En CDMX: Cada vez hay más pacientes con COVID-19 que se tratan en casa

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Solo uno de cada 10 confirmados se interna

A poco más de un mes de que el semáforo de la Ciudad de México (CDMX) transitara a color naranja (de alto riesgo de contagio de COVID-19), el porcentaje de ocupación hospitalaria prácticamente está estancado en 50%.

Parece una buena noticia, considerando que hace dos meses siete de cada 10 camas hospitalarias estaban ocupadas, según cifras oficiales.

Sin embargo, cada vez son más los pacientes confirmados con COVID-19 que se están tratando desde casa, lo que podría estar contribuyendo a la reducción de hospitalizaciones.

Al inicio de la pandemia por COVID-19 era muy variado el porcentaje de pacientes que se internaban en la CDMX por la nueva enfermedad. Entre marzo y abril llegaron a hospitalizarse entre el 40% y el 50% de los pacientes confirmados con COVID-19. Pero en los últimos 15 días esa cifra llegó, en promedio, a 12%.

Eso significa que nueve de cada 10 pacientes confirmados con COVID-19 son ambulatorios, es decir, que se están tratando en sus casas.

Las razones son variadas: el personal médico diagnostica mejor quiénes son las personas que requieren internarse, los hospitales no reciben a los pacientes a menos de que lleguen con un cuadro crítico o hasta porque la gente tiene miedo de atenderse en los hospitales, nos dijo una de las jefas de piso del Hospital General de Zona número 8 del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS). 

En la siguiente gráfica se observa (en color morado) cómo poco a poco ha ido aumentando el porcentaje de pacientes ambulatorios en la CDMX:

Actualmente, los pacientes que llegan al Hospital General número 8 son internados si tienen fiebre, saturación de oxígeno en la sangre menor a 80%, tos y una placa radiográfica con signos de COVID-19, aseveró la jefa de piso, quien declaró que sí han disminuido el número de pacientes internados en las últimas semanas

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Por otra parte, el Dr. José Padua, neumólogo en un hospital privado de la Ciudad de México, declaró a Cuestione que “al inicio de la pandemia los pacientes (sin complicaciones) eran dados de alta en aproximadamente 10 días. Ahora los damos de alta en tres o cuatro días”.

Sin embargo, Padua reconoció que las llamadas de los familiares que tienen un enfermo potencial de COVID-19 en casa no han parado. “A veces se ponen muy graves, no llegan (al hospital) y se mueren ahí (en casa)”.

Miedo a los hospitales

Marina, quien reside en la CDMX, se enfermó de COVID-19 y ni siquiera pensó en atenderse en un hospital público, a pesar de estar afiliada al Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), y al IMSS por parte de su esposo.

Ella prefirió acudir con una doctora del sector privado porque “yo sólo escuchaba: si te internas, te mueres. Así pasaba con la gente que conocía que se había enfermado”, mencionó en entrevista con Cuestione.

La hija de Marina también se contagió del SARS-COV-2 y también tenía miedo de ir porque “nada más te meten y ya no sales”, fue lo que su mamá le dijo cuando analizaron las opciones que tenían para atenderse.

Marina fue la primera de la familia que presentó los síntomas de COVID-19, aunque ella refiere que realmente no tuvo síntomas comunes (fiebre, tos seca, cansancio, dolor de garganta, dificultad para respirar): “como que mi cuerpo no era normal, me dieron retortijones fuertes en el estómago, diarrea y sentía que mis ojos se me cruzaban y me lloraban mucho”. 

Falsos negativos

A pesar de que la radiografía de los pulmones de Marina mostraba signos de COVID-19, la prueba salió negativa. Aún así, la doctora la trató como paciente con SARS-COV-2 porque la placa radiográfica decía lo contrario.

Marina no entró en las estadísticas oficiales de casos con COVID-19, lo mismo que su hija y su esposo, quienes también presentaron síntomas de tener el virus y, posteriormente, una radiografía que confirmó la presencia del virus en sus pulmones, por lo que prefirieron no gastar en las pruebas.

Hace casi mes y medio que Marina se enfermó y aún no se siente “al cien”. Terminó con un tratamiento de cinco días, luego continuó con algunos medicamentos por 14 días y acaba de terminar con otras medicinas que le recetaron por 30 días. Pero ahora se está tratando de herpes, enfermedad que le dio después de haber tenido COVID-19.

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Las cifras se quedan cortas

Las cifras oficiales de la evolución de la pandemia en la Ciudad de México se han puesto en duda en varias ocasiones. Sobre todo después de que la prensa mexicana y extranjera revelaron que las muertes por COVID-19 de la capital podrían ser mucho más altas que las registradas por las autoridades sanitarias. 

De hecho, una investigación de la organización Quinto Elemento Lab reveló que, en los primeros dos meses de la pandemia, las muertes extrahospitalarias por COVID-19 en la capital eran tres veces más que las cifras oficiales, de acuerdo al registro de llamadas realizadas al 911.

Así que uno de los indicadores que permitió que restaurantes, comercios o centros deportivos reiniciaran operaciones en la Ciudad de México, después de tres meses de confinamiento, podría estar sesgado, no solo por las razones expuestas por el personal médico y los pacientes consultados por Cuestione, sino porque incluso los datos oficiales así lo confirman:

En la siguiente gráfica se ve cómo el número de pacientes confirmados con COVID-19 sí ha ido disminuyendo (en color rojo). Pero también se observa cómo la cantidad de pacientes ambulatorios se ha mantenido y en el último mes, incluso, ha crecido ligeramente. 

Mientras tanto, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México afirmó que en la semana del 10 al 16 de agosto la capital continuará en semáforo naranja y que se podrán abrir otras actividades como albercas, museos y cines.


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