La importancia de atender con perspectiva de género la violencia armada urbana

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Es necesario incorporar una visión de género al informar y recabar datos sobre la violencia urbana armada para tener un panorama completo de cómo la violencia impacta directamente en las mujeres, consideró la experta Magda Coss, al presentar el estudio “Control de armas de fuego en las ciudades: respuestas con perspectiva de género”

Esto en el contexto de la presentación del estudio Control de las armas de fuego en las ciudades: respuestas con perspectiva de género, elaborado por la organización Pathfinders con el apoyo de la Red de Equidad de Género para el Control de Armas Pequeñas (GENSAC por sus siglas en inglés) y Peace in Our Cities, que se presentó el jueves 15 de diciembre de 2022 en la Secretaría de Relaciones exteriores. 

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“Es importante tener una perspectiva en relación con la estadística y con la evaluación de las políticas para la reducción de la violencia armada urbana porque esto nos permite entender cuáles son los factores protectores y cuáles son los factores de riesgo en los que pueden estar algunas poblaciones”, nos dijo.

Coss explicó que la perspectiva de género en la violencia armada urbana permitiría identificar y conocer cuál es la población que ejerce violencia de qué tipo y sobre quiénes. 

El informe señala que los distintos tipos de conflictos en los que se utilizan armas repercuten a diferentes niveles en las vidas diarias de las personas, pero su expresión más cruda es en la violencia familiar y de pareja. 

“El análisis de la violencia urbana y de la violencia que se comete con armas de fuego tiene un déficit histórico: la perspectiva de género. Muchos de los estudios se han concentrado en buscar factores de riesgo externos o situacionales, pasando por alto la amplia diferencia de participación entre hombres y mujeres en su relación en todos los momentos del ciclo de vida de las armas de fuego, notablemente en la posesión y el uso pero también en la producción, la posesión, las transferencias, el tráfico ilegal, el almacenamiento, los procesos de desarme y la destrucción”, indica el documento de GENSAC.

Las armas y la violencia están imbuidas con un significado de “masculinidad”, que es peligroso para las mujeres y las infancias en particular, detalló Magda Coss.

Ser hombre aumenta el riesgo de ser víctima de la violencia armada y pero también de ejercerla, pues 90% de las licencias para el uso de armas de fuego están en manos de hombres. Además, este negocio se identifica como mayoritariamente masculino, por lo que la perspectiva de género puede ayudar a entender cuáles factores ocasionan la violencia y qué es lo que los detona. 

Este vínculo es multifactorial e íntimo, pues además de que la posesión de armas de fuego es mayor entre los hombres, muchas corporaciones y grupos que hacen uso de las armas tienen una visión patriarcal, ya sean la policía, el Ejército o los grupos de crimen organizado.

“La mayor presencia de hombres en las milicias, las policías, los cuerpos de seguridad privada y también en los grupos criminales que utilizan armas en la violencia organizada nos hace pensar que se requiere comprender las razones de género que los lleva a pertenecer a estas estructuras”, apunta el informe. 

Analizar la violencia armada urbana tomando estos factores en cuenta permitiría elaborar políticas públicas para atender a la población que resulta más afectada, nos comentó Magda Coss

Lejos de disminuir, el problema de la violencia armada ha aumentado y con la expansión de las ciudades y el crecimiento de la población que las habita se prevé también un incremento en la circulación de armas, señala el documento. 

Por ejemplo, de acuerdo con el Estudio Mundial sobre Tráfico de Armas de Fuego 2020, publicado por la Oficina de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) contra la Droga y el Delito (UNODC), se calcula que el 75% de los homicidios se cometen con armas de fuego en el continente americano.

Mientras que una encuesta de Small Arms Survey apunta a que en 2007 había en América Latina 875,000,000 armas de fuego, de las cuales 650 millones se encontraban en manos de civiles, mientras que solo el 25% en control de las fuerzas de seguridad y militares.

Diez años más tarde se aplicó de nueva cuenta el sondeo, que arrojó que el número de armas en circulación era de más de 1,000,000,000, 85% de las cuales estaban en manos de civiles.

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Masculinidad hegemónica y armas

A menudo, las armas de fuego están relacionadas con ciertas nociones de masculinidades como lo son actividades reservadas casi exclusivamente para los hombres como la guerra, el crimen y la cacería.

Estas nociones están insertas en roles y expectativas que asumen los hombres como proveedores, protectores de comunidades o agentes violentos de cambio, señala el estudio “Hombres y masculinidades en el control de armas ligeras”, del GENSAC.

De acuerdo con el documento de GENSAC, los lazos tanto simbólicos como reales entre las armas y las masculinidades que se reproducen en la cultura popular son explotados por parte de la industria armamentista, que está controlada por hombres. 

Como ejemplos están la publicidad de pistolas en manos de hombres como el agente 007, policías o fuerzas militares o de aristócratas que salen en viajes de safari, todas ellas masculinidades que la persona que compra armas intenta de alguna manera emular. 

Los impactos de la violencia armada también tienen un cariz de género, ya que mientras los principales portadores de armas son hombres, las víctimas directas son ellos mismos y los menores, pero además las agresiones con armas son recurrentes en casos de violencia de género, incluyendo el feminicidio, los llamados “asesinatos por honor” y la violencia doméstica, señala el documento.

El papel de las armas en los feminicidios y la violencia contra las mujeres

Uno de los esfuerzos por conocer y medir el impacto de la violencia armada en los feminicidios es la recopilación de datos que ha hecho la Plataforma EVA.

De acuerdo con la plataforma, las armas de fuego han sido el principal instrumento utilizado para matar a las mujeres en México. En 2020, en el 59% de los casos de asesinatos de mujeres se utilizaron armas. La cifra creció a 70% en 2021. 

De acuerdo con Nicole Huete, coordinadora de Incidencia de Intersecta, una organización feminista que trabaja para erradicar la discriminación en México, en el país 4 de cada 10 hogares tienen un arma de fuego, lo que ha incrementado la violencia armada en contra de las mujeres. 

Según la más reciente Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (ENDIREH), de las mujeres que denunciaron ante alguna autoridad haber sufrido violencia física o sexual, 28.1% fueron atacadas o agredidas con cuchillo, navaja o arma de fuego.

En la conferencia ‘Armas de fuego y violencia: impactos, reformas y futuro’, que se celebró en la Universidad Iberoamericana en octubre de 2022, Huete explicó que entre 2000 y 2006, 3 de cada 10 mujeres asesinadas fueron ultimadas con un arma de fuego, pero esta cifra ha aumentado a 6 de cada 10, y en estados como Colima o Guanajuato es de 8 de cada 10.

En los casos de las mujeres asesinadas con armas de fuego en este 2022 se pudo detectar que muchas perecieron con pistolas y fusiles AK47, AR15 y Uzi, la mayoría manufacturadas en Estados Unidos. 

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