Más de 50 años buscando a sus desaparecidos: la lucha de las madres mexicanas víctimas de la violencia

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Lo último que se supo de Antonio fue que abordó un camión en Zacatepec, en Morelos. Él viajaba rumbo a Izúcar de Matamoros, en Puebla, donde lo esperaban su esposa, su hija Antonia y sus hijos, pero nunca llegó. Eso ocurrió el 2 de septiembre de 1972. Hasta la fecha no se sabe nada de él. 

Su hija, Antonia, tiene 64 años. Ella marchó junto a otras 500 madres, hermanas y hermanos que el 10 de mayo por la mañana exigieron acciones y resultados en la búsqueda de las 99,895 personas desaparecidas y no localizadas de las que se tiene registro desde el 15 de marzo de 1964, según la Comisión Nacional de Búsqueda.

Para Antonia esta lucha es la continuación de lo que comenzó su madre, quien empezó a buscar a su marido, Antonio Onofre Gudiño, en cuanto el hombre no llegó a su hogar. A tientas y con varios hijos e hijas que mantener, la madre de Antonia buscó a su marido, preguntando aquí y allá, tratando de hallar alguna respuesta en medio del ambiente de represión que fue la llamada Guerra Sucia de los años setenta. 

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Lo poco que consiguió saber la madre de Antonia fue que a su esposo lo vieron en el Campo Militar Nº1. Después de eso no hay nada. La madre de Antonia murió hace seis años sin saber el paradero de su marido.

“Mis hermanos y yo hemos estado al pendiente de buscar a mi papá, pero no resuelven nada, no hay avances. Vamos a buscarlo hasta que nos digan dónde están, que nos lo entreguen, que nos digan dónde quedó, eso es lo que quería saber mi mamá”, nos dice Antonia, quien forma parte del colectivo Movimiento por la Verdad y la Justicia de Familiares Desaparecidos de la Guerra Sucia del estado Guerrero, que busca respuestas a la política de Estado que consistió en reprimir, torturar y desaparecer a opositores políticos. 

Historias como la de Antonia y su familia se comparten y se acompañan en este país en el que día con día se suman nuevos casos de padres, madres, hermanos, hermanas e hijos de los que nunca se sabe más, como si se los hubiera tragado la tierra. 

Vivir a salto de mata

Todo comenzó con un mitin el 18 de mayo de 1967, recuerda Antonia. Ella tenía alrededor de 9 años y en ese entonces vivía con su familia en Atoyac de Álvarez, en Guerrero. Aquel día jóvenes, estudiantes, campesinos y maestros rurales se reunieron en el zócalo de esa localidad de la Costa Grande de Guerrero. 

“Lucio Cabañas era sobrino de mi papá, y como vivía ahí en la casa de mi papá, vivía con nosotros. Desde que hubo el mitin, los soldados lo querían matar. Los soldados llegaban a los pueblos, reprimían a la gente y agarraban a la gente. Desde ese día se fue Lucio. Mi papá se fue a Morelos después porque las cosas se empezaron a poner más feas. Un mes después se fue”, nos relató. 

“Ellos detuvieron a niños y a grandes, los desaparecieron, golpeaban a gente que no tenía nada que ver con la guerrilla. Los agarraban, los torturaban y los metían presos. Hay gente que mataron a golpes y sin tener nada que ver”. 

La familia se reunió con Antonio y desde ese momento comenzó una vida en la que vivieron en distintos lugares. La desaparición de Antonio complicó todavía más las cosas, al grado de que Antonia dejó de estudiar. 

“Mi mamá se cambiaba de un pueblo para otro luego que desapareció mi papá. A mi hermano y a mí nos tuvieron que venir a dejar acá para trabajar con diferentes familias. A mi hermano lo dejaron en Xochimilco y a mi en Tlatelolco. Ya no seguimos estudiando. Mi mamá se quedó sola”, nos dijo. 

Ahora Antonia marcha en este Día de la Madre en protesta como una manera de recordarle al gobierno que hay miles de personas que están desaparecidas y miles de familias que tienen la incertidumbre de saber qué ocurrió con sus parientes. 

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14 años de búsqueda

Yolanda Morán Isáis es presidenta del colectivo Buscando Desaparecidos México y vocera del Movimiento por Nuestros Desaparecidos. Busca a su hijo Dan Jeremeel Fernández Morán desde el 19 de diciembre de 2008 cuando fue secuestrado por militares en Torreón, Coahuila. 

“No lo he encontrado. No hay avances en el expediente, porque dicen que entre ellos mismos no se investigan”, nos dijo en entrevista Yolanda Morán, quien también es fundadora de la Marcha por la Dignidad, que cumple 11 años.

“Aquí andamos buscando, exigiendo, creando leyes y reformándolas, empujando la cuestión legislativa. Eso es lo que hacemos. Pero las compañeras de los demás colectivos buscan en campo. Ni modo, hemos tenido que llegar a ese extremo, porque no vemos que nadie busque”.

Diana Rosas Valenzuela, tía de Diego Máximiliano Rosas Valenzuela, quien fue secuestrado el 4 de septiembre de 2015 en Ecatepec, está parada sobre el Paseo de la Reforma, a más de 30 grados centígrados, junto a sus compañeras del colectivo Uniendo Esperanzas Estado de México.

Nos compartió que además de Diego, el colectivo busca a Jaime Quezada Ruiz (desaparecido el 24 de octubre de 2016), Raúl Gómez Chávez (desaparecido el 4 de mayo de 2019), Cristian Gómez Chávez (4 de mayo de 2019), Ricardo Orozco Cesar (19 de agosto de 2016), Fernando Ornelas (21 de julio de 2019), Guillermo Ramírez Pelcastre (22 de septiembre de 2017), Adrián Tovar Mendoza (18 de febrero de 2015), Edmundo González Loza (16 de abril de 2017) y Patricia Chagala Hernández (desaparecida el 16 de abril de 2017). 

“Las autoridades tienen toda la estructura y las herramientas para buscarlos, pero no lo hacen. Nos ven solamente como cifras y como un expediente más. No tienen la voluntad de encontrar a todos nuestros desaparecidos”, nos dijo Diana Rosas.

Sus familias se integraron en colectivo para exigir acciones de las autoridades del Estado de México y de donde van encontrando pruebas de sus familiares. En 2019, gracias a su trabajo, lograron encontrar el cuerpo de Gonzálo Garduño, desaparecido el 10 de diciembre de 2017, y el cuerpo de Zaira Campos, desaparecida el 18 de febrero de 2016.

Diana Rosas denunció que en la búsqueda de Diego han tenido que enfrentar a muchas y  muchos funcionarios públicos que les “vuelven a revictimizar, nos tratan como si nos estuvieran haciendo un favor”. 

Colectivo Uniendo Esperanzas Estado de México en la marcha del 10 de mayo del 2022

Las autoridades tienen que hacer su trabajo y no lo están haciendo, tan es así que cuando a Diego lo desaparecieron eran 30,000 personas desaparecidas y ahora ya son casi 100,000”, agregó.

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Este 10 de mayo no hay nada qué celebrar

Alrededor de las 10 de la mañana la “XI Marcha de la Dignidad Nacional: Madres buscando a sus hijas e hijos, verdad y justicia” arrancó del Monumento a la Madre, donde previamente se celebró una misa frente a cientos de familiares, quienes tapizaron la explanada con las fichas de búsqueda y las mantas de los colectivos que se han tenido que organizar para buscar a sus familiares desaparecidos y desaparecidas en México en las últimas décadas. 

“¡Este día no es de fiesta, es de lucha y de protesta! ¿Por qué los buscamos? ¡Porque los amamos! ¡Hija escucha tu madre está en la lucha! ¡Hijo escucha tu madre está la lucha!” gritaban.

Con estas consignas familiares de personas desaparecidas en México comenzaron la marcha rumbo al Ángel de la Independencia, sobre la avenida Paseo de la Reforma. 

Madres, abuelas, padres con arrugas en los rostros y el pelo encanecido marchaban con playeras y gorras en las que llevaban las imágenes de sus hijos, hijas, hermanos y hermanas. Los rostros de las personas desaparecidas se multiplican: tan solo en lo que va del sexenio de López Obrador van 31,412 personas desaparecidas y no localizadas, según cifras oficiales

Al llegar a la Glorieta de la Palma, el contingente hizo una parada y exigió a la jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, respetar este espacio renombrado el domingo 8 de mayo, por los colectivos de mamás y familiares como la “Glorieta de las y los desaparecidos”.  

Ahí, las mamás reclamaron al gobierno de la Ciudad de México que un día antes quitó las fotografías, mensajes y mantas con los rostros de sus hijos e hijas desaparecidas. Volvieron a colocar mantas y fichas de búsqueda de sus familiares. Exhortaron al gobierno capitalino a respetar la glorieta como un espacio público de memoria y exigencia de justicia para las miles de personas desaparecidas en el país.

En la noche del 10 de mayo la respuesta del gobierno de Claudia Sheinbaum fue retirar las mantas y las fichas de búsqueda y cercar la glorieta con vallas metálicas. En la marcha participaron más de 60 colectivos del Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México

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AMLO no salió a recibir a las mamás

Al llegar al Ángel de la Independencia, las integrantes de la marcha denunciaron las omisiones, negligencias y la violencia institucional que han sufrido por parte de autoridades de todos los niveles de gobierno México.

“Ustedes como ayer y hoy son cómplices al permitir que siga habiendo desapariciones y, sobre todo, al seguir permitiendo que esta tragedia humanitaria envuelva a todo el país. Desde nuestra primera marcha les advertimos lo que pasaba en el norte del país y les exigimos parar esta tragedia y no nos hicieron caso”, denunciaron a través de un pronunciamiento que leyeron madres integrantes de la marcha frente a medios de comunicación.

“Hoy nos enfrentamos a las casi 100,000 personas desaparecidas y lo más cruel, a más de 52,000 cuerpos sin identificar que resguardan los SEMEFOS sin condiciones para regresarles a casa; con una alta probabilidad de que sean nuestros seres queridos desaparecidos”.

Exigieron al gobierno federal cumplir con las recomendaciones que emitió el Comité contra las Desapariciones Forzadas de las Naciones Unidas para encontrar, prevenir y detener la crisis de desapariciones que enfrenta México.

En su turno, Yolanda Morán leyó una carta que el Movimiento por Nuestros Desaparecidos en México (que integra a 80 colectivos de familias de 24 estados de México y de Guatemala, El Salvador y Nicaragua) quiso entregar al presidente López Obrador, pero que el mandatario no recibió personalmente.

Antes de la marcha, las integrantes del Movimiento asistieron al Palacio Nacional para exigir al presidente se reuniera con ellas, con el fin de construir conjuntamente la política pública para buscar a las y los desaparecidos, pero en su lugar salieron Adán Augusto López, secretario de Gobernación; Alejandro Encinas, subsecretario de Derechos Humanos, y Karla Quintana, titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (CNB).

A un costado del Ángel, las autoridades colocaron una carpa y desplegaron personal con chalecos identificadores de la Subsecretaría de Derechos Humanos, de la CNB y de la Comisión Ejecutiva de Atención a Víctimas, en lo que llamaron Brigada de Toma de Muestras Referenciales, cuyo objetivo era que familiares de personas desaparecidas donaran muestras genéticas para el Centro Nacional de Identificación Humana.  

¿Cuándo se logrará detener la crisis de desaparición que vivimos en México?

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