¿Cómo afecta migrar a las niñas y a los niños? Aranza tiene ocho años y para olvidar los recuerdos tristes que migrar de Venezuela le dejó, escribe un cuento y utiliza tijeras para recortar esas tristezas.
Erick de 10 años, nació en Guatemala pero vive en México desde los tres meses de nacido. A través de sus propias palabras, el niño cuenta que no sabe si algún día abrazará a su familia porque la distancia se lo impide.
Melissa de nueve años, nació en México pero sus padres son de El Salvador y en un cuento escrito de su puño y letra, le pide a Dios que le cumpla el deseo de que su abuelito -que se quedó en Centroamérica- vaya por ella algún día a la escuela.

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Psicólogos infantiles como Genis Yaisuri Jiménez Ramírez, advierten sobre la importancia de documentar y conocer lo que piensan y sienten las niñas y los niños migrantes sobre su proceso de movilidad. Una manera de hacerlo es a través de actividades culturales propias para su edad como leer, escribir, dibujar, explica Ramírez, doctora en psicología y maestra de tiempo completo en la Universidad Iberoamericana en entrevista para Cuestione.
Para conocer su realidad, Sin Fronteras A.C. organizó el Segundo Concurso de Cuentos Ilustrados para Niños: “La migración desde la inocencia y la fantasía”. Aranza obtuvo el primer lugar con su cuento “Un vestido”, Erick ocupó el segundo puesto con la historia “Migrando a la felicidad” y Melissa se quedó con el tercer lugar con el cuento “Mi ilusión”.
Sin Fronteras es una organización civil que busca promover programas y políticas públicas para la población migrante que representa en México una comunidad de 1,197,624 personas, según los últimos datos publicados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).
Aquí te mostramos las tres historias ganadoras:
“Un vestido”: Aranza, 8 años, venezolana

“Hoy quiero contarles una fascinante historia en vísperas de mi cumpleaños número 8. Me puse a idear algo que me conectara con parte de lo que he vivido y con la gente que me ha regalado su felicidad y amor”. Así empieza el cuento “Un vestido”, escrito por Aranza, que cursa primero de primaria, nació en Venezuela, migró a México y ganó el primer lugar en el Segundo Concurso de Cuentos Ilustrados para Niños: “La migración desde la inocencia y la fantasía” que organiza Sin Fronteras A.C.
La pequeña Aranza quiso crear en su historia “algo brillante” y se imaginó un vestido de emociones hecho por ella misma. La pequeña comienza su cuento sacando una lista de los materiales que necesita para diseñar su atuendo: tela, tijeras, hilo y agujas, grenetina, bordados y brillos.
“Como muchos de ustedes saben, vivo con mi mamá en México desde hace casi dos años y estamos próximos a naturalizamos”, escribe Aranza en la página cinco de su obra infantil y acompaña su relato dibujando un maizal de donde se asoman ella y su mamá. Al lado una frase dice: “Los mexicanos nacemos donde nos da la gana”, Chavela Vargas.
En el patrón de su vestido de cumpleaños, Aranza dibujó el empeño de sus maestros mexicanos para educarla, a su mamá le pidió que cortara todos los recuerdos tristes de su partida de Venezuela y le dio forma a la tela para cubrirse con el amor de su abuelo que se quedó en Sudamérica.
En la siguiente página se observa una bandera de Venezuela unida a la de México por una aguja y un hilo. “Esta parte me encantó porque uní con la aguja la hermosa tela en el encuentro de México y Venezuela y la bordé con todo el amor de mis hermanos mexicanos”, escribe Aranza y dibuja un corazón rojo lleno de platillos típicos de sus dos países: arepas, hallacas, tamal y tortillas.
Finalmente, Aranza ha terminado su vestido para su octavo cumpleaños. Ha bordado en él el amor de un país que dejó y uno que la acoge. En la última página de su cuento se lee “Viva México y Venezuela”.
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“Migrando a la felicidad”: Erick, 10 años, guatemalteco

“Ser migrante no es un delito, no es un problema. La migración nos enriquece, nosotros los migrantes somos solidarios, amables y respetuosos. Me presento, mi nombre es Erick Giovanny Batres, nací en la ciudad de Guatemala pero desde los tres meses de nacido mi mami me trajo a México”. Así Erick comienza su relato, que obtuvo el segundo lugar en el concurso de cuentos de Sin Fronteras A.C.
Erick vive en la Ciudad de México, en la alcaldía de Iztapalapa, con sus papás y un hermanito menor. Dice sentirse un migrante afortunado por vivir en México porque tiene un hogar, una familia, puede estudiar, jugar libremente y sobre todo ser feliz.
“No conozco mi país, mi mami me dijo que tengo un hermano mayor que yo en Guatemala (…) también mis abuelitos y el resto de mi familia están allá. No sé si algún día los abrazaré, mi mamá y yo estamos muy lejos”, escribe Erick y termina con una paloma del tamaño de la hoja y una frase: “Ser migrante es lo mejor que me ha pasado en mi corta vida, migrar es un derecho”.
“Mi ilusión”: Melissa, 9 años, mexicana de padres salvadoreños

“Hola, soy Melissa, mi mamá y mis hermanos son salvadoreños pero yo soy mexicana”, escribe la niña a lápiz. Su cuento, que ocupó el tercer lugar en el concurso de cuentos de Sin Fronteras relata la ilusión tan grande que tuvo la niña cuando pudo conocer a su abuelo en El Salvador.
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“Tenía mucha ilusión de verlo ya que él se quedó en El Salvador con mi abuelita y mis tíos”, escribe Melissa. Pero la niña, no alcanzó a darle un abrazo a su abuelita porque murió en El Salvador antes de que su nieta pudiera viajar desde México a conocerla.
“Hay veces que me pongo triste porque todos mis amiguitos tienen abuelos y yo no los tengo conmigo” relata la menor. Y concluye con un deseo; “Siempre le pido a Dios que me cumpla el deseo que mi abuelito vaya por mí a la escuela. Soy feliz en México pero tengo un pedacito de mí allá con mi abuelo”.
La resiliencia de la infancia migrante en la escritura
FOTO: MARGARITA SOLANO
Desde la psicología, explica Genis Jiménez Ramírez, hay evidencia sobre la importancia que tiene para el desarrollo infantil las diversas expresiones artísticas, creativas y literarias que realizan las niñas y los niños, como escribir cuentos y dibujar.
Por ejemplo, Lev Vygotsky, psicólogo judío, en su libro La imaginación y el arte en la infancia, afirma que existe un deseo innato en la infancia por el dibujo y la creación de historias -como las que crearon tres menores de edad- porque permite “que las niñas y los niños migrantes expresen libremente su pensamiento, imaginación, emociones y la realidad en la que viven”, explica Jiménez Ramírez.
“El cuento y los dibujos son herramientas naturales y creativas para que la infancia migrante pueda relatar lo que está viviendo y comunicarle a su familia y otras personas lo que ha significado su experiencia migrante”, detalla la psicóloga mientras lee los cuentos de Aranza, Erick y Melissa.
En los tres cuentos infantiles, explica la psicóloga colombiana de nacimiento, las niñas y los niños cuentan sobre su lugar y familia de origen, sus sueños y los anhelos que tienen de volver a ver a sus seres queridos y reencontrarse con ellos.
“Aranza, Erick y Melisa son los protagonistas principales de sus historias y aquí ellos aman, sienten alegría, tristeza, enojo y dolor ante situaciones vinculadas con la migración, como estar alejados de sus seres queridos o recordar su lugar de nacimiento”, comenta.
Con banderas entrelazadas, vestidos de solidaridad, “conocemos lo que significa para estos niños ser migrantes y su infinita resiliencia ante lo doloroso de estar lejos de su familia extensa, cómo abuelos, hermanos, tíos y primos”.
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Es interesante, concluye la académica, ver cómo los menores de edad han logrado resolver situaciones difíciles como la distancia física y eso refleja la forma admirable y sincera como las niñas y los niños han logrado afrontar los cambios que la migración trae consigo.
A las 2 de la tarde del sábado 23 de abril, Aranza, Erick y Melissa, se encuentran en el Instituto Mora de la Ciudad de México como parte de los festejos del Día del Niño que organiza Sin Fronteras año con año.
Los pequeños reciben la premiación por el primer, segundo y tercer lugar. Llegan alrededor de treinta niñas, niños, padres de familia de Honduras, Haití, El Salvador, Venezuela, Colombia. Se ven razas diversas, distintas cabelleras, pieles y rasgos distintos pero a la hora de jugar, todos son iguales.
