El asqueroso mundo de las reus

Compartir:

- Advertisement -

Puedes escuchar este texto narrado por L’amargeitor dándole click aquí:

Con la entrada del de 15 a prepa hemos vuelto a entrar, inevitablemente, al mundo de las reus y los planes sociales de fin de semana (se pone a llorar tantito)…

Ni modo. Es lo que hay.

La diferencia con la de 17 es que, a ella, gran parte de la prepa le tocó una pandemia y eso hizo que la vida social se le retrasara y a nosotros nos llegara un poco más tarde lo de enfrentar este inevitable vía crucis.

A ver, no tengo absolutamente nada en contra de que tengan planes, me parece normal, saludable e incluso emocionante que este niño empiece a abrirse a otras personas, grupos y actividades.

Lo que sí me parece que está CABRÓN y NUNCA voy a poder normalizar es que en estas pequeñas reuniones con pocos chavos de entre 15 y 16 años, algunos papás y mamás estén permitiendo que haya alcohol.

Llevo años mentando madres de este tema.

Y no soy ninguna experta pero lo que me asombra es que habiendo TANTOS expertos en el mundo, tantos libros, tanta información y tantas pruebas científicas de que empezar a beber a edades tempranas tiene consecuencias graves y permanentes, haya gente que elija ignorar todo eso o sencillamente prefiera no informarse y dejarse mangonear por sus hijos con el viejísimo truco de “es que si no hay alcohol nadie va a venir” o,  peor tantito, que sigamos pensando que “es mejor que aprendan a tomar con nosotros y no en otro lado” ¡no mamen… ¿en serioooo?!

NO. NO. NO. No y cien millones de veces ¡NOOOOO!

Déjenme hacerles un resumen rápido de respuestas ante estas pendejadas que nos contamos, y dejamos que nos cuenten, para que se dejen de hacer bolas y ya después les dejo unas referencias para que vayan a leer y a escuchar a personas que sí son expertas en la materia:

·  Si hay gente que no va a la fiesta porque no va a haber alcohol ¡alabado sea el Señor! Ya se deshicieron de las personas que justo no queremos junto a nuestros hijos.

·  Si en tu fiesta le das de beber a menores de edad y les pasa algo, TÚ eres el responsable legal y, por si no estás enterado, es un delito penado por la ley.

·  Al permitir que en tu casa se sirva alcohol a menores le estás enseñando a tus hijos a pasarse la ley por los huevos (perdonen mi francés) y contribuir a que este país del que taaaanto te quejas siga yéndose a la mierda (again, francés), en otras palabras: estás siendo parte del problema y pues… amigos dense cuenta ¿qué tipo de personas estamos formando para el futuro? ¿y qué tipo de mexican@ eres tú para quejarte de todo mientras rompes las leyes a tu conveniencia?

·  Efectivamente, no podemos blindar a nuestros hijos de todos los riesgos, sustancias, actividades, o de la vida en general. No. Pero eso no quiere decir que los pongamos frente a situaciones, sustancias, o lugares que:

o   No es momento – ¿por qué nos uuuurge empujarlos siempre al siguiente nivel? ¡Déjenlos por favor vivir cada momento sin prisas! ¡Protejamos su infancia! ¡Su pubertad! ¡Su ritmo!

o   No es saludable – ¿Cómo puede ser que siendo nuestros hijos el tesoro más grande de nuestra vida, estemos poniendo en riesgo su salud, que es lo que más nos importa?

o   No es seguro- Insisto ¿por qué queremos ponerlos en situaciones que probablemente no sepan manejar? ¿Por qué los dejamos ir a antros a los 15 y nos da miedo que sean los únicos que no van, cuando en realidad lo que nos debería de dar miedo es que estén en un lugar lleno de adultos (en su mayoría intoxicados) viendo cosas que no les toca ver, arriesgándonos a que alguien pueda abusar de ellos de alguna manera, o exponiéndolos a que algo suceda ahí dentro y no tengan las herramientas para resolver o reaccionar ante esa situación?

¿En qué momento nos volvimos los empleados de estas personitas en lugar de los responsables de ellos? ¿Cuándo nos empezó a valer madre informarnos? ¿Por qué tenemos tanto miedo a decirles NO? ¿O tanta necesidad de ser los papás cool?

Tenemos terror de “traumarlos” pero no de joderles el cerebro y, a largo plazo, la vida…todo bajo la explicación de “pobres no vayan a ser los únicos que no vayan, que nadie venga, que no tengan amigos porque sus papás lo cuidan”.

Puras pendejadas.

Lo que tenemos es flojera de enfrentar estas batallas porque, sí, efectivamente es una hueva máxima poner límites constantemente, soportar jetas y ser el malo de la película… mi consejo para sobrevivir a esos momentos es pensar “yo soy el adulto responsable a cargo, no me voy a dejar manipular y me vale madres ser la mamá o papá impopular”.

Nuestra chamba no es ser amigos de los hijos. Es ser sus papás.  Cien millones de planas por favor.

Me van a decir que “anteeees hacíamos lo que queríamos, a nuestros papás les valía gorro, siempre han pasado estas cosas” y demases mamadas.

Puede ser, pero ante eso, tengan estas 3 respuestas:

-Antes el mundo era muy diferente. Ni había tantos riesgos. Ni nuestros papás tenían tanta información.

-Que antes pasara, no quiere decir que está bien que ahora pase.

-Perdón, pero a mí, muuuchas veces me dijeron no, no puedes, no vas, no te doy el dinero. No era negociable y dudo mucho que a mis papás les importara si eso me traumaba. No era no. Y punto.

No se vale lavarse las manos y hacernos tontos.

Siendo que la pendejez humana es infinita y que no podemos dejar a nuestros hijos encerrados para siempre, ni estar yendo a fiscalizar cada plan al que van, lo que nos queda entonces es prepararnos para la batalla y hacer lo mejor que podamos hacer frente a esta alarmante situación ¿cómo? … esta es más o menos mi ruta crítica:

o   Tener la mayor información posible acerca del plan. Si no hay información, no hay permiso. Parte clave es saber si en esa reu hay papás alrededor (sí, efectivamente muchas veces serán papás poniendo el alcohol, pero por lo menos saber que en caso de emergencia hay un adulto (irresponsable) pero que esperemos pueda resolver si algo sucede (cruza los deditos y reza).

o   Darles la mayor información posible para navegar los planes sociales. No dejarlos ir solos, aprender a ir en grupo y a cuidar a su grupo. Contarles las historias de terror. Hablar sin cesar de los riesgos, los nos los sís,  los qué hacer en caso de.  Que tengan su cel cargado. Dar permisos con horarios adecuados dependiendo la edad: un niño de 15 no tiene nada que hacer en una fiesta a las 2 de la mañana cuando hay personas de 20. Nada. Es un accidente esperando a suceder. Tratar de palomear todos esos detalles que pueden de alguna manera ayudarlos a navegar. Llevarlos y traerlos a las reus, es una hueva pero es la mejor manera de ver, escuchar, calar y conectar.

o   No ser facilitadores. Dejar bien claro qué no es aceptable. Qué no es momento. Qué no “tienen permiso”. Por supuesto no siendo los papás que compran el alcohol para la fiesta. Ni dándoles dinero suficiente para que puedan comprarlo en donde sea. ¡Poner reglas! Tomar una postura frente a lo que se espera de ellos y lo que pensamos al respecto del consumo de cualquier cosa.

o   Desde luego predicar con el ejemplo. Si nuestros hijos crecen viéndonos chupar en toooodos los planes (o incluso solos) van a aprender que no hay manera de pasarla bien si no hay un chupe de por medio. Y ya ni hablar de que empedar con los hijos menores de edad es SIEMPRE un NO.

o   Y, finalmente, lo más importante…el diálogo.

Hablar. Hablar. Hablar. Hablar. Hablar.

Prohibir no sirve de nada y seríamos muy idiotas si pensáramos que los hijos van a seguir todas nuestras instrucciones. Los pubertos, son pubertos y necesitamos acordarnos cómo era eso de ser uno y cuántas pinches ganas tiene uno a los 16 de romper todas las reglas, tragarse al mundo y probar cualquier cosa. Sin duda. Pero recordemos también cómo cuando entendíamos las razones por las cuales algo es o no buena idea, nos frenábamos un poco. Como cuando sabíamos que nuestros papás estaban ahí, pendientes y conteniendo, no nos hacía tanta falta estar llamando (tanto) la atención; como cuando había espacio para equivocarse sin que fuera el fin del mundo teníamos menos ganas de revelarnos y como se sentía de delicioso saber que si en algún momento te equivocabas, nadie te iba a correr de la casa. Habrían consecuencias, sí, pero también espacio para regarla de vez en cuando, encontrar soluciones y hacerlo mejor la siguiente.

Lo que más queremos que nuestros hijos sepan, y desde mi punto de vista lo que más los puede “proteger” en esta nueva etapa, es saber que cuentan con nosotros (no, no para poner el chupe) para guiarlos, para acompañarlos, para contenerlos. Que se puede platicar. Que se pueden equivocar. Que efectivamente les va a ir dando curiosidad y ese día es mejor que te platiquen qué hicieron sin que tengan miedo a ser crucificados y sobre todo que tengan SIEMPRE claro que si la cagan (y la van a cagar)  nosotros somos la primera persona a la que van a llamar y pueden contar con nosotros.

El diálogo y la relación con los pubertos son importantes porque si se meten en un problema queremos ser los primeros en enterarnos, el lugar seguro a donde puedan llegar a decir: “pasó esto… ¿cómo lo puedo resolver?”.

No quiere decir estarlos salvando de sus pendejadas, quiere decir permitirles hacer algunas pendejadas y aprender a resolverlas en lugar de asesorarse con alguien incluso más pendejo. Equivocarse es la única manera de aprender y necesitamos dejarles bien claro que sí se vale y que nuestro amor no se condiciona a nada, nunca (equivocarse cada fin de semana por supuesto ya es otra cosa, no se me confundan) aunque tengan que asumir las consecuencias de sus actos.

Así que mi consejo principal es: abran las conversaciones. Todas las conversaciones.

La información es poder. Infórmense. E informen a sus hijos. Esa es siempre la mejor estrategia y la única vacuna para medio protegerlos en esta asquerosa y fantástica etapa.

Así que a informarse bien y a poner ciertos lineamientos claramente y por lo demás… pues pónganse a rezar porque de que está cabrón, sí, sí está muy cabrón, pero es lo que hay.

Para escuchar gente que sí sabe del tema, les dejo estos dos podcasts de La Burra Arisca con Regina Kuri especialista en adicciones que son un must:

¿Qué onda con el alcohol?  

¿Qué onda con los chavos y la mota? 

Y este otro episodio de La Burra Arisca con Miguel Ángel Toscano y Manuel Sánchez: Vapes + Menores de edad = Todo mal

Este libro que es una joya para entender perfectamente por qué es TAN importante cuidar el cerebro adolescente y repetirles millones de veces las razones de cualquier cosa (también existe en español)

The Teenage Brain Y la recomendación de que en cuanto tengan la oportunidad de ir a escuchar la conferencia LA FIESTA DEL SIGLO de Rudy Tercero vayan ustedes con sus parejas sin falta y manden a sus hijos, no solo la van a pasar bomba (ustedes, los hijos chance van a regañadientes porque obvio ya saben toooodo), pero les garantizo que van a aprender muchas cosas que les pueden salvar la vida, ir a escucharlo hizo que mi sobrino supiera qué hacer y le salvara la vida a un amigo que hizo una pendejada alguna vez.

Otro texto de la autora: Salirse de la Cueva

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.