El gobierno de López Obrador y su tirante relación con movimientos sociales que no le gustan

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En su campaña electoral, Andrés Manuel López Obrador fue ampliamente respaldado por muchas organizaciones sociales. Activistas de todos los sectores se sumaron a su llamado para acabar con la corrupción y reducir la desigualdad. Sin embargo, una vez en el poder, esto cambió.

Durante su administración, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha criticado reiteradamente a diversos movimientos sociales

En la conferencia matutina del 14 julio de 2021, el mandatario afirmó que “durante el periodo neoliberal, apostaron a destruir valores, a que todo fuese materialismo, que todo fuese el dinero y, fíjense, diseñaron un modelo mundial para fraccionar las necesidades, demandas del pueblo: el movimiento ambientalista, derechos humanos, la diversidad sexual, la defensa de los animales, un abanico de demandas y de causas a defender”.

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Esto con el fin de mantener a la población distraída y que no luche contra la desigualdad social, aseveró el mandatario: “nos llevaron a corrernos hacia eso, cada quien en su tema para que el tema de la desigualdad y de la apropiación de bienes por una minoría pasara inadvertido, que ya no fuese el tema central, que nadie gritara ‘nos están robando, están saqueando’”.

Esto contrasta con los llamados que el hoy presidente realizó a lo largo de su campaña electoral que fue ampliamente respaldada por movimientos y organizaciones sociales. 

En enero de 2011 en Tlaxcala, durante uno de sus recorridos para presentar al Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) -que un año después se convirtió en asociación civil y en 2014 en partido político-, López Obrador destacó que “sin la participación de otros movimientos sociales y civiles sería prácticamente imposible que el gobierno surgido de la voluntad popular pudiera llevar a cabo las reformas que se necesitan”.

En ese mitin llamó “a quienes participan en organizaciones sociales y civiles; es decir, a quienes actúan en cooperativas, sindicatos, en asociaciones de productores, de defensa del medio ambiente, de derechos humanos y a otras organizaciones de la sociedad civil a que nos unamos en la lucha político electoral para cambiar el régimen caduco de corrupción, de injusticias y privilegios”.

Movimiento feminista 

El presidente López Obrador también ha calificado al movimiento feminista de ser utilizado por “los conservadores” para atacar a su gobierno, como lo dijo el 8 de marzo de 2022. 

Julia (quien prefiere no usar su nombre real) es una activista que participa en el movimiento feminista desde hace diez años en el Estado de México. Para ella, la relación del presidente con las feministas ha sido “bastante confrontativa” desde el inicio de su mandato, ya que se ha confrontado verbal, política o mediáticamente contra el movimiento feminista que se manifiesta en las calles.

Aunque en el gobierno de López Obrador participan feministas que lucharon por las primeras reformas para la despenalización del aborto o la legislación sobre feminicidio, es un gobierno que no “tiene vínculo” con el resto del movimiento feminista, considera Julia.

Parte del feminismo movilizado en las calles trató de comunicarse, presentar demandas, tener espacios de diálogo con el gobierno federal, “sobre todo las madres de víctimas de feminicidio, quienes varias veces tocaron la puerta de Palacio Nacional para presentar los casos de feminicidio que vienen de gobiernos anteriores, pero que tampoco han alcanzado la justicia en este gobierno”, señaló la activista. 

Al presidente López Obrador le tocó un proceso de radicalización del movimiento feminista ante el aumento de las violencias contra las mujeres, pero “en lugar de abrir canales de diálogo (el presidente) optó por la descalificación del conjunto del movimiento”, puntualizó.

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Sin diálogo

El discurso del presidente contra el movimiento feminista ha implicado para Julia “restar legitimidad” a las demandas, como la lucha contra el feminicidio y las violencias, que ella y sus compañeras colocan en los espacios públicos donde actúan.

“Para nosotras, en el Estado de México, ha significado un incremento de amenazas, porque estamos deslegitimadas socialmente, en municipios donde gobierna Morena, pero con una estructura política que sigue siendo del PRI”.

Julia nos relató cómo han recibido reacciones violentas a sus movilizaciones, no solo durante manifestaciones con pintas, sino en la instalación de las “mercaditas” (espacios feministas de venta e intercambio de productos) y talleres para mujeres, espacios que también han sido estigmatizados y han sufrido el asedio por parte de la policía.

Julia nos compartió que no votó por López Obrador y no votaría por Morena. Aunque le “queda clara la importancia de haber transitado del PRI a una nueva estructura de gobierno con tintes progresistas y que no representa lo mismo que administraciones anteriores”.

Pero para Julia, el gobierno de la 4T tampoco ha garantizado “un diálogo para la construcción social que necesita el país, sobre todo seguimos inmersos en un proceso de militarización, como única respuesta al grave problema de la violencia y la inseguridad”.

Además, considera que en la atención y prevención de la violencia contra las mujeres sigue sin aplicarse las herramientas legales como la Ley General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia y “hay muchos cuestionamientos en la aplicación de la Alerta de Género”, tanto en el municipio mexiquense donde vive, como en otros municipios y estados.

Trabajadores sindicalistas

Pablo (quien también elige usar otro nombre) comenzó su activismo en el movimiento estudiantil en la UNAM y ahora es parte del movimiento de trabajadores sindicalistas. Destacó que la reforma laboral que se promulgó durante el primer año del sexenio de López Obrador “abrió la posibilidad para la conquista de independencia y democracia sindical”. 

Aunque ha habido victorias grandes, como la creación del sindicato en la empresa General Motors, en Silao, Guanajuato, donde lograron usar este nuevo marco legal para construir “un sindicato democrático y desterrar al charrismo tradicional”. En su opinión, ha habido una “simulación de la aplicación” de dicha reforma.

“Vemos empresas controladas por el sindicalismo tradicional, donde no hay revisión ni inspección para que hagan los procesos conforme a la ley. Y al mismo tiempo, a los sindicatos independientes los revisan con lupa. O casos como la huelga del sindicato de Notimex que ha sido aislada”. 

En general, para Pablo la relación de los sindicatos con el gobierno federal ha sido desigual. Mientras las grandes corporaciones sindicales han transitado sin problemas al nuevo modelo laboral, hay otros sindicatos independientes y pequeños que no han logrado ni una sola audiencia con el gobierno. 

Pablo sí votó por López Obrador, pero ahora no sabe si volvería a votar por Morena. “Llevo 16 años organizado en distintos espacios, lo que veo ahora es un sentimiento de contención, pues nos dicen ‘esperen ya verán que se solucionará, solo dennos tiempo’”.

También veo decepción y desesperanza, pues al parecer no se solucionarán muchas demandas y muchos problemas que ha traído el neoliberalismo. A ver si en los siguientes dos años esto se reconfigura”, dijo.

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Necesario conocer la diversidad al interior de los movimientos

El doctor en Ciencia Política René Torres Ruiz, profesor-investigador de la Universidad Iberoamericana, nos explicó que el conflicto que vemos permanentemente entre algunos movimientos sociales y el presidente López Obrador “tiene que ver con la denominación ideológica” del mandatario.

El presidente es parte de un movimiento social histórico identificado con el nacionalismo revolucionario, cuyas luchas se centran en la desigualdad social, la inequidad y por la distribución de los recursos. También, es parte de un movimiento social que surgió en el año 2005 que impidió su desafuero. 

Esto no quiere decir que el obradorismo se ligue con “los nuevos movimientos sociales” o “nuevas causas de corte ecologista, multiculturalista, indigenista y feminista”. Considera que la izquierda tradicional de la que viene AMLO es detractora del modelo neoliberal y algunas de las expresiones de estas movilizaciones que “llegaron a congeniar con el neoliberalismo” en los años 90 del siglo pasado, nos dijo René Torres.

Para AMLO el “conservadurismo” es ese grupo que se beneficia del neoliberalismo y que recibe grandes fondos de corporaciones internacionales. Pero López Obrador pone a todos en el mismo costal (como conservadores), generaliza y “ese es un problema”, indicó.

Así que López Obrador, según el análisis de René Torres, necesita de mejores asesores en política de diversidad, sociedad civil y democracia para analizar “la complejidad social”, para diferenciar y establecer relaciones con todos los grupos. Además para tener mayor conocimiento y sensibilidad para resolver las múltiples y graves problemáticas que aquejan al país. 

El gobierno de López Obrador “sí tiene relación con ciertas vertientes de los movimientos sociales y con otras no” y en unos temas mejor que otros, nos expuso. 

El feminismo no es un movimiento único, exclusivo u homogéneo, es muy diverso. Tampoco la sociedad civil es homogénea, ni el indigenismo. Las diferencias de López Obrador con el zapatismo (Ejército Zapatista de Liberación Nacional) no tienen por qué traducirse en diferencias con otros movimientos indígenas”, ejemplificó el experto en movimientos sociales.

A la sociedad mexicana le cuesta trabajo movilizarse. Es una sociedad con una tradición de “corporativismo estatal”, que es la forma en la que interviene el Estado en las organizaciones obreras, campesinas y populares para controlar los liderazgos. Y así evitar que las demandas y la articulación representen un mecanismo de presión importante para el Estado y el gobierno.

No obstante, señaló René Torres, en México hay una serie de movilizaciones sociales muy importantes y que han sido referentes a nivel internacional. Los movimientos sociales ocupan el espacio que tenían los partidos políticos “como ejes articuladores de la participación ciudadana, de la protesta, de la reflexión y de la organización social”.  

Hoy día, seguimos viendo una clara pérdida de representación de los partidos políticos, reflejada en la disminución de su popularidad o de su aceptación, señaló finalmente el especialista.

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