Impartición de justicia, otra deuda con las mujeres

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Denunciar es un suplicio para la ciudadanía pero se vuelve peor cuando se trata de delitos contra las mujeres. En Cuestione publicamos el caso de Yazmín, quien confrontó a su acosador en el transporte público, también la periodista Natalia Escobar escribió aquí sobre cómo ella también enfrentó a su agresor y la lucha que fue presentar la denuncia ante las autoridades. Igual hizo Yuriria, quien denunció a un exhibicionista que la acosó, también, en el transporte público.

Parecen casos aislados, pero no lo son. La oleada feminista que comenzó en la década de los 90 del Siglo XX, cuando los femincidios en Ciudad Juárez empezaron a visibilizarse, derivó en los últimos años en un mayor número de denuncias por delitos de género, explica Giselle Yañez, directora de Género y Derechos Humanos Consultoras (GENDH Consultoras), en entrevista con Cuestione.

Gracias al movimiento de mujeres en lucha y feministas, se desnormalizan estas agresiones. Además, como ahora pueden identificarlas como delitos, se animan más a denunciar,  añade Yañez. Sin embargo, la mayor parte de los casos sigue quedando en el olvido.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno que ha sucedido históricamente, en México y en el mundo, de manera cotidiana. Pero también es posible decir que el movimiento feminista ha ayudado a que más mujeres se animen a denunciar y exhibir a sus agresores

“El aumento de las denuncias responde al incremento de la violencia, aunque también la oleada feminista contemporanea ha despertado el interés e indignación de muchas mujeres. Esto se ha transformado en demandas hacia el Estado para exigir mayor seguridad, pero también visibilizan la violencia que ellas enfrentan”, añade Ana Yeli Pérez, asesora jurídica del Observatorio Nacional del Feminicidio.

Los hogares son los espacios en los que más ocurren estos delitos. Por violencia familiar, el año pasado se abrieron 23 carpetas de investigación por hora, es decir, una cada casi tres minutos, según datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNP). También otros delitos, como el abuso sexual y la violacion, son expresiones violentas de género cuyas denuncias se han incrementado, de acuerdo con estadísticas del SESNP.

Impunidad: más denuncias, pero no más sentencias

En 2019, 17,101 personas, en su mayoría mujeres, fueron víctimas de violación (1,500 más que en 2018), según el SESNP.  De estas denuncias, son pocas las que terminan en sentencia, dice Luis Fernando Villanueva, oficial de proyecto senior del área legal de Equis Justicia para las Mujeres, en entrevista con Cuestione.

Las cifras lo reafirman. En los últimos tres años se han abierto poco más de 45 mil carpetas de investigación por violación sexual (más de cuatro veces la capacidad del Auditorio Nacional), de acuerdo con cifras del SESNP. Sin embargo, con base en estimaciones del informe Impunidad Feminicida, en ese mismo periodo sólo 2,155 mujeres han visto sentencias condenatorias para sus agresores. 

En total, por los delitos de feminicidio, violación, abuso sexual y violencia familiar, se abrieron poco mas de 660 mil carpetas de investigación, entre 2017 y 2019, según datos del SESNP. Sin embargo, el estudio Impunidad Feminicida estima que por estos mismos delitos, solo se emitieron 4,364 sentencias (0.66%).

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Las deudas de la justicia con las mujeres

Todo comienza cuando quieren denunciar a sus agresores. En Cuestione documentamos el caso de Yolo, víctima de violencia física y sexual, quien durante un año ha buscado justicia sin encontrarla. La disuasión para evitar que ellas denuncien es uno de los primeros eslabones de la cadena de impunidades que enfrentan, dijo Villanueva, también responsable de la investigación No es Justicia de Equis Justicia para las Mujeres.

“Los procesos judiciales son tan lentos, tan largos y engorrosos que no llegan a una resolución final, además generan desconfianza porque las mujeres pasan años sin respuesta del Estado, sin reparación de daño. La justicia es gratuita en teoría; en la práctica no”, añade Luis Villanueva. Otro ejemplo: de 2017 a 2019, ocho de cada 10 casos de feminicidio siguen abiertos, y sin ningún culpable, según el informe Impunidad Feminicida

Otra deuda, tanto de los ministerios públicos como de los encargados de impartir la justicia, es con las mujeres es que, desde que alguien denuncia cualquier agresión y hasta que concluya su proceso con una sentencia, tendrían que contar con recomendaciones judiciales y medidas de protección de riesgo. Estas son el primer elemento de prevención del feminicidio, pero no ocurre, dice Villanueva en entrevista con Cuestione.

Esto es importante porque para que se emita una sentencia por cualquier delito contra las mujeres, pueden pasar desde unos pocos meses hasta años y aunque se supone que hay tiempos establecidos para cerrar los casos, los amparos y otras medidas judiciales pueden alargar los tiempos, expone el especialista. 

Las consecuencias pueden ser tan funestas como el caso de Abril Pérez, que en 2019 denunció a su marido por intento de homicidio, pero un juez minimizó la agresión clasificándola como violencia familiar y lesiones, y lo dejó en libertad en septiembre de ese mismo año. Diez meses después, Abril fue víctima de feminicidio.

“Es visible el aumento de feminicidios a nivel nacional, también es evidente que este  gobierno y los anteriores, siguen siendo deficientes y siguen sin actuar, continúan debilitando los procesos, como ocurrió con el recorte del presupuesto en algunos estados de país para Alerta de Violencia de Género contra las Mujeres (AVGM), un mecanismo que sirve para frenar los feminicidios”, añade Villanueva

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Feminicidio y otras violencias, los pendientes

Cuando una mujer es asesinada por el solo hecho de ser mujer se trata de feminicidio, y que las autoridades judiciales lo clasifiquen como tal permite conocer las características de este crimen y desarrollar acciones gubernamentales para erradicarlo, explica Ana Yeli Pérez, asesora jurídica del Observatorio Nacional del Feminicidio.

Tan solo el año pasado, se abrieron 983 carpetas de investigación por delito de feminicidio, según el SESNP, aunque las cifras podrían ser mayores, añade Pérez en entrevista con Cuestione. 

Esto, explica Pérez, derivado de omisiones en la consignación de este delito, o porque las autoridades judiciales no están capacitadas con perspectiva de género y no identifican las características de feminicidio (alto grado de violencia, violación, tortura, entre otras).

Tampoco se ve voluntad para erradicar el feminicidio. Un ejemplo de esto lo dio el fiscal General de la República, Alejandro Gertz, cuando propuso eliminar este delito del del Código Penal. Esta clase de propuestas minimizan el problema, agrega Pérez, también directora de la organización Justicia pro persona.

Se requiere un cambio en la cultura judicial

La violencia contra las mujeres se sigue viendo como si se tratara de casos aislados que ocurren en el interior de una casa, advierte Luis Villanueva. Además, tampoco hay una investigación profunda de los casos. 

Esto se suma a que no se cuenta con una perspectiva de género a la hora de tomar las denuncias, judicializar los procesos y sentenciar a los agresores. Esto importa porque sin cifras claras, tampoco hay herramientas para erradicar las agresiones que cada día enfrentan las mujeres, agrega el especialista.

Sin perspectiva de género, los jueces y juezas que llevan los casos anteponen estereotipos de género como: “¿qué hacía sola en la calle a esas horas?” o “¿qué ropa llevabas puesta?”. Esa actitud revictimiza a las mujeres, en lugar de centrarse en el delito. Así, las víctimas, además de tener que lidiar con la agresión que ya vivieron, también tienen que lidiar con la violencia institucional cuando buscan justicia, añade Ana Yeli Pérez.


Un número reducido de sentencias condenatorias, las trabas judiciales a la hora de querer levantar una denuncia y continuar los procesos, además de generar la certeza de que a las mujeres no las cuida nadie, deriva en impunidad. Eso se traduce en el mensaje de que se puede seguir violentando mujeres sin que haya mayores consecuencias.


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