La larga y oscura historia del espionaje en México

Compartir:

El 5 de marzo de este año, los senadores del Partido Acción Nacional (PAN) hallaron micrófonos ocultos en sus oficinas y denunciaron espionaje político

Aunque el gobierno minimizó el tema diciendo que se trató de un montaje, además de que el tamaño de los micrófonos fue objeto de burlas, el asunto no es menor. En México, históricamente, el Estado ha espiado a sus opositores. 

Aquí haremos un recuento del espionaje político que se ha llevado a cabo en el país, porque es importante saber por qué surgió, cómo se llevó a cabo y cuáles han sido los límites a los que han llegado en la historia del país.

El académico y especialista en Derechos Humanos, Sergio Aguayo Quezada, escribió en su libro La Charola que “los gobiernos, siempre han tenido instituciones encargadas de recabar, con el mayor secreto posible, información oportuna y veraz sobre determinados sucesos”, sobre todo por asuntos de seguridad nacional.

Sin embargo, también de acuerdo con Aguayo, “en un país autoritario no hay controles sobre los servicios de inteligencia que viven en la sombra y que responden a las órdenes de personas o grupos motivados por intereses personales”, por lo cual pueden llegar a utilizar estas herramientas de seguridad para espiar a sus opositores. 

Seguramente te va a interesar: Un Estado nos vigila. ¿Por qué debemos cuidar nuestros datos?

El origen del espionaje político en México

En La Charola, Sergio Aguayo describe cómo los gobiernos mexicanos siempre han contado con servicios de inteligencia, desde los aztecas que tenían a los llamados pochtecas, luego los virreyes con la inquisición.

Después “los emperadores, presidentes y altezas serenísimas que poblaron el siglo XIX se apoyaron en organizaciones de este tipo. Lo mismo hicieron las diversas facciones revolucionarias”, escribe Aguayo. 

En la Guía del Fondo de la Secretaría de Gobernación (Segob), Sección: Dirección General de Investigaciones Políticas y Sociales, se señala que la primera dependencia de inteligencia política de la Segob se llamó el Departamento Confidencial.

Este departamento surgió entre 1918 y 1922, según la guía de la Segob. La imprecisión de la fecha se debe a que no se encuentra un documento oficial que confirme el año de su creación.

La misma guía describe que desde el inicio los agentes investigaban “candidatos a diputados y senadores”.

Luego “a partir de 1923, debido a la rebelión delahuertista durante el gobierno de Álvaro Obregón, las comisiones aumentaron, incluso algunos agentes fueron enviados a Estados Unidos a vigilar las actividades de militares y civiles exiliados”, describe la guía mencionada.

Sergio Aguayo también relata que este Departamento Confidencial fue una policía política desde que nació y su principal tarea era vigilar aliados y enemigos de todo el espectro de la geometría política

“También vigilaba procesos electorales, visitaba estados y territorios para informar de su situación al gobierno central, trasladaba reos federales y deportaba extranjeros indeseables”, escribe Aguayo.

Según el documento de Segob, el Departamento Confidencial se convirtió en la Oficina de Información Política y Social en diciembre de 1934, durante el gobierno de Lázaro Cárdenas, y se creó un reglamento que convirtió a los agentes en “inspectores”. “Se planteó la necesidad de ocultar su identidad, por lo que se les proveyó de credenciales de periodistas o representantes de casas comerciales o de la Cruz Roja o Blanca”, señala la Guía de Segob.

En el gobierno de Manuel Ávila Camacho, esta dependencia cambió su nombre a Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales, la cual continuaría hasta 1985, sin embargo desde 1947 le cedería sus tareas de espionaje a una nueva dependencia: la Dirección Federal de Seguridad (DFS).

Te recomendamos: El sexenio de Luis Echeverría: ese momento oscuro de la historia

La época oscura de la Dirección Federal de Seguridad

De acuerdo con el periodista Ricardo Ravelo, en 1947 el presidente Miguel Alemán le pidió al coronel Marcelino Inurrieta crear la DFS. “Algo así como un FBI de huaraches”, habría dicho Alemán, según el autor.

Las tareas de esta policía política eran “mantener informado al presidente sobre la situación política y social del país, además de cuidar de su seguridad personal”.

Sergio Aguayo relata cómo a partir de los años 60, gracias a la tecnología de Teléfonos de México, los agentes de la DFS podían escuchar las conversaciones telefónicas de hasta 117 personas al mismo tiempo. Los más vigilados eran el sindicalista socialista Vicente Lombardo Toledano, el periodista Julio Scherer y el líder opositor Heberto Castillo.

Gracias a este papel de espionaje, según publicó Carlos Fazio en la revista Proceso de 1985, el agente de la CIA, Philip Agee, aseguraba que la DFS era el mejor informante de Estados Unidos en México durante la guerra fría.

Ravelo explica que “en los años sesenta y setenta, las actividades de la DFS estuvieron dirigidas principalmente al combate de las guerrillas que brotaron en el estado de Guerrero”. Y aquí es donde se presentaron las mayores atrocidades.

La DFS no solo usaba informantes y espiaba personas para encontrar y aprehender a los opositores, sino que, incluso, durante los sexenios de Luis Echeverría y José López Portillo utilizó la tortura para obtener información

En el informe de 2006 de la extinta Fiscalía Especial para Movimientos Sociales y Políticos del Pasado (Femospp), se documentó cómo los agentes de la DFS utilizaban toques eléctricos, tehuacanazos y asfixia para interrogar a los detenidos.

Otros métodos eran “las agujas clavadas en las uñas, laceraciones en el cuerpo, objetos introducidos en ano y vagina, violaciones frente a los hijos y cónyuge, tormentos a menores de edad, simulacros de fusilamiento y ‘el pollo rostizado’ que provocaba la castración”.

La DFS desapareció en 1985, durante el sexenio de Miguel de la Madrid Hurtado, cuando se fusionó con el Departamento de Investigaciones Políticas y Sociales para crear la Dirección de Investigación y Seguridad Nacional (DISN).

Este último organismo desaparecería en 1989, en el gobierno de Carlos Salinas de Gortari, para darle paso al Centro de Investigaciones y Seguridad Nacional (CISEN).

Tal vez te interese leer: García Luna, el policía intocable que habría permitido operar y crecer al Chapo Guzmán

La era del CISEN

De acuerdo con el periodista Rogelio Segoviano, cuando surgió el CISEN en 1989, el espionaje telefónico alcanzaba a miles de personas y menos del 3% de esa infraestructura se usaba para combatir el narcotráfico.

“Casi todas la intercepciones telefónicas estaban dirigidas a vigilar y escuchar las conversaciones de políticos, periodistas y activistas sociales”, escribe Segoviano. 

Incluso señala que “durante la campaña presidencial de 2000, todos los días, desde Gobernación, le hacían llegar al candidato del PRI, Francisco Labastida, una carpeta con información confidencial de Vicente Fox y Cuauhtémoc Cárdenas”.

El especialista en ciberseguridad Jorge Luis Sierraescribió en 2009 en Contralínea, que uno de los problemas de seguridad del país es que el espionaje del crimen organizado ha sido mucho más eficiente que los servicios de contrainteligencia mexicana.

Esto se debe a que “los servicios de inteligencia tuvieron como prioridad el cumplimiento de tareas de espionaje político y de contrainsurgencia (…) y los espías terminaron fusionados con la delincuencia organizada”, escribe Sierra.

En 2018, el especialista en seguridad Erubiel Tirado publicó en Proceso que durante la alternancia del PAN en los gobiernos de Vicente Fox Felipe Calderón, en el CISEN se consolidó una “burocracia privilegiada y advenediza que transa con facciones estructurales sobrevivientes del sistema autoritario”.

Según Tirado, durante esa época también se consolidó “el secuestro (del CISEN) por inercias deformantes, con lo que se vuelve a prácticas policiales con el pretexto de la lucha contra el crimen organizado y el narcotráfico (sometiéndose a directrices norteamericanas)”.

Tan es así que el año pasado el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana del actual sexenio, Alfonso Durazo, sugirió que el narcotráfico tenía informantes en el CISEN.

Seguramente te va a interesar: Los límites entre la seguridad cibernética y el derecho a la privacidad

El caso Pegasus

Durante las últimas dos décadas, los cuestionamientos hacia el CISEN han sido en torno a su presunta complicidad con el crimen organizado y no tanto por espiar a opositores, hasta que apareció el caso Pegasus en 2017 durante el gobierno de Enrique Peña Nieto.

En Cuestione publicamos que “en septiembre de 2016 se confirmó que la Procuraduría General de la República (PGR), a cargo de Jesús Murillo Karam, compró un software llamado Pegasus que permite capturar imágenes, mensajes de texto, escuchar llamadas telefónicas y robar información de cualquier smartphone en el que sea instalado”.

El gobierno mexicano le pagó 15 millones de dólares a la empresa israelí NSO por este software, el cual mandaba supuestas noticias de UNOTV y Animal Político vía mensaje de texto a periodistas, políticos y activistas, quienes, al dar click, comenzaban a ser espiados.

Según The New York Times, después de infiltrarse en cualquier smartphone, este software  sigue “la vida diaria de una persona por medio de su celular: llamadas, mensajes de texto, correos electrónicos, contactos y calendarios”.

Incluso puede utilizar el micrófono y la cámara de los teléfonos para realizar vigilancia ya que el teléfono de la persona vigilada se convierte en un micrófono oculto.

Entre los espiados durante el gobierno de Peña Nieto se encontraban la periodista Carmen Aristegui así como Rafael Cabrera, Sebastián Barragán, Carlos Loret de Mola, Daniel Lizárraga y Salvador Camarena.

También fueron espiados los políticos Roberto Gil Zuarth y Ricardo Anaya, así como los investigadores de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa y el politólogo Juan Pardinas, en ese entonces director del Instituto Mexicano para la Competitividad y ahora director editorial del diario Reforma.

Te recomendamos: Todas las trabas de los gobiernos para ocultar información

El panorama actual

El CISEN desapareció con el arribo de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia de México, sin embargo fue sustituido por el Centro Nacional de Inteligencia (CNI).

La función del CNI es similar a la de todos los servicios de inteligencia que hemos repasado:  “preservar la integridad, estabilidad y permanencia del Estado mexicano, así como contribuir al Ejecutivo a dar sustento a la unidad nacional, a preservar la cohesión social y a fortalecer las instituciones de gobierno”.

Según escribe Sergio Aguayo en La Charola, en una democracia los servicios de inteligencia deben ser “supervisados por la sociedad (generalmente a través del Poder Legislativo) para asegurarse que actúan en defensa de intereses nacionales legítimos, que definen con objetividad la agenda de riesgos, y que sus métodos se apegan a la legalidad”. 

El presidente López Obrador asegura que las cosas ya no son como antes, que en su gobierno son diferentes. Pero, ¿realmente es distinto el servicio de inteligencia con el cambio de nombre? ¿Cómo estaremos seguros de que actúan para defender intereses nacionales legítimos

Es cierto que los micrófonos encontrados en las oficinas del PAN están lejos de verse como los sistemas actuales de espionaje, sin embargo vale la pena preguntarse: ¿este gobierno no estará tentado a utilizar estas herramientas sofisticadas para vigilar a sus opositores como ocurrió en administraciones anteriores? 

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.