Terapias de conversión, prácticas de tortura que sólo prohiben 11 estados de México

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A pesar de que los Esfuerzos para Corregir la Orientación Sexual e Identidad de Género (ECOSIG), también conocidos como terapias de conversión, son considerados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como tortura en contra de la comunidad LGBTIQ+, solamente en 11 estados de México están prohibidos.

Estos son Ciudad de México, Estado de México, Puebla, Colima, Zacatecas, Yucatán, Baja California Sur, Baja California, Tlaxcala, Hidalgo y Jalisco.

De acuerdo con la ONU, los ECOSIG “son prácticas de diferente índole -sesiones psicológicas, psiquiátricas, consejería religiosa, entre otros métodos- con la intención de cambiar la orientación sexual de una persona específicamente de homosexual o bisexual a heterosexual”.

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Estas terapias también pueden estar dirigidas a cambiar la identidad o la expresión de género de las personas trans e incluyen acciones como la violación correctiva, violencia verbal y amenazas.

También se somete a las víctimas al uso forzado de medicamentos, a terapias de aversión en las que se usan estímulos externos, “ya sean sonidos, imágenes o películas, para luego generar rechazo físico mediante medicamentos que provocan asco o náuseas, así como mediante electroshocks”. 

“Sociológicamente y desde la perspectiva de género tiene que ver con algo que, históricamente hablando, se ha sostenido para entender al género y a la sexualidad. No hay que olvidar que la categoría homosexualidad y transexualidad eran categorías psiquiátricas”, nos dijo César Torres, sociólogo investigador del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG) de la UNAM.

Estas prácticas siguen vigentes aunque la misma Asociación Americana de Psicología (APA-Psicología por sus siglas en inglés) sacó la homosexualiad del listado de trastornos mentales del Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (DSM) en 1973.

A pesar de esto, la homosexualidad seguía siendo considerada un “disturbio de la orientación sexual”. Hasta 1986 fue cuando la APA-Psicología retiró a la homosexualidad completamente de dicho manual; hasta 1990 cuando la Organización Mundial de la Salud adoptó la misma postura y en 2018 se quitó la categoría de enfermedad mental a la transexualidad.

Activismo LGBTIQ+, clave para evidenciar la urgencia de detener estas prácticas

“El activismo, en el cual hemos ido ganando reflectores y se han sumado voces de la comunidad que antes no mostraban ese apoyo tan directo, ha influido en que vayamos ganando en temas que se veían estancados”, nos dijo Carolina Hernández, voluntaria de la vocería de Yaaj México, una organización sin fines de lucro encargada de promover, proteger y garantizar los derechos humanos de la población LGBTIQ+.

Gracias a esta movilización ciudadana es que se han podido evidenciar las graves consecuencias que los ECOSIG tienen en la salud mental de las personas que son sometidas a estos tratamientos, nos dijo Hernández.

El efecto más negativo de las ECOSIG es la muerte. Nadie debería ser mermado de tal manera -emocional y físicamente- que te lleven a tomar una salida que, quizás, no sea la correcta. Estas mal llamadas terapias de conversión son realmente tortura, es algo atroz lo que han vivido diversos miembros de la comunidad solamente por ser quienes son”, acusó la entrevistada.

La mayoría de las víctimas de los ECOSIG son jóvenes entre 15 y 17 años que son obligados por sus familias a tomar estas terapias, nos dijo Carolina Hernández. También explicó que hay casos en los que las propias víctimas se someten a los ECOSIG de manera voluntaria por presión de sus familias, quienes les convencen de que hay algo mal con ellos, aunque después son privadas ilegalmente de su libertad mientras dura el tratamiento. 

Los ECOSIG están cerca de ser prohibidos y penados en México

Pero no todo son malas noticias, ya que la Cámara de Senadores aprobó la modificación al Código Penal Federal y la Ley General de Salud para prohibir y sancionar penalmente los ECOSIG.

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El 11 de octubre de 2022, las y los senadores aprobaron añadir el capítulo Delitos contra la Orientación Sexual o la Identidad de Género de las Personas al Código Penal Federal y también reformar la Ley General de Salud.

La minuta que ya se encuentra en las comisiones de Salud, Justicia y Diversidad de la Cámara de Diputados plantea sancionar con dos a seis años de prisión y multa de 1,000 a 2,000 veces el valor diario de la Unidad de Medida y Actualización -lo que antes conocíamos como Salarios Mínimos- a quien realice estas prácticas.

El dictamen aprobado por el Senado impone estas sanciones a quien “imparta, aplique, obligue o financie cualquier tipo de tratamiento, terapia, servicio o práctica que obstaculice, restrinja, impida, menoscabe, anule o suprima la orientación sexual, identidad o expresión de género de una persona”.

Además, la penalización aumentará al doble cuando las prácticas de los ECOSIG se realicen en contra de personas menores de 18 años, personas adultas mayores o personas con alguna discapacidad y también cuando cuando la persona que lo realice tenga con la víctima alguna relación laboral, docente, doméstica, médica o “cualquier otra que implique una subordinación”.

“De la misma manera, cuando se valga de una función pública para cometer el delito o emplee violencia física, psicológica o moral en contra de la víctima. El proyecto especifica que bastará la presentación de una denuncia para iniciar la investigación de los hechos que revistan las características de este tipo de delitos”, establece el dictamen aprobado por el Senado.

“Catalogarlas como ilegales, representa un cambio muy bueno para las personas LGBTIQ+ porque contra lo que se está atentando aquí es el derecho humano al libre desarrollo de la personalidad, que tenemos todas las personas porque son derechos universales que se deben consagrar para todos y todas”, nos dijo César Torres, investigador del CIEG.

Sin embargo, se corre el riesgo de que estas terapias de conversión sigan funcionando en la clandestinidad.

“Hay conocimiento por parte de activistas que se dedican a rastrear este tipo de prácticas de que incluso algunas de ellas estaban dentro de lugares que se conocen en términos coloquiales como ‘Anexos’ para personas que tienen adicciones al alcohol o a drogas y que son utilizados para ahí corregir la orientación sexual e identidad de género”, nos dijo el entrevistado.

“Entre más cuidemos la salud mental de nuestros jóvenes, niños y niñas, vamos a tener sociedades mucho más saludables, más íntegras. Nadie debería estar a favor de que otro ser humano sea torturado, nadie debería de tener la duda de si es correcto o no, ser como es”, señaló Carolina Hernandez, voluntaria de la vocería de Yaaj México y miembro de la comunidad LGBTIQ+. 

Ni la homosexualidad, ni las diversidas expresiones sexuales o de género son una enfermedad y el consenso científico avala este señalamiento. Lo que significa que no hay nada que curar.

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