Pablo Escobar, Miguel Ángel Félix Gallardo y El Chapo Guzmán: productos de la corrupción del Estado

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Los narcotraficantes son producto de la corrupción del Estado, y algunos de los más emblemáticos -como el colombiano Pablo Escobar y los mexicanos Miguel Ángel Félix Gallardo y Joaquín, El Chapo, Guzmán– son claro ejemplo de ello, pues tuvieron la tolerancia y complicidad de las autoridades, nos explicó el sociólogo Octavio Solís.

“Todos los jefes del narcotráfico, desde El Chapo, El Señor de los Cielos (Amado Carrillo Fuentes) o Pablo Escobar, crecen al amparo de una estructura del Estado, ya sea municipal, estatal o federal. Ningún narcotraficante puede crecer sin este respaldo”, dijo Solís.

Al comparar las trayectorias y modos de operar de Pablo Escobar, El Chapo Guzmán y Félix Gallardo, el también académico del CCH Sur nos dijo que los tres personajes cumplieron con el estereotipo del jefe máximo de la delincuencia organizada: “si no infringes el terror, si no premias o castigas, no estás ejerciendo el poder dentro de la instancia criminal”.

Encumbrados para después ser derribados

Según una de sus biografías, Pablo Escobar es considerado uno de los mayores criminales de la historia, pues además de haber sido el más poderoso narcotraficante de Colombia, también fue uno de los hombres más ricos del mundo al alcanzar una fortuna de más de $3,000 millones de dólares.

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Desde los años 70, pero sobre todo en la década de los 80, el Cártel de Medellín -fundado por Escobar– controlaba el tráfico del 80% de la cocaína que se consumía en Estados Unidos. 

Hasta antes de su muerte en 1993, luego de un tiroteo con fuerzas de seguridad, Escobar “impuso el narcoterrorismo, corrompió a políticos y policías, armó su propio ejército, ordenó magnicidios y miles de muertes durante una de las épocas más tristes sufridas por los colombianos”, se lee en la semblanza.

Además, Escobar “jugó a ser un Robin Hood moderno”, pues -de acuerdo con la misma biografía- hizo obras benéficas en Medellín, donde construyó viviendas sociales para la gente pobre, por lo que se ganó la popularidad y afecto de la población más humilde de su país.

Mientras tanto en México, Miguel Ángel Félix Gallardo -originario de Sinaloa– fundaba el Cártel de Guadalajara en los años 70. El periodista José Reveles, especialista en temas de narcotráfico, contó a CNN que el líder criminal fue tan importante que se le llamó El Jefe de Jefes al ser el primer narcotraficante mexicano en relacionarse con los cárteles colombianos para enviar cocaína a Estados Unidos.

Félix Gallardo fue detenido en 1989 y, además de ser acusado de delitos contra la salud y otros crímenes relacionados con el narcotráfico, se le atribuyó el secuestro, tortura y muerte del agente de la DEA Enrique Camarena y del piloto mexicano Alfredo Zavala en 1985, según la misma entrevista de CNN a José Reveles.

Luego de 33 años tras las rejas, apenas en septiembre pasado un juez federal otorgó el beneficio de la prisión domiciliaria al ex líder del entonces Cártel de Guadalajara, cuyas condenas suman 77 años de cárcel. Sin embargo, la salida de Félix Gallardo del Penal de Puente Grande, Jalisco, aún no se concreta debido al aplazamiento de las audiencias judiciales.

La caída de Félix Gallardo abrió la puerta para que El Chapo Guzmán -quien a mediados de los años 80 era tan solo un colaborador más del Cártel de Guadalajara– comenzara a construir su propio imperio delictivo.

Nacido en una familia muy pobre que vivía en la sierra de Sinaloa, Guzmán Loera fue considerado por el gobierno de Estados Unidos como “el criminal más notorio de los tiempos modernos”. El Chapo encabezó el Cártel de Sinaloa, catalogado por varios años como el de mayor tráfico de drogas en todo el continente americano, de acuerdo con información de la BBC.

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Y no solo eso, en 2019 la Fiscalía de Nueva York calculó que El Chapo contaba con una fortuna de más de $14,000 millones de dólares, muy superior a los $3,000 millones de dólares que alcanzó el colombiano Pablo Escobar.

Según otro perfil del narcotraficante -hoy preso en Estados Unidos y condenado a cadena perpetua-, El Chapo fue el segundo hombre más buscado por el FBI y la Interpol después del terrorista Osama Bin Laden, cerebro del ataque a las Torres Gemelas en Nueva York, en 2001.

El narcotraficante también cobró notoriedad por haberse fugado dos veces: una vez del Penal de Puente Grande, Jalisco (2001), y otra de la cárcel de máxima seguridad de El Altiplano, Estado de México (2015).

Ambición, el denominador común

La similitud que puede haber entre Pablo Escobar y Félix Gallardo es que en su momento el sinaloense representó un liderazgo como el del colombiano, pues “ha sido el único con la capacidad de construir una hegemonía” en México, nos indicó Octavio Solís, también fundador y director de la revista digital Consideraciones.

Félix Gallardo tuvo un poderío casi tan grande como el de Escobar, en términos de alcance de distribución y tráfico de poder, mientras que El Chapo nunca logró convertirse en un líder hegemónico, abundó el profesor de Historia de México y Teoría Social. Solís aclaró que Escobar “fue mucho más poderoso que Félix Gallardo y El Chapo”.

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Otra diferencia entre estos tres criminales emblemáticos, nos dijo el sociólogo, es que solo Pablo Escobar se atrevió a declarar una guerra frontal y pública contra el Estado colombiano: “él fue el ejemplo de lo que no debiera hacer ningún dirigente del narco. Una guerra frontal contra el Estado no se gana, porque ningún narco pelea en realidad contra el Estado nacional; en este caso Escobar peleaba contra el Estado colombiano y el Estado norteamericano”.

En cuanto a la construcción de sus bases de apoyo social, el también maestro en Comunicación por la UNAM nos precisó que mientras Escobar forjó una especie de “religión del narco” en torno a su figura y carisma, Félix Gallardo creó una federación de narcotraficantes, de la cual era el interlocutor con el Estado mexicano.

Félix Gallardo creció al amparo del PRI en los años 70 y 80, pero con la llegada de Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia en 1988 el capo fue desplazado y ocurrió el vacío de poder en el narco en México: se desintegró la federación y se desató la violencia al romperse el equilibrio de poder de las plazas criminales y desaparecer la cabeza que los aglutinaba, nos señaló Octavio Solís.

En cuanto a El Chapo, apuntó el académico, el sinaloense fue beneficiado por “un pacto” durante el gobierno del panista Vicente Fox, luego de que se dio su primera fuga del Penal de Puente Grande en 2001. Después, Guzmán Loera fue presuntamente protegido por Genaro García Luna, quien fue director de la extinta Agencia Federal de Investigación (2000-2006) y secretario de Seguridad Pública con el también panista Felipe Calderón (2006-2012). 

García Luna enfrenta cargos en Estados Unidos tras haber sido detenido en ese país en 2019, al ser acusado de supuestos nexos con el cártel de El Chapo Guzmán.  Ese fue “el momento cúspide de El Chapo y después, con la salida de Calderón, viene su persecución”, nos dijo Solís, quien concluyó que a Félix Gallardo le pasó lo mismo, pues creció al amparo del Estado antes de la llegada a la Presidencia de Carlos Salinas de Gortari, y fue desechado cuando su poder ya era demasiado: “después de que ya no les sirve, ya sea porque hay un cambio de gobierno, se va una figura (del narco) y entra otra”.

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