Ser moreno en México puede cerrar las puertas

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Como todos los días desde hace casi 40 años, la maestra Carmen Saéz Pueyo, comenzó a impartir su cátedra “Sociedad y Estado en México” en la Facultad de Ciencias Políticas de la UNAM

Su clase, conformada por un alumnado de unas 40 personas, escuchaba con atención las anécdotas de la profesora, quien para su primera lección ya había dejado en claro que ella es hija de refugiados catalanes de la Guerra Civil española, que tiene un doctorado en filosofía por la Universidad de Oxford… y que también es racista.

A mitad de su lección sobre la conformación del estado-nación en México en el siglo XIX, Saéz Pueyo soltaba de manera muy casual frases como: “la blancura es la mitad de la hermosura”, “¿No van a estar saliendo con un negrito cucurumbé o con la de las quesadillas?”, provocando risas en la mayoría de los casos y perplejidad entre los pocos alumnos y alumnas indígenas. Esto ocurrió en 2001, en una clase que atendí. Al parecer, hasta la fecha, las clases y los comentarios de Sáez Pueyo no han cambiado mucho

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Pero no se necesita ir muy atrás para encontrar muestras similares en pleno Siglo XXI en México, un país en el que hasta hace poco el racismo no era un tema de debate, oculto bajo el mito del mestizaje y la Raza cósmica impulsados por José Vasconcelos. 

Una indumentaria que no es digna del baño de Casa Lamm

Apenas el pasado 27 de febrero, el flautista y concertista Horacio Franco vio cómo la discrminación y el racismo están asimilados como algo normal. Franco asistió a un evento en el centro cultural Casa Lamm y testificó cuando una indígena otomí fue discriminada por personal del restaurante de ese lugar. 

Franco nos relató que ese día él estaba en una mesa con Mardonio Carballo y otros personajes del mundo cultural cuando la mujer -cuyo nombre reservamos para proteger su identidad- quiso entrar al baño, pero los empleados del lugar no se lo permitieron, pues ella iba ataviada con indumentaria tradicional. Los empleados le pidieron a la mujer que fuera al baño destinado para el personal, no al de los clientes, como suelen hacerlo con las vendedoras otomí que recorren la Roma.

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Esto provocó el reclamo de Horacio Franco, por lo que el gerente del lugar tuvo que ofrecer disculpas. “Una vergüenza: estuve invitado a un desayuno con Mardonio Carballo y Antonio Attolini, entre otros en Casa Lamm y con nosotros estaba sentada una compañera otomí con su indumentaria tradicional. Quiso pasar al baño de clientes y NO LA DEJARON PASAR!”, escribió Franco aquél día en su cuenta de Twitter.

“Cuando nos dimos cuenta que salió llorando por ese trato la auxiliamos varios de los invitados y finalmente el gerente le pidió disculpas. Cuánto nos falta en este país para aprender que NO SE DEBE DISCRIMINAR A NADIE. ¡Es vergonzoso!”.

Para el artista este racismo está enraizado en México y en los indígenas, que siempre han sido víctimas de maltratos, por lo que ahora les cuesta exigir sus derechos. 

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La pigmentocracia juega un rol social determinante, pero más que nada es ver quiénes han sido los dueños de este país por años, y toda esa minoría que ha tenido a México bajo su control por los últimos siglos, entonces ahí hay una total devoción al color de piel y a no querer ser indígenas”, nos dijo.

“Estamos estigmatizados por una pigmentocracia verdaderamente lamentable que nos ha hecho mucho daño, pero más a los indígenas, que son quienes han vivido dominados y subyugados por este poder que tienen las élites”. 

Con él coincide el actor Tenoch Huerta, integrante del colectivo Poder Prieto, que ha denunciado el racismo y clasismo en distintos ámbitos de la sociedad y la cultura en México. 

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“Ahora resulta que hasta para ir al baño la racialidad es determinante”, nos dijo.

“El racismo está muy interiorizado, es muy sutil. El racismo que se practica en México es un racismo que hasta puede pasar inadvertido.  El mito del mestizaje lo que hace es invisibilizar las opresiones, pero sobre todo invisibiliza los privilegios de quienes los detentan”, nos dijo. 

En México, ser moreno bloquea acceso a la educación, trabajo…

Tanto Horacio Franco como Tenoch Huerta consideran que México se construyó sobre el racismo y clasismo, pues la nación fue un proyecto criollo, que pretendía que estos adquirieran los poderes y privilegios de los peninsulares, pero no contemplaba a una diversidad cultural y racial.

Sin embargo, esto todavía está latente. Un ejemplo, nos comentó Huerta, es que en México los ascensos y tratos siguen estando condicionados por el color de piel

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“Si tú por ser moreno no accedes a un mejor puesto de trabajo o a un trabajo, entonces están limitando tu capacidad económica, no importa cuánto talento tengas”, nos dijo Huerta.

Este es uno de los hallazgos del estudio “El color de México”, del investigador Raymundo Miguel Campos Vázquez, miembro del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México.

En su análisis, Campos encontró que una persona con un tono de piel morena difícilmente podrá subir en la escala social, por el contrario, tiene más probabilidades de descender, pues tendrá menos oportunidades de estudiar y de encontrar un mejor empleo. En contraste, para una persona de tez blanca será mucho más fácil acceder a estudios y mejores empleos.

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“Los resultados muestran que para las personas con tonos más claros de piel les es más fácil subir socialmente si nacen en pobreza que las personas con tono de piel más oscuro. Al mismo tiempo, la persistencia en pobreza es mayor para tonos de piel más oscuros. Por otro lado, las personas con tonos más claros es más probable que se mantengan en estratos de mayor riqueza si se criaron en ese estrato que personas con tonos más oscuros”, señala el estudio.

El análisis destaca que en México el color de piel está relacionado con la escolaridad, ya que conforme es más clara la tonalidad de la piel, la escolaridad aumenta.

Un resultado similar se puede encontrar en el Módulo de Movilidad Social Intergeneracional del Instituto Nacional de Geografía y Estadística. Este análisis destaca que de las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más clara, solo 10% no cuenta con algún nivel de escolaridad, mientras que la cifra se eleva a 20.2% para las personas que se autoclasificaron en las tonalidades de piel más oscuras.

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Además, la Encuesta sobre discrimación en la Ciudad de México del Consejo para Prevenir y  Eliminar la Discriminación, las personas con piel morena conforman al grupo más discriminado en la capital.

El sondeo arrojó que el 18.7% de los encuestados consideró que la piel morena es un detonante de discrimanción. Esta causa se repitió en 7 alcaldías, donde refirieron que el grupo más discriminado son las personas de piel morena, en 8 más los indígenas y en una las y los gay. 

La encuesta también indica que 25.2% de las personas encuestadas refirió que ha sido discriminada, 6.7% de los cuales dijeron que fue por el color de piel, pero 46.9% no hizo nada al respecto y solamente el 2.8% denunció.

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 Más apertura a hablar del tema, pero ninguna política pública

A pesar de que en este gobierno hay mayor apertura a reconocer que en México existe un problema de racismo y clasismo, todavía no existen políticas públicas que ayuden a combatirlos, nos dijo Tenoch Huerta, el actor y activista que desde el colectivo Poder Prieto denuncia este tipo de prácticas. 

“Es tan abrumadora la evidencia que no les queda de otra que aceptarlo. Sería como negar que existe una violencia sistémica contra las mujeres. Ahorita estamos en una etapa en la que hay una insistencia en minimizarlo. El racismo es negado por gente que es racializada. En México apenas estamos empezando a admitir que el país es racista”, nos comentó.

Tenoch nos dijo que en realidad no hay acciones concretas para abatir el racismo y que llama la atención que las élites (blancas) intelectuales y culturales del país no se hayan sumado al debate. 

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Sin embargo, destacó que desde Poder Prieto están buscando cambiar esta situación, acercándose tanto a actores políticos como sociales. 

“Para nosotros es importante que las representaciones cambien, que se vea más piel morena en la televisión, en los teatros, en los comerciales, que se abran los espacios para la piel morena, pero que también cambie cómo nos representan: que dejemos de ser criminalizados constantemente y que las narrativas sean articuladas por las personas racializadas, es decir, la gente de la periferia, los indígenas, mujeres y afrodescendientes. La narrativa no la debe tener la ‘blanquitud’, pues ellos tienen sus propias historias y sus narrativas. 

“Tiene que haber políticas públicas que busquen la reivindicación, que prohíban la discrminación por cualquier motivo racial, tiene que haber sanciones, Conapred debe tener la capacidad jurídica de sancionar, no nada más dar sugerencias y regaños. Se tiene que buscar que los espacios sean abiertos a las personas racionalizadas, que haya proporcionalidad en la representación en gobierno, en empresas, en televisión, en cualquier ámbito o actividad económica.  Tiene que haber un piso parejo para todos y todas para que esto suceda. Es algo muy a futuro y me parece que en este momento es impracticable, pero hay que discutirlo”, concluyó.

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En tanto, Horacio Franco destacó que el presidente López Obrador ha puesto el tema sobre la mesa, pues ahora es algo que se discute. 

“Hoy por hoy el mismo presidente muy continuamente está señalando al clasismo y al racismo como las grandes enfermedades de México. Eso es totalmente cierto. Con Peña Nieto eso era inimaginable”, nos dijo. 

¿Se ampliarán el debate y las políticas públicas para erradicar el racismo en México?

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