRI.
“Lo que empezó a pasar en los 60 y 70, es que México se empezó a complejizar mucho. Todas las expresiones, todos los grupos, todos los intereses ya no cabían en un solo partido”, dijo Márquez.
Ese nuevo México se debió a líderes sociales, según el experto, pero también se debió al boom demográfico que se dio en los 70, al crecimiento de las urbes, la complejización y globalización de la economía.
El especialista opina que ese sistema presidencialista se fue desmantelando lentamente, hasta que comenzó a acelerarse con la autonomización de organismos en los años 90, como el Banco de México en 1994, y el Poder Judicial en 1996.
Y se terminó en las elecciones de 1997, cuando el PRI perdió la mayoría en la Cámara de Diputados por primera vez en su historia, y la compartió con el Partido Acción Nacional (PAN) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD).
Entonces, el gobierno de Ernesto Zedillo perdió el control del Poder Legislativo y también del Poder Judicial, surgieron organismos autónomos y uno de ellos organizaba las elecciones, además los partidos de oposición comenzaron a ganar gobiernos locales.
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¿La dictadura perfecta cambió de nombre?
El 14 de septiembre de 2020, la magistrada Paulina Villegas Sánchez Cordero declaró que se opone a darle más facultades a la Secretaría de Gobernación, de la cual es titular su madre Olga Sánchez Cordero.
Esto de acuerdo con la columna de filtraciones Templo Mayor, del diario Reforma, donde también se revela que Villegas advirtió que el Poder Ejecutivo se quiere entrometer en las facultades del Poder Judicial y levantó “la bandera roja para llamar la atención sobre este nuevo intento de atropello a la separación y respeto entre los poderes de la unión”.
Jorge Márquez opina que no estamos en riesgo de volver al presidencialismo del PRI, “es mucho peor, porque no volveríamos al pasado”, sino a un nuevo escenario más complejo.
“No es reproducible el México de Ruiz Cortines. Meter a México en un solo partido y sin equilibrio de poderes, generaría una conmoción social, política y económica brutal”.
Sí hay señales de que el presidente López Obrador está intentando quitar autonomía a los poderes, de acuerdo con Jorge Márquez, porque más que una transformación tienen en mente una restauración del sistema presidencialista.
“No está escrito nada, pero si se intenta imponer el viejo sistema va a tener un costo muy elevado. La sociedad no es la misma. México no cabe en Morena. Pueden intentarlo y puede suceder, pero tendría un enorme costo”, concluyó el experto.
¿Veremos nuevas señales de intentar restituir la “dictadura perfecta” del siglo pasado?
