Venta de niñas en México, un crimen tolerado a la vista de todos

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Nos aterrorizan las imágenes de niñas-novias que se casan en países lejanos, como Yemen o la India. Pero se nos olvida que en México eso es una práctica cotidiana, que lejos de erradicarse se incrementó en la última década. 

Disfrazados como usos y costumbres se esconde un acto de vil impunidad. Cuatro de cada 10 niñas son vendidas para casarse con hombres adultos en al menos 66 comunidades del municipio de Metlatónoc, en Guerrero, de acuerdo con la organización Yo Quiero Yo Puedo, la cual realiza trabajo comunitario en la zona para erradicar esta práctica.

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Pero Guerrero no es el único, casi 20 mil niñas de entre 12 y 14 años de edad viven actualmente en matrimonio o unión libre, de acuerdo con el Censo de Población y Vivienda 2020 del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI).

Siete estados concentran la mitad de las niñas en esta situación: Estado de México (2,097), Chiapas (1,727), Veracruz (1,554), Michoacán (1,107), Guerrero (1,059), Jalisco (1,059) y Puebla (1,046).

Los precios por las niñas van desde los cinco mil hasta los 180,000 pesos, “dependiendo de la edad, las habilidades para las labores del hogar que tengan y su belleza. Entre más jóvenes, son más caras, aunque quien decide cuánto cobrar por ellas es su propia familia”, reportó en 2020 Animal Político.

A pesar de que por sus características este tipo de prácticas constituye el delito de trata, el cual la mayoría de los códigos penales estatales condenan con prisión, lejos de erradicarse va en aumento en nuestro país. La tasa de matrimonio infantil entre niñas de 12 y 14 años aumentó pasando de cinco a seis por cada mil de 2010 a 2020 en el país, aunque en población indígena es del doble de acuerdo con el INEGI.

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Va en contra de los derechos de las niñas

Tras la denuncia del periódico Reforma, 25 de las 32 Secretarías Ejecutivas del Sistema de Protección Integral de las Niñas, Niños y Adolescentes (SPINNA), así como una veintena de organizaciones civiles les solicitaron a la Secretaría de Gobernación “un plan de acción inmediato”.

“Esta práctica intolerable constituye una gravísima violación a los derechos humanos de las niñas… Con el agravante de sus implicaciones como trata, violencia sexual y atentado al derecho a la salud”, se advierte en el mismo documento. 

Entre las siete secretarías ejecutivas que no participaron en este comunicado está justamente la de Guerrero, además de Baja California, Colima, Ciudad de México, Estado de México, Quintana Roo y Yucatán. 

La CEDAW y la ONU emitieron una recomendación conjunta desde 2014, en la que identifica que bajo argumentos culturales se justifican las violaciones a los derechos de las niñas. También las diversas organizaciones que enviaron el comunicado, junto al SIPPINA, consideran que “no es un tema de ‘usos y costumbres’ como se suele presentar, sino arreglos de violencia adulta tolerados y propiciados por la complicidad de autoridades comunitarias, municipales, estatales y federales”. 

“La sociedad mexicana es profundamente machista, clasista, racista y adultocéntrica, esto lleva a que se normalicen prácticas tradicionales nocivas que van en contra del desarrollo de niñas y niños, principalmente de los segmentos de población más excluidos”, nos dice Juan Martín Pérez, director de la Red por los Derechos de la Infancia (Redim). 

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Niñas-madres

Tan triste como que las niñas sean vendidas y obligadas a casarse es que esta vida las lleve a convertirse en madres. Casi la mitad de estas niñas (7,187) han procreado más de 10 mil bebés. Algunas de ellas, a pesar de su corta edad, tienen hasta cuatro hijos, de acuerdo con el mismo INEGI. 

El embarazo y el parto ponen en riesgo la vida de las niñas y de los bebés, pues sus cuerpos no se encuentran listos para procrear. Las adolescentes menores de 15 años tienen cinco veces más riesgo de morir durante el parto que una mujer adulta, advierte la UNAM.

También aumenta el riesgo de otros factores, como preeclampsia (presión alta en el embarazo, que puede conducir a un accidente cardiovascular), parto prematuro y, además, “los hijos de adolescentes tienen de dos a siete veces más riesgo de sufrir bajo peso y complicaciones perinatales y neonatales”, agrega el artículo.

Se puede cambiar

Virginio pagó por Maurilia, su esposa, cuando eran jóvenes. “Eran otros tiempos”, dice. Pero se convenció de que Catalina, su única hija mujer de entre seis hombres, no se pondría a la venta y que sería ella quien decidiría con quién y cuándo casarse. 

Una decisión que para muchas personas, principalmente en zonas urbanas parece normal. Pero en Juquila, Guerrero, de donde es originaria la familia, marcó un hito, recoge Animal Político

Juquila es una de las cinco comunidades de Metlatónoc en las que se prohibió la venta de niñas y mujeres en 2019 (faltan 61 comunidades más que se sumen a prohibir la práctica).

Los esfuerzos por cambiar la cultura de esta tierra comienzan a notarse. Sin embargo, cada día que pasa es una sentencia para alguna niña que es vendida. Para acelerar este proceso es necesario hacer un trabajo de re-culturización desde las autoridades de todos los niveles (federal, estatal y municipal), para que más mamás, como Aureliana, de Metlatónoc, diga: “Mi hija no está a la venta”, como responde cada vez que recibe una oferta por su hija de tan solo siete años. Y como Catalina, quien se convertirá en la primera profesionista de su familia.

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