México no es un Estado fallido, pero está en riesgo de convertirse en uno

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La violencia y la inseguridad que se vive en muchas zonas de México controladas por el crimen organizado y en las que las autoridades locales, estatales o ni siquiera el Ejército o la Guardia Nacional pueden intervenir fácilmente para hacer cumplir la ley, pone a México en riesgo de convertirse en un Estado fallido.

Un Estado fallido se entiende cuando un gobierno tiene una deficiencia en proveer bienestar a su población -salud, educación, alimento, justicia- ya sea por falta de condiciones para su gobernabilidad o por estar en situaciones críticas como una guerra, una situación que termina por representar un riesgo para la seguridad internacional. 

La categoría de Estado fallido, al significar una amenaza transnacional, da pie a la intervención de otras naciones y a recomendaciones de organismos internacionales -como la ONU- para presuntamente restablecer el orden, como sucedió en Afganistán con la intervención de Estados Unidos en 2001 para combatir a los terroristas de Al Qaeda –responsables de los ataques a las Torres Gemelas– y al régimen talibán.

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“Lo que indica que un país entra en la categoría de Estado fallido, es la incapacidad del gobierno para cubrir las necesidades de la ciudadanía y que al mismo tiempo surjan otras organizaciones paralelas que sí satisfagan –en alguna medida- esas necesidades, aunque se haga mal, de mala manera o insuficiente”, nos dijo el politólogo y académico de la UNAM, Jorge Márquez.

Estas otras figuras son lo que en zonas de conflicto se conoce como “señores de la guerra” quienes crean una especie de régimen feudal donde toman control de una porción del territorio y establecen desde leyes hasta cobros por servicios como la luz eléctrica y el agua, creando lo que se conoce como un Estado-embrión, que es un Estado dentro de otro.

Para financiarse, los Estados-embrión necesitan dinero y las opciones para conseguirlo normalmente caen en actividades ilícitas, como la producción de opio en Afganistán o lo que conocemos en México como cobro de piso realizado por grupos criminales que se apropiaron del control de ciertas zonas, detalló el entrevistado.

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En México puede haber localmente Estados fallidos

En nuestro país la situación es un tanto atípica. Jorge Márquez consideró que México, en términos técnicos, no es un Estado fallido. De manera general el gobierno mexicano sigue teniendo la capacidad de cubrir las necesidades básicas de la mayoría de la ciudadanía, pero si volteamos a ver regiones más alejadas, quizás pondríamos en duda esto.

Por ejemplo, el estado de Guerrero. Un informe de 2015 que realizó la Open Society Justice Iniciative a raíz de los hechos ocurridos en 2014 cuando desaparecieron 43 estudiantes de la Escuela Rural de Ayotzinapa, acusa que este evento reveló los rasgos de “cacicazgo, autoritarismo, criminalidad, corrupción, impunidad descarada e incompetencia” que prevalecen en el gobierno y las instancias de procuración de justicia de nuestro país.

“Hay muchas regiones en el país a las que a la policía le cuesta mucho trabajo entrar, incluso al Ejército, con todo y tanques, le cuesta trabajo acceder. Entonces el gobierno no tiene control pleno del territorio”, destacó el politólogo.

Para Arlene Ramírez Uresti, especialista en Relaciones Internacionales, México está cayendo en la categoría de Estado fallido, a pesar de que sí existe presupuesto para seguridad y de que el Ejército mexicano de 2022 a 2023 subió 11 posiciones en la clasificación anual de los ejércitos más poderosos en el ranking que efectúa el índice estadounidense Global Firepower.

La especialista detalló que esto se debe a las limitaciones del estado de Derecho en nuestro país, a que no hay seguridad para la libertad de expresión, al alto número de secuestros, personas desaparecidas, asesinatos y otros crímenes graves que no se detienen y que disparan los cuestionamientos sobre la gobernabilidad.

Ramírez Uresti resaltó que para evitar caer en la categoría de Estado fallido tendríamos que tener cambios significativos en nuestra política de seguridad, analizar realmente cuáles han sido los resultados de la postura de “abrazos no balazos” del gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.

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“Lo primero que tendríamos que hacer es reestructurar la política de seguridad, pero además tendríamos que valorar y recalibrar las funciones del Ejército y de la Guardia Nacional. Porque si hoy tenemos algo delimitado, son justamente los organismos de seguridad pública a nivel municipal y estatal. Porque hoy ni opera al 100% la policía local ni la Guardia Nacional”, nos dijo la especialista.

La seguridad del país no puede limitarse solamente a atender a las zonas metropolitanas, las más productivas o las que más votos le dejan a la clase política, acusó el politólogo Jorge Márquez. Las zonas donde la violencia arrasa normalmente son pequeñas comunidades, muchas de ellas indígenas y alejadas de las grandes ciudades que no representan una ganancia directa para los gobernantes, resaltó.

Gran parte de la fuerza que han tomado los grupos criminales se debe a que se aprovechan de la desprotección del Estado en estas regiones y está dejando a su ciudadanía a merced de los delincuentes de la manera más mezquina. Si México no es un Estado fallido, sí es uno que nos falla todos los días.

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