Rescate del gobierno a Altán Redes, igual de opaco pero más inútil que el Fobaproa

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Con el regreso a clases presenciales, los maestros de la prepa le piden a Juan que consulte internet para hacer su tarea. Pero en Temoaya, municipio otomí del Estado de México, el Wi-Fi es deficiente y a veces el joven debe esperar varias horas para conectarse a través de un viejo celular, o en alguno de los pocos cibercafés cercanos a su localidad.

Ésa es la realidad en miles de comunidades rurales e indígenas que carecen de conectividad web, ante lo que el presidente Andrés Manuel López Obrador se comprometió en mayo pasado a dotar de internet a todo el país.

Durante su conferencia mañanera del 2 de mayo, el mandatario adelantó que para cumplir esa meta su gobierno se coordina con la empresa de telecomunicaciones Altán Redes: “está costando trabajo porque hay 300,000 localidades dispersas, pequeñas comunidades, y lo que queremos es llegar a todos, al pueblo de México”.

López Obrador aclaró que “aunque parezca increíble, no hay satélites para lograr esta comunicación por internet. Yo, que recorro el país, puedo decir que es difícil conectarse al internet y es fundamental conectarse, y lo vamos a lograr”.

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Pero, ¡zas! ¡Que truena!

Y sin embargo, apenas un mes después, a inicios de junio se informó de la quiebra de Altán Redes, empresa a cargo del proyecto Red Compartida -lanzado en 2018 por Enrique Peña Nieto– y ahora pieza clave en el programa Internet para Todos, que gestiona la Comisión Federal de Electricidad (CFE), para dar este servicio a los lugares más marginados del país.

El 10 de junio, el mandatario anunció: “(Altán Redes) estaba en una situación financiera delicada… tiene la red de fibra óptica para brindar servicios de internet en la mayor parte de la República. Estaba en quiebra y tomamos la decisión de aportar recursos y esa empresa ya es de la Nación. El Estado mexicano es socio mayoritario y ya tiene la dirección y la administración de la empresa”.

En un comunicado ese mismo día, Altán Redes señaló que concretó un acuerdo de financiamiento para acceder a un crédito por cerca de $8,000 millones de pesos ($388,100,000 dólares).

La empresa detalló que la estructura del financiamiento incluye a la banca mexicana de desarrollo, que otorga un crédito por $161,000,000 de dólares, es decir 41% de los recursos, y el 59% restante mediante la participación de proveedores ($166,600,000 de dólares), accionistas ($50,500,000 dólares) y clientes ($10,000,000 de dólares).

“Este logro apoya la viabilidad de largo plazo de la Red Compartida, proyecto impulsor del desarrollo económico y de las telecomunicaciones en México, que permite incrementar la competitividad en el sector, cerrar la brecha digital en el país y garantizar el derecho constitucional al internet”, indicó Altán Redes.

Contrario a lo que dijo López Obrador de que Altán “ya es de la Nación”, la empresa sostuvo que se mantiene como asociación público-privada, “ejemplificando la importancia de la sinergia y cooperación entre el sector privado y el gobierno de México”.

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“Sin pies ni cabeza”

El presidente del Instituto de Asesoría en Finanzas Internacionales, Manuel Díaz, nos dijo que la determinación de López Obrador es meramente política, “sin pies ni cabeza”, comparable a la compra de la refinería Deer Park en Estados Unidos, anunciada en enero pasado.

“Parece que este gobierno está encaminado a aparentar que cumple sus metas. No entendemos decisiones como inaugurar una refinería (Dos Bocas) sin estar concluida; lo mismo ocurre con Altán Redes, no le vemos ni pies ni cabeza, más allá de que se comprometieron a llevar internet a las comunidades más alejadas del país”, agregó.

Sobre la afectación al erario público o programas sociales debido al rescate, Díaz nos explicó que el daño “es claro y evidente, pues al no tener ninguna razón de ser, se pudo haber gastado ese dinero en otras cosas más prioritarias como salud o educación”.

“El gobierno actual está gastando mucho en gasto corriente, y poco o casi nada en gasto de inversión; esto realmente va a afectar a las finanzas públicas. La decisión del gobierno es: ‘le quito a unos y se los doy a otros’ para poder cumplir. Se gasta mucho en subsidios, en compra de empresas totalmente inútiles”, abundó el economista por la UNAM.

Opacidad y corrupción

Díaz nos advirtió que el crédito otorgado a Altán Redes es un monto bastante considerable ante las condiciones de deuda de la empresa, pues -indicó- “el gobierno está asumiendo las deudas y habrá que ver cuáles son las condiciones”.

El también académico abundó: “en este gobierno el riesgo de corrupción es más que evidente; hay opacidad en todos lados. No sería extraño que en el futuro encontremos que estas compras de la petrolera, de la inversión en Dos Bocas y la de esta empresa pues resulten que se dieron por vínculos con algún político”.

En ese tenor, Verónica Malo, columnista del diario El Heraldo de México, publicó el pasado 11 de junio que “el gobierno rescata sus programas y proyectos fallidos con el dinero de todos los mexicanos”.

Altán Redes -escribió la analista- fue creada durante el sexenio de Peña Nieto, “pero fue con la 4T que se pensó en lanzar una red compartida entre ésta (la empresa) y CFE. La propuesta de conectar a todo México se ha quedado corta de la meta de 20,000,000 de personas para este año. El avance no fue ni siquiera de una tercera parte”.

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¿Otro Fobaproa?

Sobre si el rescate de Altán Redes es similar al salvamento a los bancos que realizó en 1994 el entonces presidente Ernesto Zedillo, mediante el Fondo Bancario de Protección al Ahorro tras el llamado “error de diciembre”, Verónica Malo consideró que “el Fobaproa de hace 28 años es un juego de niños ante los rescates de los desastres que ya suma la 4T”.

La experta recalcó que López Obrador ha señalado al Fobaproa “en infinidad de mítines y mañaneras como una de las peores herencias del neoliberalismo. Lo convirtió en bandera política en la segunda mitad de los 90 y le ayudó a hacerse figura nacional de oposición”.

El Fobaproa fue creado en 1990 como un seguro para los depósitos bancarios de los ahorradores. Se aplicó por vez primera luego del “error de diciembre” que fue resultado de la falta de reservas internacionales que provocaron la devaluación del peso, fuga de capitales, falta de liquidez y aumento de la deuda.

Diversos bancos se declararon en quiebra y Zedillo, recién llegado a Los Pinos, devolvió solvencia a los bancos, además de, se dijo entonces, proteger el ahorro de los clientes

Pero ese rescate dejó una deuda de más de un billón de pesos (un millón de millones), según datos de la Secretaría de Hacienda hasta diciembre de 2021, la cual -a casi 30 años de distancia- seguimos pagando las y los contribuyentes.

Al respecto, Díaz nos aclaró que el rescate de Altán Redes no se parece al Fobaproa, pues si bien este fondo tuvo aspectos negativos al beneficiar a defraudadores, se protegió el dinero de los ahorradores, mientras que si hubiera quebrado la empresa de telecomunicaciones “no hubiera pasado nada, pues hay otras empresas que ofertan el servicio de internet; no eran recursos que hubiera puesto la población mexicana”.

El también articulista concluyó: “no se tenía por qué rescatar a estos inversionistas, que pierdan su dinero y punto. Pero el gobierno está comprando la empresa con todo y los pasivos (deudas); está entregando a los inversionistas anteriores los recursos de la compra de acciones. Entonces ellos no están perdiendo y no tiene ninguna razón darles además un precio tan alto como el que se está pagando”.

¿Esta compra o rescate de Altán Redes contribuirá a que las zonas marginadas accedan a internet? ¿O será otra promesa del gobierno -que al igual que en el neoliberalismo- jamás se cumplirá?

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