Mexicana agredida en Qatar condenada a recibir 100 latigazos; ayudaba a organizar el Mundial

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El seguro en la puerta de Paola no estaba puesto cuando su agresor irrumpió. Confiada en que Doha es una de las ciudades más seguras del mundo, la joven que trabajaba en la organización del Mundial Qatar 2022 no cerraba su puerta. Así fue como comenzó una larga historia de malentendidos y abusos que incluso la hicieron huir de aquél país.

“Me fascina el fútbol, el poder hacer economía conductual en preparación para el Mundial… Era como realmente usar todos mis conocimientos. Era mi sueño y lo logré. Y ese güey me lo arrebató”, lamenta Paola Schietekat, mexicana exiliada en su propio país porque regresar a Doha la obligaría a recibir 100 latigazos, acusada de mantener una relación extramarital.

Paola es científica del comportamiento, licenciada en relaciones internacionales y derecho internacional, hizo un máster en Política Pública por la Escuela de Gobierno de Blavatnik, que pertenece a la Universidad de Oxford, donde estudió con la beca Chevening. En Qatar trabajaba en el Supreme Committee for Delivery and Legacy (Comité Supremo), la entidad responsable de organizar el mundial de 2022. Todo ese esfuerzo se esfumó el 6 de junio de 2021.

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Aquella noche, un integrante de la comunidad latina en Qatar visitó a Paola y en su propio departamento la agredió físicamente.

“Después de un forcejeo breve terminé en el piso. Horas después, me salieron moretones en todo el brazo izquierdo, el hombro y la espalda”, narra Paola en su carta “Un mundo que parece odiar a las mujeres”, que recibió Cuestione, y decidimos hablar con ella.

Esa no era la primera vez que Paola sufría violencia. En México, cuando tenía 16 años, Paola fue violada por su primer novio, quien en un arranque de celos la encerró en un departamento, abusó de ella y la golpeó. 

“Contar la historia me tomó casi 10 años, varias terapias, medicamentos y síntomas de estrés postraumático que afectaron mi día a día. En esos 10 años, mi agresor se casó y tuvo una hija. Me enfurecí conmigo misma por no haber denunciado, por no haberme querido y respetado lo suficiente como para denunciar a alguien que hizo semejante daño”, narra en su carta.

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Tras esa experiencia y con su formación y recursos, reaccionó de una forma distinta tras la agresión que sufrió en Doha. Se trasladó a un hotel, llamó a su madre en México para contarle lo sucedido, tomó fotografías de las heridas “para que mi memoria, en un intento de autoprotección, no minimizará los eventos o borrara por completo parte de ellos”, dice en su carta, y por la mañana, tras conseguir un certificado médico, acudió a la policía en compañía del cónsul de México en Qatar.

De víctima a acusada

Schietekat fue interrogada en árabe, idioma que asegura el cónsul desconocía. Aquí ocurrió el primer momento de inflexión en esta historia: las autoridades de Qatar le preguntaron qué quería hacer y le dieron tres opciones: no hacer nada, pedir una orden de alejamiento, o ir a las últimas instancias.

“Me congelé, por el shock, por el miedo y la falta de sueño, y volteé a ver al cónsul Luis Alberto Ancona Navarrete, quien me recomendó ir a las últimas instancias. Firmé la declaración en árabe y di los datos del agresor”, nos dijo.

A las nueve de la noche de ese mismo día, la policía llamó a Paola y le pidió acudir urgentemente a la estación. Al llegar, se encontró con su agresor, con quien la obligaron a carearse. Ahí mismo se enteró que había pasado de víctima a acusada, pues él aseguró que eran novios, lo que en el mundo arabe constituye una relación extramarital, lo cual está penado. 

“De un momento a otro, mi denuncia ya no importaba. La policía refirió el caso a la fiscalía pública, único lugar donde tuve un traductor. Todo se centró alrededor de la relación extramarital, mientras que, bajo mi abaya, la túnica que me recomendaron usar para parecer una “mujer de buena moral” seguían las marcas, moradas, casi negras”.

La policía se quedó con su teléfono, el cual dejó desbloqueado para la investigación y temía que su denuncia tuviera represalias, las cuales se presentaron a través de acoso y amenazas por parte de su agresor. 

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El 25 de junio logró salir de Qatar con ayuda de su trabajo y de Human Rights Watch: “La directora de asuntos internacionales del Comité Supremo revisó con el Ministerio del Interior si yo tenía una prohibición de viaje que me impidiera salir del país y presionaron para que quitaran ese obstáculo. Yo no podía salir porque estaba bajo investigación”.

Un exilio forzado en su propio país

“Nunca había respirado con más alivio que cuando me sellaron el pasaporte. En México paró la adrenalina y empezó un proceso más lento, aunque igual de complejo y doloroso”, narra en su carta.

En nuestro país, Schietekat recibió el expediente de la Corte criminal de Qatar, la cual absolvió a su agresor, pues pese al parte médico que constataba las heridas en su cuerpo, “no había cámaras que apuntaran directamente la puerta del departamento, así que no había forma de constatar que la agresión sucedió”. 

Además, acusa que el expediente no daba cuenta de una serie de irregularidades cometidas por las autoridades de Qatar, entre ellas que el interrogatorio de la policía se realizó sin traducción y la exigencia de desbloquear su teléfono sin decirle si había cargos en su contra. 

En el expediente agregaron que ella destruyó evidencia, el único testigo era un policía que estaba en la estación quien dijo que no podía tener certeza de si había una relación entre dos personas que él no conocía. También acusó que el careo con su agresor lo realizó un policía que ni siquiera estaba uniformado y asegura que las policías mujeres la ofrecieron sexualmente a policías hombres. Además, había errores respecto a fechas y edades en el expediente. Y lo más grave: por negligencia dejaron que su agresor saliera de Qatar en medio de un proceso legal.

Los cargos por tener una relación fuera del matrimonio seguían vigentes, lo que le impide volver a Qatar y la obliga a seguir pagando por representación legal. La solución que le dio su abogada era casarse con el hombre que la golpeó: “Para cerrar el caso que el Estado de Qatar abrió en mi contra solo debía casarme con mi agresor”. 

Sin embargo, en entrevista con Cuestione aseguró que esta podría no ser la solución, pues las acusaciones son por mantener una relación extramarital, la única solución es comprobar que estaban casados antes de la denuncia. 

En México acudió ante autoridades de la Secretaría de Relaciones Exteriores. Paola buscaba que se enviara una querella al gobierno qatarí cuestionando las irregularidades del caso, como el hecho de que a una ciudadana mexicana la tuvieron en la policía durante seis horas, siendo interrogada en árabe sin traductor, cuando la policía, por ejemplo, no está facultada para interrogar.

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“Durante mi proceso, observé la poca, o más bien, nula preparación de la Embajada para actuar en mi defensa. Nadie de las y los diplomáticos hablaba ni un poco de árabe, pero tampoco tenían el menor conocimiento de las leyes locales”, menciona en su carta.

Envió otra carta a Leticia Maki Teramoto, titular de la Dirección de Protección para Mexicanos en el Exterior. “No tengo respuesta por una semana; mandó tres correos de seguimiento y cuando me responden, la directora me da una cronología de lo que había pasado, o sea, de lo que el cónsul le había reportado”.

“No me dijo que se estaba haciendo nada. Me dijo ‘continúa en contacto con la embajada para el seguimiento del caso’”.

Además, la carta fue enviada a la embajada de Qatar en México y Paola acusa que con eso “les dieron todos los incentivos para que ya no me respondieran absolutamente nada”, rompiendo así el único vínculo diplomático que tenía en Qatar.

Actualmente, Paola cuestiona la capacidad en el servicio diplomático para atender a los mexicanos en el exterior y plantea que su caso podría resolverse mejor si el personal de la Secretaría de Relaciones Exteriores estuviera mejor capacitado. 

Paola cree que debe existir una estrategia distinta a nivel internacional para responsabilizar a Qatar por sus acciones, porque en ese país va a realizarse un Mundial y tiene leyes estrictas contra mujeres y homosexuales.

Paola asegura que las prioridades del personal diplomático en Qatar son organizar barras de equipos de fútbol y considera increíble que no puedan cumplir con los estatutos de Protección Consular con perspectiva de género. 

“Sobre todo porque en el Mundial va a haber muchos mexicanos que no hablan árabe, que no conocen la ley de Qatar y van a tener una embajada que realmente no tiene la capacidad institucional para responder por ellos”, sentencia.

En Cuestione buscamos a personal de la Embajada de México en Qatar para preguntarles sobre este caso, pero nos solicitaron contactar a personal de la SRE en México quienes no respondieron nuestra solicitud de entrevista.

“Se me hace muy doloroso pensar en un futuro”

Cuestionada sobre qué quiere hacer cuando todo esto pase, asegura que no puede pensar en ese momento: “O sea, ya lo pensé muchas veces, ya pensé que iba a regresar a Doha, que iba a estar ahí trabajando en el Mundial. Pero no, no puedo. Ahora se me hace muy doloroso pensar en un futuro cuando no tengo nada garantizado”.

Luego de que ella misma ha defendido causas feministas e incluso trabajó en Kuwait como directora de proyectos de una organización que defendía los derechos de trabajadores y trabajadoras domésticas, asegura que hoy se siente “ridícula”.

“Ridícula. Débil. Abandonada. Ridícula por creer que, por ejemplo, la Secretaría realmente iba a tener perspectiva de género transversal, garantizar la perspectiva de género y me siento estúpida de creer que eso iba a significar algo para la secretaría”. 

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