Paridad no basta: las mujeres no se sienten representadas por la clase política, según informe

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La mayoría de las mujeres en el país no se siente representada por las legisladoras y los legisladores y solo una cuarta parte se siente representada por el presidente.

Así lo reveló “El Informe País 2020: el curso de la democracia en México”, elaborado por el Instituto Nacional Electoral (INE), el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en México (PNUD), junto con personas de la academia de diversas universidades de México.

Aunque hay congresos paritarios en todo el país, además de un incremento importante aunque aún insuficiente de la representación de personas indígenas y de personas con discapacidad, migrantes y de la diversidad sexo-genérica, no hay una valoración positiva del ejercicio representativo, nos expuso la doctora en Ciencia Política Karolina Monika Gilas, coautora del Informe País 2020.

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De acuerdo con los resultados del Informe País 2020, solo entre 3% y 5% de la ciudadanía, -mitad mujeres– se siente representada por los diputados y las diputadas, tanto locales como federales, respectivamente, “niveles preocupantes, dado que son los actores que teóricamente representan de manera formal a la ciudadanía”, se puntualiza en el estudio.

Los datos de la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (ENCUCI) 2020, que realizó el INEGI en acompañamiento con el INE -y que fue la base informativa y estadística del Informe País 2020 apuntan a que las mujeres y los hombres, por igual, no se sientan representadas ni representados, señaló en entrevista la doctora Karolina Gilas.

En el Informe País 2020 se explica que una de las figuras que mejor representan a la ciudadanía es el presidente de la República, pero apenas con un 26%. Solo el 21% de las personas se siente representada por las figuras de alcalde o alcaldesa.

Estos bajos niveles en que se siente representada la ciudadanía refleja “un panorama muy complicado” para la democracia, porque el Legislativo “es el órgano que tendría que hablar por nosotras, que tendría que estar articulando los debates, los intereses, las políticas y las personas no sienten que lo esté haciendo”, expuso Karolina Gilas.

Lo anterior aun cuando “hemos visto los frutos legislativos, de la actuación de las autoridades electorales, de los movimientos sociales, en particular del movimiento feminista, para mejorar la representación y hacerla más diversa para que responda en mejor medida cómo se compone la sociedad mexicana”, señaló.

Según el diagnóstico del PNUD y del INE, el 26% de la población se siente representada por el Ejecutivo, pero este porcentaje es prácticamente igual al de la población que dice que nadie la representa (25%), destacó la también integrante del equipo de investigación del Observatorio de Reformas Políticas de América Latina del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.

“Cuando las personas evalúan la calidad de la representación se preguntan ‘¿qué hacen por mí?’, una categoría que llamamos en Ciencia Política “representación sustantiva”. Consiste en ver si mi vida mejora en función de lo que hacen las personas que ocupan los cargos públicos. Y lo que vemos en el Informe es que no es así”, explicó la investigadora.

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Representación paritaria no basta

En México, las mujeres consiguieron el voto hace 69 años. A partir de 2014, contienden en elecciones en condiciones de paridad, pero todo esto no ha logrado revertir la desigualdad y tampoco que se sienten mejor representadas por quienes llegan a las curules del Congreso de la Unión, señala el Informe País 2020.

Mujeres y hombres experimentan su ciudadanía de maneras distintas, y los cambios tan importantes ocurridos en el acceso de las mujeres a los cargos públicos todavía no han sido suficientes para revertir los desequilibrios y permitir a las mujeres una participación plena e igualitaria en todos los ámbitos de la vida política y social del país”, puntualiza el informe.

Karolina Gilas explica que el hecho de que las mujeres no se sientan representadas refleja las expectativas que tienen de que la mayor diversidad, pluralidad y paridad ofrezca resultados.

Para la especialista, esto significa que la sociedad y en particular las mujeres esperan que las políticas que son electas legisladoras resuelvan los problemas que venimos arrastrando desde hace cientos de años y que lo hagan en par de periodos legislativos. 

Pero esto no ha sucedido con la paridad. “Es como si la llegada de las mujeres resolviera de inmediato los problemas que los hombres no han podido resolver durante 200 años. Es un poco injusto tener esa expectativa, tan importante, de que la mera llegada de las mujeres de inmediato resuelva las desigualdades, pobreza, inseguridad, etc. Son problemas muy profundos y complejos y no son sencillos de resolver”, dijo.

Además, las mujeres llegan a los congresos y estos son “espacios masculinizados”, ya que “las reglas bajo las cuales operan fueron construidas por los hombres para los hombres”, nos expuso la pionera en el análisis de la representación sustantiva de las legisladoras en México. 

Así y de acuerdo con la investigación Women in Mexican Subnational Legislatures: From Descriptive to Substantive Representation, que elaboró junto con Flavia Freidenberg, Sebastián Garrido y Camilo Saavedra, las mujeres son relegadas en los congresos, les es más difícil ocupar puestos de liderazgo y presidencias de las comisiones legislativas, principalmente las que tienen mayor impacto, como la de presupuesto.

Encima, las mujeres son víctimas de violencia política al interior de los congresos y “las formas de trabajar, como que analicen el presupuesto de madrugada, son incompatibles con los roles que las mujeres con frecuencia desempeñan en la vida privada. Todo esto hace difícil su trabajo legislativo”, indicó Karolina Gilas.

Además, no todas las mujeres que llegan al Congreso son feministas, puntualizó. “Hay muchas quejas de que la agenda feminista no se está realizando en esos congresos paritarios. Pero eso obedece al hecho de que no todas las mujeres que llegan a los espacios de representación o de poder en general son feministas.”

“Esas mujeres conservadoras que están en los congresos representan los intereses de otras mujeres que piensan como ellas, frente, por ejemplo, a la interrupción libre del embarazo” y parte de la población se siente decepcionada por esto, nos explicó. 

Karolina Gilas destacó que una mayoría de las personas encuestadas en la ENCUCI considera que las instituciones como el Congreso “realizan los intereses particulares o los intereses cupulares de sus partidos políticos, pero no los intereses generales, del bien común y de la ciudadanía”.

El 33% de la ciudadanía considera que en México se legisla principalmente tomando en cuenta los intereses de los partidos políticos. Después están los intereses particulares de las legisladoras y los legisladores en 30%, “y muy lejos están los intereses de la población”, solo con un 16%, según datos del Informe País 2020

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Trastornos de la democracia: corrupción, clientelismo y discriminación

El Informe País 2020, también reveló que la mitad de la población se dice satisfecha con el régimen democrático en México. Pero hay una diferencia de 6 puntos porcentuales entre la satisfacción que sienten los hombres y las mujeres con la democracia, 56% y 50%, respectivamente.

Estos resultados ​​no significan que la ciudadanía mexicana no valore la democracia y que prefiera otro tipo de sistema político, sino que tiene una alta expectativa de la democracia y a la vez tiene una percepción crítica de su funcionamiento, enfatizó Karolina Gilas.

“Hay una visión amarga de la sociedad sobre el país con un gobierno que no está a la altura o que no logra resolver o mitigar los problemas más graves: la pobreza, la desigualdad, la inseguridad y la corrupción”, consideró la investigadora. 

Además, “los altos niveles de corrupción, la extensión del fenómeno de clientelismo y la frecuencia de la discriminación experimentada por las ciudadanas y los ciudadanos ponen en entredicho los avances logrados por la democracia mexicana en cuanto a la construcción del Estado de Derecho y de una ciudadanía más igualitaria y cohesionada”. 

“Esto constituye un foco de atención porque puede no solo generar desapego hacia el sistema político, sino también desincentivar la participación política al generarse la percepción de que no es posible hacer algo para remediar esta situación”, se señala en el Informe País 2020.

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