El gobierno mexicano gastó miles de millones de pesos entre 2006 y 2018 en seguridad pero generó más violencia

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Entre 2006 y 2018, en el contexto de guerra contra el narcotráfico, el gobierno de México gastó casi 3 billones de pesos en seguridad, lo cual hubiera alcanzado para pagar casi dos veces la deuda original del Fobaproa, que equivalía a 1.75 billones de pesos a valor de 2019, y que es lo que pagó el Estado para rescatar a los bancos privados tras la crisis de 1995.

Como sabemos que un país no puede funcionar sin seguridad pública, imaginemos que el gobierno mexicano hubiera gastado cada año lo mismo que en 2006, entonces se hubiera ahorrado 1.5 billones de pesos, casi el equivalente al Fobaproa.

Ese dinero también hubiera alcanzado para pagar el 66% de la deuda financiera de Pemex, la cual se estima en 2.25 billones de pesos, o para invertir unas 44 veces más lo que se presupuestó para el deporte a través de la Conade entre 2012 y 2021.

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Además, con ese dinero se pudo pagar un 11.6% de la deuda pública neta de México, para construir 1,400 instalaciones de salud como el Hospital General de Tuxtla Gutiérrez, o para invertir 76 veces más de lo que se desembolsó para combatir las consecuencias de la pandemia entre marzo de 2020 y abril de 2021.

Para comparar cómo se repartió el dinero público durante la guerra contra las drogas, de 2006 a 2018 el gasto en seguridad aumentó 173.39%, mientras que la inversión en salud se incrementó 31.98% y la inversión en educación creció solo 9.45%.  

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En qué se debió haber gastado

Como hay un número infinito de maneras ideales de gastar 1.5 billones de pesos, decidimos consultar este tema con Víctor Gutiérrez, director de Litigio de México Unido Contra la Delincuencia (MUCD), una asociación civil en favor de la seguridad, la justicia y la paz en México y que ha manifestado que la guerra contra las drogas es un fracaso.

Para nuestra sorpresa, Gutiérrez opinó que la mejor manera de haber gastado esa cantidad de dinero en todos estos años, hubiera sido invertirlo en seguridad, pero de una mejor manera.

“El problema es que no se gasta en seguridad. Se gasta en militarización. Si inviertes todo tu dinero en armas, tanques, equipo táctico y personal con entrenamiento militar, no estás fortaleciendo la seguridad, estás generando una crisis de derechos humanos”, dijo el experto.

De acuerdo con Gutiérrez, las estadísticas señalan que aumenta la violencia en un lugar determinado por la simple presencia de las Fuerzas Armadas.

“Y esto tiene sentido en todo el mundo, porque si llega un grupo de gente con armas largas, el crimen organizado debe de responder con la misma magnitud a esta agresión. Y solamente hay más muertos, más homicidios, más violencia, más enfrentamientos”.

Por otro lado, gastar en las Fuerzas Armadas no solo no disminuye la violencia sino que tampoco ha evitado la venta de droga e incluso ha subido la demanda, “si vemos el presupuesto en estas instituciones, aumenta estrepitosamente, pero no disminuye el consumo”, agregó el experto. 

¿En qué se debió haber gastado entonces? En mejorar a las policías estatales y municipales, que son las encargadas de la seguridad pública, “tenía que gastarse en capacitación, inteligencia, tecnología, en que las policías se sientan parte de sus comunidades”.

Se debió gastar en dar un enfoque de proximidad a la policía, para “combatir a los delincuentes llevándolos ante el debido proceso, poniéndolos frente a un juez que determine su culpabilidad”.

También se debió invertir en combatir la impunidad, en mejorar las instituciones para brindar seguridad jurídica. “La Fiscalía tiene que hacer bien su trabajo. No es posible llegar a una sentencia condenatoria y a que se haga justicia”, nos explicó Víctor Gutiérrez.

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Billones para una guerra sin sentido

Para el experto, en lugar de mejorar a la policía y las instituciones de justicia para reducir la impunidad, se gastó en crear un círculo vicioso.

Esta manera de combatir al narcotráfico fomenta que los cárteles se armen más y mejor para defender un negocio que tiene ganancias enormes, precisamente por la misma prohibición y la misma guerra del Estado.

Las drogas son caras porque hay un mercado negro que debe pasar por muchas manos. Piensa en todos los posibles sobornos que se deben de dar para que llegue un kilo de cocaína a Estados Unidos, hay que pasar por aeropuertos y tienen que pasar por distintos controles”, explicó Gutiérrez.

Según datos de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, un kilo de pasta base de cocaína tiene un costo de entre 585 y 780 dólares en la selva colombiana. Saliendo de ese territorio, el kilo aumenta su valor a 2,700 dólares. Cuando llega a la frontera de México, ese mismo kilo vale 15,000 dólares y cuando ya está en Estados Unidos el kilo se vende al mayoreo en 27,000 dólares. 

Todos estos “obstáculos” encarecen el producto y generan más ganancias. Si el gobierno llega con armas largas, ellos conseguirán otras más largas para mantener sus ganancias, mientras las poblaciones padecen esta violencia.

¿Tú en qué hubieras gastado esos 1.5 billones de pesos?

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