Luego de dar a luz a su segundo hijo en el Hospital General de los Servicios de Salud de Durango, Lupita, una joven de 17 años, tuvo fiebre y no se sentía bien. Aun así, ella y su bebé fueron dados de alta, porque no tenían suficientes camas para atenderla.
Días después, la menor de edad regresó al hospital, porque tenía dolores fuertes en el abdomen. “Una infección en el ovario izquierdo”, dijeron los médicos y la operaron, pero no mejoró. Su abuela contó que estuvo una semana en terapia intensiva, con el cuerpo “hinchado y morado”, hasta que murió, sin que su familia tuviera claras las causas.
En México, cada día mueren dos mujeres víctimas de muerte materna (690 en total, en 2019, 23 más que las registradas en 2018), de acuerdo con los datos preliminares del Observatorio de Mortalidad Materna y la Secretaría de Salud.
La mortalidad materna sucede cuando las mujeres fallecen por las complicaciones vinculadas al embarazo, el parto y el postparto y se estima que cada día mueren 800 mujeres en todo el mundo por esta causa, de acuerdo con la UNICEF.
En total, de 2010 a 2019 han muerto casi ocho mil mujeres en todo el país por esta causa, de las cuales tres mil 960 fueron en hospitales de la Secretaría de Salud (con el ex Seguro Popular) y mil 342 en clínicas del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), de acuerdo con la Secretaría de Salud.
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El embarazo adolescente en nuestro país
Tan solo en las últimas dos décadas una de cada ocho muertes maternas fue de una menor de 20 años. Y es que nuestro país también ha fallado en otra cifra: el embarazo adolescente. Ocupa el lugar número uno a nivel mundial con la tasa más alta: 77 nacimientos por cada mil adolescentes de 15 a 19 años, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
El problema es que el embarazo a esa edad es una de las razones por las que nueve de cada 10 adolescentes abandona la escuela (en su mayoría mujeres) y eso no no sólo afecta su proyecto de vida, sino el de sus hijas e hijos. Además es un problema de salud pública, pues hay más probabilidades de que las mujeres y sus hijos mueran, ya que a esa edad su cuerpo aún no termina de desarrollarse, de acuerdo con UNICEF.
Las y los expertos consideran que la mayoría de muertes maternas son evitables, “todas las mujeres necesitan acceso a la atención especializada durante el parto, y a la atención y apoyo en las primeras semanas tras el parto”, recomiendan las organizaciones.
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Aunque parece una cifra baja, el 99% de las muertes maternas se pueden evitar. El problema es que no existen las condiciones sanitarias para que las mujeres puedan tener un parto sano y en condiciones dignas, explica Hilda Argüello, especialista del Observatorio de Mortalidad Materna, en entrevista con Cuestione.
Aunque es un problema mundial, en cada país esta cifra de muertes también refleja la brecha y desigualdad. Los datos mundiales de la mortalidad materna se miden por causas directamente relacionadas a las violaciones de procesos durante el parto, y mientras que en Italia la tasa es de dos muertes por cada 100 mil nacidos vivos, en nuestro país la cifra aumenta a 33 por cada 100 mil, de acuerdo con la última actualización del Banco Mundial.
Además, estas muertes también afectan a las mujeres con mayor desigualdad social. En Guerrero, por ejemplo, uno de los estados con mayor número de pobreza en nuestro país, tiene una tasa de muerte materna igual a la de Honduras y superior a la de Jordania o Brasil, (65 por cada 100 mil habitantes) de acuerdo con el Observatorio.
Incluso Oaxaca, otro de los estados con mayor pobreza, tiene un índice igual que la de El Salvador: 47 muertes por cada 100 mil nacidos vivos. La meta de México para 2030 es llegar a 11 muertes por cada 100 mil, casi la misma que reportó Canadá, por ejemplo, en 2017, dice la experta en el tema.
“La muerte materna es un reflejo de las múltiples violaciones a derechos humanos que enfrentan las mujeres para acceder a servicios de atención obstétrica”, coinciden las expertas. Y nuestro país aún está lejos de cumplir con su objetivo desde hace dos décadas, cuando se comprometió a bajar la cifra de muertes hasta una tercera parte, y no lo ha logrado.
