¿Qué datos tenemos y cuáles faltan para construir mejores políticas contra la violencia?

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México cuenta con una gran variedad de datos para estudiar la violencia homicida. Sin embargo, esa información no captura la complejidad de la realidad a la que están sometidas muchas personas en el país. 

Esto requiere de una desagregación de datos como el color de piel, la ocupación y la orientación sexual, categorías que en los registros están incompletas o son inexistentes. Y es que lo anterior permitirá saber con más certeza a qué personas afecta más la violencia y crear soluciones que se adapten a su realidad. 

Así lo expone el reporte “Datos para la vida”, un proyecto de Data Cívica e Intersecta, dos organizaciones feministas dedicadas a la investigación estadística para estudiar la violencia y diversos problemas del país.

¿Qué no están haciendo las autoridades para registrar y publicar datos más completos? Sobre esto también hablamos con Lilian Chapa Koloffon, investigadora senior del World Justice Project, una organización internacional que estudia diversos problemas de la sociedad como la inseguridad y la corrupción. Nos contó, además, que deberían implementarse estrategias puntuales para que con estos datos se propongan mejores políticas de seguridad. 

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Los datos de calidad mejoran la vida de las personas 

México cuenta con dos fuentes principales de información sobre homicidios: la base de datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública (SESNSP -mejor conocido como Secretariado) y la del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI).

El Secretariado captura mensualmente los delitos registrados en averiguaciones previas de carpetas de investigación iniciadas por las fiscalías del país. Sin embargo, la metodología de esta fuente no es clara y por lo tanto, no se puede evaluar la calidad de su información. 

Por ejemplo, no es posible asegurar que todas las entidades sigan una misma forma de capturar los datos.

El registro de mortalidad del INEGI es aceptado como la base de datos oficial más completa que se tiene en México, según el reporte de Data Cívica e Intersecta. 

Sin embargo, las expertas señalan en el informe que los registros de defunción, de los cuales se nutren los datos del INEGI, solo toman en cuenta las agresiones letales de una víctima. Si una mujer es agredida sexualmente, pero asesinada por ahorcamiento, solo se registra la causa directa de su muerte. 

Lilian Chapa Koloffon, experta en temas de violencia, nos explicó que “tener muchos datos no resolverá problemas, se necesitan estrategias claras en la operación. Antes de tener datos, hay que saber cómo manejarlos. En el caso de la violencia contra la mujer, la policía sabe desde qué domicilio se está reportando una agresión, pero no hay intervenciones adecuadas”. 

Chapa Koloffon también nos señaló que existen datos que podrían nutrir todavía más las bases que ya existen. “No se ha explotado la información del sistema de salud del todo. De estos reportes, existe información que no se está incluyendo y podría generar una imagen más completa de un caso”. 

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Un problema adicional a los vacíos de información es la incapacidad que tiene el Estado de investigar a fondo los homicidios en general. En la base del INEGI, solo se registra la causa, no los motivos por los cuales una persona es asesinada. Y es que, como aquí lo explicamos, 9 de cada 10 casos de homicidio doloso no se resuelven por las fiscalías. 

Es decir, tampoco hay una voluntad abierta por parte de las autoridades para mejorar el registro de datos. Esto también se ve reflejado en las ruedas de prensa del presidente de todas las mañanas, donde culpa a los sexenios anteriores del aumento de la inseguridad.

“El conteo de delitos no se resetea en cada sexenio. Cuando [el presidente] sale a reportar delitos, asume parte de la responsabilidad”, nos cuenta la investigadora sobre violencia. Asimismo, “solo se muestran estadísticas, lo cual es de muy corta mira. Se mandan mensajes desde la mañanera, pero en realidad se requiere que los esfuerzos se concentren en acciones concretas”. 

Áreas de oportunidad 

Los vacíos de información señalan que hay que tener más en cuenta la complejidad de la violencia en la recolección y mejoramiento de datos. 

Y no solo hay que incluir más aspectos como el tono de piel o más opciones en ocupaciones, también hay que aprender de buenas prácticas para que, con esos datos y políticas, se nutran lo que ya existe en México. 

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Hay datos que usan, por ejemplo, para ubicar a comunidades afectadas por la violencia. Aquí contamos cómo la Iniciativa Global, un organismo dedicado a apoyar a comunidades amenazadas por la violencia, otorga fondos para que las personas se capaciten y puedan responder a la inseguridad.

Otros ejemplos más claros de éxito son explicados en esta publicación de Americas Quarterly, una revista enfocada en información política. Por ejemplo en Honduras, tras una iniciativa de profesionalizar a la policía y aumentar sus salarios, la tasa de homicidios cayó en un 50%. Esto lo pudieron hacer tras saber dónde se concentraban más homicidios y qué policías necesitaban más capacitación. 

Los datos ayudan a las personas. No solo hay que mejorar los métodos para publicarlos, hay que hacer trabajo de campo para complementarlos e implementar políticas.

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