¿Por qué AMLO no quiere a las mujeres y los niños?

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No están ni en sus discursos

En su informe de toma de posesión del primero de diciembre – con seis mil 114 palabras y una duración de casi una hora-, Andrés Manuel López Obrador nombró una sola vez la palabra mujeres, y fue sólo para el saludo.

Pero más que una omisión en el discurso, la eliminación durante esta administración de programas y presupuestos que las beneficiaban a ellas -como el recorte a las estancias infantiles, los refugios para víctimas de violencia feminicida o la entrega tardía de la terna para la titular del Instituto Nacional de las Mujeres–  evidencia una política de gobierno en la que la población femenina es la principal ausente.

De acuerdo con Guadalupe Ramos Ponce, integrante del Comité de América Latina y El Caribe para la Defensa de los Derechos de la Mujer (Cladem), en Jalisco, desde las campañas electorales se notó la ausencia de los derechos de la población femenina como eje de la política de cualquiera de los presidenciables, incluyendo a López Obrador.

Según los análisis que hizo Cladem, la y los candidatos de la jornada electoral de 2018 hablaron de las mujeres sólo a través de la violencia, y de manera tangencial, como si fuera el único tema que las involucra; y ahora, como presidente, López Obrador no incluye a este grupo social ni en sus discursos ni en su política.

¿Por qué?

Para Ramos Ponce, hay al menos tres razones por las que el actual presidente de México no reconoce a las mujeres como sujetas de su política:

  1. Ignorancia
  2. Falta de interés
  3. Pensamiento machista y androcéntrico (donde el centro es el hombre adulto, y lo demás se define con base en él).

La activista y feminista, señaló a Cuestione en entrevista, que el presidente tiene que admitir que no conoce sobre los derechos de las mujeres y que, por otra parte, ha manifestado poco interés por aprender y por hacerse llegar -siquiera- de elementos mínimos discursivos.

Pero esta ausencia también responde a “una priorización clara machista. El patriarcado ahí está instalado también (en el jefe del poder ejecutivo), y por eso es que les cuesta tanto trabajo”, según la impulsora de la Alerta de Violencia de Género en su entidad.

¿Qué implica esta ausencia?

Ramos Ponce señala que el riesgo de que un presidente sea misógino, ignorante y omiso con respecto a los derechos de las mujeres es que se deja fuera a la mitad de la población (las mujeres representan 51% del país) de las políticas públicas.

“Mientras estemos fuera de los espacios de decisión, de la agenda de gobierno y de la agenda prioritaria, no podemos hablar de un Estado de Derecho y menos de un Estado democrático”, dijo la también profesora de la Universidad de Guadalajara.

Además, la violencia incrementa: “hay todo un aparato del Estado que promueve, permite y genera la violencia contra las mujeres (al no garantizar su educación, un salario digno y oportunidades iguales de empleo) pero, por el contrario, no vemos todo un aparato estatal previniendo, atendiendo, sancionando y erradicando y tratando de erradicar esta violencia”.

La investigadora reflexionó que López Obrador se equivocó al recortar -por temas de corrupción- programas que beneficiaban a las mujeres, ya que hizo “tabla rasa” contra políticas que tienen que ver con la autonomía de las mujeres sin considerar el impacto en su vida.

Algo más que omitió el presidente de México fue que esos derechos no fueron “concesiones graciosas” o regalo de los políticos de las administraciones pasadas; sino, logros del movimiento feminista y producto de una lucha histórica que las mujeres han dado a nivel internacional, nacional, local.

“Cualquier cambio que se haga sin consultarnos, sin hablarlo con el movimiento de mujeres, el movimiento feminista, implica también que no hay gobernanza. La gobernanza se tiene que entender en esos términos de diálogo con la sociedad civil y en este caso no ha existido”, sentenció la activista.

Las pruebas

Como ejemplo de lo que explica Ramos, hay varios botones: en sus conferencias de prensa y eventos públicos de sus primeros tres meses de gobierno, el mandatario federal omitió a las mujeres en todos sus discursos y conferencias de prensa. Habló en masculino de trabajadores, migrantes, campesinos, pero a ellas ni las refirió.

A partir de una revisión de las versiones estenográficas de sus mañaneras, hasta el 8 de marzo, las pocas veces que el presidente de México habló de la mujeres fue en su papel de madres, principalmente como procreadoras de los jóvenes que participan en el robo de combustible y, únicas responsables, de la educación de sus hijos.

“Y hablaba yo de pedirles a las madrecitas que nos ayuden con sus hijos. Porque las madres son muy buenas, están llenas de sentimiento; las madres quieren mucho a los hijos y nunca una madre va a aceptar que un hijo comete un ilícito (…) Siempre, para las madres, los hijos son inocentes, y piensan que es una injusticia la que se comete cuando se detiene a un hijo, a una gente de la familia”, sentenció el mandatario en su conferencia del pasado 7 de diciembre, cuando anunció que el huachicol sería ya un delito grave.

No sólo eso, sino que -según trascendió en medios- el presidente incluyó en su lista de temas “innombrables” el feminicidio.

De hecho, luego del asesinato de una niña en ChimalhuacánLópez Obrador fue cuestionado por la prensa al respecto de su política para erradicar la violencia contra las mujeres. Ahí respondió:

“Me preocupa que tengamos en promedio hasta 80 homicidios diarios (esta cifra no incluye feminicidios). Duele mucho. Y de los homicidios en general, feminicidios, y esto de Chimalhuacán de ayer, todo esto es muy, muy, muy doloroso, muy preocupante. Estamos trabajando para evitar todo esto”, dijo en otra mañanera.

Y el 8 de marzo, en un desayuno que hizo con “representantes de las mujeres” acusó al feminismo de la división social: “Para mantener al régimen opresor se empezaron a hablar de las nuevas políticas públicas (…) Y se polarizó mucho, se fraccionó, se convirtió la política en un asunto gremial. Y era el Movimiento Feminista y es el… Y esto permitía que se mantuviese el régimen autoritario, porque cada quien se ocupaba de su movimiento”.

Al respecto, Ramos Ponce criticó: (López Obrador) es un ignorante, no conoce el movimiento feminista, no sabe lo que ha implicado ni lo que le  ha aportado a este país, a la región y al mundo (…) habla desde su posición de hombre en el patriarcado, desde la ignorancia y desde el machismo que le atraviesa y lo que hace es un insulto al movimiento amplio de mujeres y feminista”.

La infancia

También en este tema el presidente queda a deber. El 28 de abril, la Red por los Derechos de la Infancia en México (REDIM) cuestionó en un comunicado público que López Obrador no ha priorizado a niñas, niños y adolescentes, sino que ha cancelado, cerrado o cambiado programas como el de estancias infantiles, los comedores populares, y el de jornaleras y jornaleros agrícolas. Además, recortó un 16 por ciento al presupuesto del DIF nacional.

“No hemos encontrado en su discurso, ni en la transición, ni ahora en la presidencia, que priorice a la niñez”, sentenció la organización.

Y ¿qué más?

Andrés Manuel López Obrador ha dicho que someterá a consulta la interrupción legal del embarazo en el país, un derecho de las mujeres consagrado en instrumentos internacionales, pero -según dijo- “después de limpiar al país de la corrupción”.

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