¡Oh, Todo Poderoso!

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El gran titiritero necesita marionetas que declaren lealtad ciega y acaten órdenes sin cuestionar. Aquel que no lo venere, sus hilos serán cortados y pasarán a la lista de neoliberales protectores de privilegios.

Por eso se entiende el aumento de funciones y responsabilidades a las Fuerzas Armadas que, sin titubear, levantan la voz garantizando lealtad, obediencia, control y opacidad. 

Algo que no le garantizan los órganos autónomos e independientes, que guardan en su naturaleza cuestionamientos, filtros y regulaciones. Por eso le estorban, incomodan y deben ser abatidos desde el púlpito presidencial.

¿Para qué quiere al Instituto Nacional de Acceso a la Información un gobierno que se mueve mejor en la opacidad? Así lo demostró durante su gestión como jefe de Gobierno de la Ciudad de México y en el dudoso origen del financiamiento de sus años de campaña. 

No es de extrañarse que la función pública reserve hasta por 5 años datos del SAT, policías, compras de vacunas, entre otros. 

Los contrapesos buscan un gobierno más transparente que aclare la razón de las asignaciones directas, las grandes compras y los programas sociales. Son una voz y una ventanilla para la sociedad, libres del control del gran titiritero.

Como bien comenta Víctor Ramírez, experto en temas de energía: “El presidente no quiere energías baratas, quiere el control”. Quiere ser el avión, la torre de control, el piloto y el destino. Control absoluto.

Por otra parte es imposible dialogar con alguien que considera a los órganos autónomos como una farsa, una tapadera o como nidos de corrupción. El Presidente no quiere voces críticas, quiere eco y oír su voz.

Por eso quiere que el acceso a la información se maneje desde la Secretaría de la Función Pública o desde Gobernación. Y así regresar a los años setenta donde se siente cómodo. Regresar al viejo priismo donde se formó. Instancias y funcionarios que estén al alcance de sus hilos y su control.

Por eso preocupa ver cómo mueve sus piezas, cómo debilita los contrapesos y cómo levanta un puño maquiavélico y lleno de resentimientos.

Habrá que cuidar al INEGI, al IFT, al INE, al Banco de México y demás órganos autónomos. Habrá que defenderlos, pero no ciegamente, sino demostrar su valía, exigir su revisión y mejora, no su desaparición. Una defensa en bloque de la sociedad organizada y de los propios órganos autónomos. La pasividad y el miedo pueden ser la dosis de silencio que necesita el presidente para prosperar, borrar y mover las piezas a su antojo y sumar control. ¡Oh, todo poderoso!

Porque detrás de los ataques hay una estrategia sistemática para tender redes y devorar poder. 

El tiempo se le agota, la pandemia agrava sus planes y le quita recursos. Por eso lo vemos buscar urgentemente de dónde hacerse de medios para lograr los sueños mesiánicos y los programas sociales que le garantizan popularidad y votos. Atención con las afores. 

Vamos a ver si al final no se atraganta de poder y deja un país desvestido y con anemia. Un titiritero enredado en sus propias palabras.

@JoseiRasso

Otro título del autor: ¿Un México de percepciones o realidades?

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