Afganistán y el cambio de paradigma en la política exterior estadounidense

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El último soldado abordó el transporte aéreo y Afganistán se quedó sin presencia militar estadounidense. La interferencia militar de EU en aquel territorio se modifica en forma y fondo dando paso a un uso intensivo de inteligencia y, probablemente, de acciones militares de precisión.

El ascenso al poder por parte del Talibán suma un nuevo reto a la política exterior en la región y complica el margen de acción para el gobierno estadounidense en relación con Irán. Esto es evidente en el relevante papel que ahora juega Qatar –cuyo gobierno es cercano al iraní– desde donde se coordinó la evacuación estadounidense y a donde se trasladó la representación diplomática temporal para Afganistán de los Estados Unidos.

A menos de dos semanas de la conmemoración de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, el público estadounidense requiere de una narrativa que les ofrezca seguridad ante el miedo de sufrir un ataque similar ahora que Afganistán ha sido abandonado a manos del Talibán.

Es por ello que, en su mensaje a la nación, Joe Biden se concentró en explicar las condiciones político-militares que hicieron que el retiro de las fuerzas armadas de Afganistán fuera la decisión correcta. 

Sin un mensaje de derrota o victoria, Biden aplaudió el trabajo de quienes ayudaron y coordinaron la evacuación de cerca de 120,000 personas desde el aeropuerto de Kabul, insistiendo en que se realizó de la mejor manera posible dadas las condiciones.

Por un lado, no dudó en responsabilizar al gobierno y presidente afganos que colapsaron y huyeron permitiendo el rápido avance del Talibán y, por el otro, denunció el alto costo de la intervención en Afganistán que asciende a cerca de dos billones de dólares. 

Biden anunció lo que él pretende sea un cambio de paradigma en la política exterior estadounidense. En el futuro, Washington y el Pentágono se alejarán de la formación (democratización) de estados o gobierno extranjeros (denominada nation building) y se concentrará en labores de contraterrorismo como ya lo hace en Somalia, Siria e Irak. ¿Le alcanzará el tiempo y capital político al presidente Biden para conseguir el cambio que Barack Obama no logró?

Mientras tanto, la caótica evacuación de Afganistán, los desastres naturales generados por el huracán Ida y por el inmenso incendio forestal en la zona del lago Tahoe y la grave situación de contagios y muertes por COVID-19 (más de 1,300 fallecimientos por día) se han apilado en contra de los planes de consolidación política y recuperación económica de la administración Biden/Harris.

Por su parte, el gobierno mexicano ha jugado bien sus cartas, no sólo ofreciendo protección humanitaria a los afganos que así lo soliciten sino que, además, jugando un papel importante en el traslado y recepción de un grupo importante de colaboradores de The New York Times que evacuaron Kabul. 

Así, el gobierno mexicano seguirá usando la expulsión de migrantes centroamericanos y el ofrecimiento de este tipo de ayuda diplomática para mantener una relación amistosa y ampliar su propio margen de acción para con su contraparte estadounidense.

Más del autor: El polvorín afgano y la espina talibán

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