La otra batalla del personal de salud del IMSS: que les reconozcan incapacidades por COVID-19

Compartir:

Martina es enfermera del IMSS. Ella se contagió de COVID-19 a finales de octubre. Después de 21 días de incapacidad tuvo que pedir dos días más, sin goce de sueldo, porque aún no se sentía bien. Sin embargo, su queja es que no le pagaron dos de sus quincenas completas. 

Martina es el nombre ficticio de una de las trabajadoras del IMSS que quiere levantar la voz, por ella y por varias de sus compañeras, pero que teme ser señalada por la institución

“No es posible (que nos descuenten si nos enfermamos de COVID-19) a pesar de que exponemos nuestra vida y la de nuestros familiares. Además, no nos enfermamos por gusto, sino por hacerle frente a lo que nos toca”.

Te puede interesar leer: ¿Debe el sector privado comercializar la vacuna contra la COVID-19? Esto dicen expertos

Ella afirma que varias de sus compañeras, que también se contagiaron de COVID-19 en el hospital, están en la misma situación: “una de mis compañeras estuvo tres meses de incapacidad. Ya metió reclamo, pero no le han resuelto nada. Otras no harán nada porque dicen que pierden el tiempo, pero es un dinero que nos corresponde”. 

La licenciada en Enfermería nos dijo que el problema es que no le están reconociendo la incapacidad como riesgo de trabajo sino como enfermedad general, a pesar de que en el Diario Oficial de la Federación se reconoció la COVID-19 como riesgo de trabajo, para los trabajadores del IMSS.

Eso significa que “si el riesgo de trabajo lo incapacita para trabajar recibirá, mientras dure la inhabilitación, el cien por ciento del salario con el que estuviese cotizando en el momento de ocurrir el riesgo”, se lee en el artículo 58 de la Ley del Seguro Social. De lo contrario, solo recibirían el 60% de su salario por enfermedad general.

Otra trabajadora del IMSS que también desempeña funciones en la primera línea de atención por COVID-19, pero en el Hospital de Especialidades del Centro Médico Nacional La Raza, afirmó a Cuestione que cuando contrajo el nuevo coronavirus la descansaron ocho días y que, al igual que a Martina, solo le pagaron el 60% de su salario.

Burocracia para cobrar lo que merecen

Personal de salud del IMSS afirmó a Cuestione que las personas que se enferman de COVID-19 tienen que presentar sus tarjetones con toda la información de sus horas trabajadas junto con las pruebas de haber sido paciente COVID (sospechoso o confirmado). 

“Se considerará enfermedad de trabajo si se demuestra que el trabajador estuvo expuesto en ejercicio o con motivo de su trabajo a alguna persona con coronavirus”, de acuerdo con una circular del IMSS. Es decir, tienen que comprobar que realmente se incapacitaron por contraer el virus en el hospital. 

“Todo trabajador en activo, por el hecho de laborar en la emergencia, tendría que ser beneficiado de manera automática. Si fuera el caso, para que se reconociera como enfermedad de trabajo. Todo trabajador está expuesto en el trayecto, cuando se desplaza de su casa al trabajo y del trabajo a su casa. Aquí hay una cuestión selectiva y discrecional”, dijo el abogado laboral, Manuel Fuentes Muñiz, a la revista Proceso.

A pesar de ello, el trámite puede durar entre dos y tres meses. Después de ese periodo te indican si te pagan como riesgo de trabajo o no. Pago que, en caso de validarse, es retroactivo, nos dijo el personal de salud.

En el portal del IMSS se lee que el trámite para calificación de accidente o enfermedad de trabajo (consideradas como riesgo de trabajo) debe realizarse de manera presencial en el servicio de Salud en el Trabajo de la Unidad Médica que les corresponda.

Te va interesar leer: CDMX, la segunda ciudad más afectada por COVID-19 en el mundo

¿Incapacidad de siete días por COVID-19?

Rita, otra enfermera del IMSS, comenzó con dolor de cabeza y malestar general un lunes por la mañana. En el hospital le sacaron una radiografía. Tenía el tórax limpio pero las amígdalas enrojecidas, así que le hicieron la prueba de COVID, nos contó la enfermera.

Conforme pasaba la semana, Rita, quien también pidió reservar su identidad, se sentía cada vez peor, pero necesitaba el resultado de su prueba para pedir su incapacidad por COVID. Su resultado se lo dieron ocho días después.

Mientras tanto, Rita tuvo que pagarle a otra enfermera para que cubriera su turno en uno de los hospitales COVID del Estado de México; luego faltó. Hasta el siguiente lunes le dieron la noticia de que sí era positiva a COVID-19.

Un día después tuvo que ir a formarse a su clínica familiar, a las 6 de la mañana, para que le dieran su incapacidad. Para entonces “ya me sentía muy mal de todo el cuerpo. Hacía mucho frío y había mucha gente tosiendo y estornudando”. Ese día le dieron incapacidad por solo siete días

Rita necesitaba más días para recuperarse porque aún se sentía mal. Cuando fue a renovar su incapacidad llegó con dificultad respiratoria. “Me tuve que formar en una fila como de 20 personas pero no aguantaba, me senté en la banqueta para respirar. Me desesperé y mejor me fui”.

La enfermera tuvo que regresar al día siguiente, aún más temprano, para no tener que esperar tanto en una fila donde se formaban tanto sospechosos de COVID como confirmados. 

“Hacer que los pacientes salgan a la calle con síntomas es lo peor, deberían dar incapacidad por 14 días y dar el resultado de la prueba más rápido para evitar que contagiemos a los demás”.

Rita ya está fuera de peligro. Ahora debe cuidar a sus dos hijas que también dieron positivo al SARS-COV-2.

Te puede interesar leer: Van 1,884 muertes por COVID-19 en el sector salud, ¿por qué se contagian?

El Valle de México en rojo

Las dificultades para recibir pagos completos y el trámite de la incapacidad son solo algunas de las problemáticas que está enfrentando el personal de salud y el resto de las personas que están afiliadas al Seguro Social.

El 18 de diciembre, las autoridades federales, capitalinas y mexiquenses cambiaron el semáforo epidemiológico de naranja a rojo para intentar frenar el aumento en el porcentaje de hospitalizaciones. Sin embargo, cada vez hay menos camas disponibles en la Zona Metropolitana del Valle de México

Ahora, quienes se enferman de COVID-19 y requieren ser hospitalizados se enfrentan a una ocupación hospitalaria promedio (en el IMSS) de 91.6% en la Ciudad de México y de 97.5% en el Estado de México.

Eso quiere decir que solo una cama de cada 10 está disponible, según cifras de la Secretaría de Salud (SSA), con corte al 29 de diciembre de 2020.

Mientras tanto, los casos positivos continúan acumulándose y registrando nuevas cifras récord tanto en la capital como en el territorio mexiquense.

Martina está por regresar de sus vacaciones anuales al hospital de la CDMX ubicado en la alcaldía Álvaro Obregón, donde se han registrado 171.3  defunciones por COVID-19 por cada 100,000 habitantes, la sexta peor tasa entre las 16 alcaldías de la capital.

La enfermera tiene miedo de retomar sus actividades laborales “porque a mediados de diciembre, el hospital ya estaba a su máxima capacidad de pacientes COVID-19. La gente no entendió y se reunió el 2 de noviembre. Ahora (con las fiestas decembrinas) la situación será muy caótica entre enero y febrero. Pero ahí estaremos, en el frente de batalla”.

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.