El gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador representa al sexenio en el que las Fuerzas Armadas han acumulado mayor poder económico y político, al grado de ejercer funciones -como la de seguridad pública- que eran exclusivas de civiles, lo que pone en riesgo al sistema democrático, advirtieron analistas y defensores de los derechos humanos.
Según especialistas consultados e informes de organismos ciudadanos, en ningún sexenio anterior -como los de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970), Luis Echeverría (1970-1976) o Felipe Calderón (2006-2012)-, el Ejército había tenido tanto protagonismo en la vida pública, al grado de asumir mayor relevancia política en perjuicio del orden constitucional.
Eliana García, integrante del colectivo Seguridad Sin Guerra, nos dijo que con López Obrador las Fuerzas Armadas tienen mayor poder político y económico, algo que no se compara con la relevancia que tuvieron durante los mandatos de Díaz Ordaz y Echeverría, cuando participaron en “atrocidades” como la matanza de Tlatelolco, en 1968, o El Halconazo, en 1971.
“Hasta el gobierno de Enrique Peña Nieto (2012-2018), las Fuerzas Armadas estaban subordinadas al poder civil. Actualmente han demostrado que no están subordinadas a ningún poder civil, y que amenazan y presionan incluso al Presidente”, nos indicó la también defensora de derechos humanos.
“Un Ejército que hace política”
En el mismo sentido, el sociólogo por la UNAM Jesús Villegas nos explicó que durante el sexenio de Díaz Ordaz, el Ejército estuvo “completamente subordinado al Presidente”, en particular durante la represión de octubre de 1968.
En cambio, nos aclaró el analista político, en el actual gobierno “desde luego que las Fuerzas Armadas están haciendo política”, y ejemplo de ello -precisó- fue el discurso que dio el secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval, durante la conmemoración a los Niños Héroes, el 13 de septiembre de 2022, cuando “tiró fregadazos a diestra y siniestra” contra quienes “pretenden apartar a las Fuerzas Armadas de la confianza y respeto de la ciudadanía”.
Otra muestra de la “arrogancia militar” y de su actual poder político, nos dijo Villegas, fue la negativa del titular de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) a comparecer ante el Congreso para rendir cuentas sobre los recientes hackeos del colectivo Guacamaya.
¿Un militar al poder?
El 21 de octubre de 2022, en reunión con diputadas y diputados del Congreso de Hidalgo, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, dijo que los militares pueden contender por la Presidencia. “Desde luego que un militar puede participar en tareas políticas y tener aspiraciones políticas, incluso ser Presidente, pero deberá someterse a las urnas”, señaló el funcionario y recordó que los mandatarios Lázaro Cárdenas y Manuel Ávila Camacho eran militares.
Sin embargo, el 25 de octubre de 2022, durante su conferencia mañanera, el presidente López Obrador contradijo al titular de Gobernación, y expresó que los militares no están pensando en aspiraciones políticas, sino en ayudar al pueblo.
Cabe mencionar que México ha tenido 67 presidentes, desde Guadalupe Victoria hasta Andrés Manuel López Obrador, de los cuales al menos 33 eran militares. El último mandatario que salió de las filas del Ejército fue Manuel Ávila Camacho, quien gobernó de 1940 a 1946.
Durante la administración de Ávila Camacho -que coincidió con la Segunda Guerra Mundial (1939-1945)-, la Secretaría de Guerra y Marina cambió su nombre a Secretaría de la Defensa Nacional; se estableció el servicio militar obligatorio; se dotó al Ejército de armamento moderno; se mejoraron los sueldos del personal militar; y se construyeron cuarteles y hospitales militares, así como un moderno edificio para la sede de la Sedena.
¿Posible golpe de Estado?
Grupos civiles han manifestado su preocupación ante el creciente poderío político y económico de las Fuerzas Armadas. En el estudio Inventario Nacional de lo Militarizado, elaborado por el Centro de Investigación y Docencia Económicas y México Unido contra la Delincuencia (MUCD), se expone que “la militarización se ha expandido a esferas de la administración pública diversas a la seguridad… se observa con la adopción de reglas o prácticas castrenses en instituciones civiles; (también) con la transferencia de recursos originalmente asignados a instituciones civiles”.
En tanto, en el reporte El negocio de la militarización en México -también elaborado por MUCD- se explica que en los últimos 12 años, al menos 227 funciones civiles han pasado a las Fuerzas Armadas, lo que equivale a cerca de $74,000 millones de pesos, aumentando así los presupuestos de la Sedena y la Marina en perjuicio de las secretarías de Seguridad y Protección Ciudadana, Agricultura, Medio Ambiente, Comunicaciones y Transportes, así como de los fideicomisos desaparecidos con el presidente López Obrador.
En las conclusiones del informe se advierte que México podría estar viviendo tanto un proceso de militarización como uno de militarismo, por lo que “el desequilibrio de poderes y la insubordinación constitucional de las instituciones militares son un primer indicio de que el poder militar comienza a desplazar al poder civil, y aumenta la urgencia de contrarrestarlo y revertirlo”.
Al respecto, el también ex académico en el CCH Oriente Jesús Villegas nos alertó que con López Obrador “del autoritarismo a la dictadura no hay más que un paso, y ese paso podrían darlo los militares si se les abre ese camino”. No obstante, el sociólogo consideró lejana la posibilidad de que el Ejército pudiera dar un golpe de Estado en estos momentos.
Mientras, Eliana García, quien también es asesora legislativa en el Senado, nos advirtió que es un “completo riesgo para el sistema democrático” darle tanto poder a las Fuerzas Armadas. La experta aseguró que ya ha ocurrido en México “un golpe militar blando” con apoyo de las autoridades civiles.
El término de “golpe blando” ha sido atribuido al politólogo estadounidense Gene Sharp para referirse a una conspiración no violenta que busca desestabilizar a un gobierno y causar su caída, sin que parezca que ha sido provocada por otro poder.
Ante lo que estamos viviendo en México, ¿podemos esperar un pronto retorno al orden constitucional o debemos prepararnos para tiempos cada vez más autoritarios?
