Trabajo infantil: una realidad invisible que debes conocer

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En México, afecta más a las niñas

Mariana tiene 12 años, trabaja en una cocina económica. Sirve la comida, pica las verduras y lava los platos, todos los días, de lunes a sábado durante seis horas. Está acostumbrada a convivir con cosas calientes y cuchillos. Entra a las cuatro de la tarde y sale a las 9 o 10 de la noche, cuando terminade limpiar todo, junto con sus compañeras. Por este trabajo, que realiza seis días a la semana, gana 50 pesos diarios. Empezó hace año y medio.

Con ese dinero, Mariana apoya con los gastos de su casa, en donde vive con su madre, y paga lo que necesita para la escuela (cursa el primero de secundaria), de donde sale corriendo para ir a su turno. Algún día, espera poder dejar el mandil de la cocina donde trabaja y ponerse una bata de doctora.

Laura, de 13, también trabaja, como empleada en un puesto de verdura de su familia. Cada fin de semana, vacaciones y días festivos se cuelga el mandil rojo, acomoda los productos del puesto de verduras y los ofrece.

Ella también lava los trapos y barre el puesto. Cojea de una pierna (un problema de nacimiento), pero eso no le impide ir de un negocio a otro para hacer los mandados. Su papá le paga 20 pesos por día. Con eso, junta para comprarse zapatos y uno que otro gusto.

Seguramente diario te encuentras con una Mariana o una Laura en la fonda en la que comes, en la tienda de la esquina, limpiado la casa de alguien, vendiendo en la calle o en el mercado de tu colonia. Ésta es la condición de vida de 3.2 millones de personas de entre 5 y 17 años de edad, que trabajan en México; de ellas, 40% son mujeres.

Las niñas y adolescentes trabajan, principalmente, en “actividades feminizadas”, es decir, preparación de alimentos, limpieza, cuidado de otras personas y, en general, el sector servicios. Aunque la situación nos parezca tan frecuente, es ilegal.  

Personas menores de 15 años no deben trabajar

La Ley Federal del Trabajo prohíbe que las niñas y niños menores de 15 años trabajen, pues es la edad media para finalizar la escolaridad obligatoria: secundaria. Después de esa edad se requiere un certificado médico que avale que cuentan con las condiciones físicas y psicológicas para emplearse formalmente.

Esto es así porque, de acuerdo con la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el trabajo podría contribuir a la violación de los derechos de la infancia, como a la educación y a la atención médica, a descansar, a tener tiempo librea jugar y a realizar otras actividades recreativas, recibir cuidados y a tener contacto regular con sus mamás, papás y amigos.

Por eso, aún rebasando los 15 años y hasta los 18, el Estado establece muchos otros requisitos para empleo infantil:

  • No pueden trabajar después de las 10 de la noche o más de seis horas
  • Tampoco pueden laborar en expendios de bebidas embriagantes de consumo inmediato, como cantinas o bares
  • Ni en trabajos susceptibles de afectar su “moralidad o buenas costumbres”;
  • No pueden realizar actividades peligrosas, por decir sólo algunos.

Si se incumple en algunas de estas condiciones, el castigo es de uno hasta cuatro años de prisión y una multa de 250 a 500 veces el salario mínimo general. La pena la determina la autoridad laboral según cada caso, ya que hay trabajos más riesgosos que otros.

Trabajo doméstico, empleo de riesgo

A su corta edad, tanto Laura como Mariana saben lo que es un dolor de espalda por cargar algo pesado. Y a diferencia de muchos niños, sufren por no poder entregar una tarea ya que no tienen tiempo para hacerla. Las labores domésticas que realizan en sus hogares y en negocios (aunque sean familiares) podrían ser peligrosas, si las hacen en condiciones no adecuadas; horarios prolongados o cargando objetos pesados.

Hasta el momento, ambas han estado expuestas solo a accidentes menores: cortaduras con el cuchillo, caerse de algún banco o que los clientes las insulten por algo que no les gusta de sus productos, pero ninguna sabe qué pasaría, a dónde acudir, con qué pagar, si tuvieran un accidente mayor.  

Para ellas, trabajar es “normal”. Ahí mismo (un mercado de la Ciudad de México) hay niñas más grandes que trabajan cotidianamente hasta 12 horas al día. Las dos coinciden en que se esfuerzan por mantener su ocupación, les gusta, aunque –sí pudieran– Laura vería más películas y Mariana le dedicaría más tiempo a sus estudios.

La OIT advierte que “los niños que trabajan en el servicio doméstico figuran entre los más vulnerables y explotados, y son los más difíciles de proteger. Estos niños son, en su mayor parte, trabajadores ‘invisibles’, ocultos y olvidados. Principalmente proceden de familias muy pobres; muchos de ellos son abandonados, huérfanos o de familia monoparental”.

Sin embargo, esto afecta principalmente a las niñas: “en muchos países (…) es percibido de manera positiva, como un tipo de trabajo no estigmatizado y preferido a otras formas de empleo, en particular para las niñas, (pues son vistas como) parte del ‘aprendizaje’ para la edad adulta y el matrimonio, contribuyen a la persistencia del trabajo doméstico como una forma de trabajo infantil”, dijo la OIT.

Los riesgos más comunes en este empleo son el uso de químicos tóxicos; transporte de cargas pesadas; manipulación de objetos peligrosos, como cuchillos u ollas calientes; alimentación y alojamiento insuficientes o inadecuados; y trato humillante o degradante, incluyendo violencia física o verbal e incluso abuso sexual.

Y los riesgos aumentan cuando la niña o el niño vive en la casa de quien les emplea, de acuerdo a lo que establece la Recomendación 201 de la OIT.

Esa organización advierte que los principales factores para el trabajo doméstico infantil son la pobreza y su feminización; la exclusión social; la falta de educación, la discriminación étnica y de género; la violencia en los hogares; los desplazamientos; la migración desde las zonas rurales a las urbanas, y la pérdida de los padres a causa de conflictos y/o enfermedades.

Pero también influyen las desigualdades económicas; la servidumbre por deudas; la idea de que quien emplea es un familiar y por lo tanto ofrece un ambiente protegido; y la creciente necesidad de las mujeres de tener un “sustituto” en el hogar que les permita ingresar al mercado laboral.

¿Qué dice la Ley en México?

En México, 6.4% de la infancia que trabaja realizó alguna “ocupación no permitida” para su edad, según la Ley Federal de Trabajo, principalmente en el campo y en el sector de los servicios (como comercios y restaurantes); 4% hizo quehaceres domésticos en condiciones no adecuadas y 0.7% combinó ambas formas de trabajo.

Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), 59.7% de las personas que realizan quehaceres domésticos no adecuados, le dedican hasta 14 horas semanales; y 51.5% de quienes las hacen son niñas.

Si bien la Ley Federal del Trabajo establece las condiciones generales en las que no se puede emplear a una niña o a un niño, no dice nada específico sobre el trabajo doméstico infantil en casas, comercios, cocinas, centros de cuidado o restaurantes, como sí lo hace en el caso de otras industrias, por ejemplo la gasera, en obras de construcción y minas.

¿Qué sigue?

La apuesta de México es erradicar, al menos, la ocupación infantil en condiciones de riesgo, no permitidas o no adecuadas, y -según el mandato internacional- subir paulatinamente la edad mínima en la que una persona puede emplearse.

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