Tenemos que hablar de bropiating, la violencia intelectual contra mujeres

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Les voy a contar unas historias que pueden usar para responder a la gente cuando dice que no necesitamos el feminismo porque las mujeres ya somos iguales a los hombres ante la ley o que “tenemos más privilegios”. 

(Esa gente antes creía que los tragos gratis en un bar o que te abran la puerta del carro es privilegio -esto da para otra columna-. Hoy, creen que la paridad o las cuotas lo son y ese es otro gran tema).

El punto es que en las últimas semanas me enteré de varios hombres que le han robado trabajo intelectual a un montón de mujeres. 

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Nacho de izquierda, macho se queda

El primero fue Miguel Rosas, un tiktoker que se hacía llamar Ignacio en deconstrucción y que hace contenido para hablar de feminismo desde la perspectiva de un aliado, es decir un hombre que ha entendido la necesidad del feminismo para erradicar la violencia contra las mujeres, y pues como los hombres no pueden ser feministas (ooooootra posible columna), pues se convierte en aliado de la causa.

“Excelente”, dirían algunas personas. Gran idea. Justo lo que hacía falta: un hombre hablando de lo que las mujeres llevan mucho tiempo exigiendo. Esto último lo digo con y sin sarcasmo: es necesario que los hombres (y las mujeres que no son feministas) entiendan qué es el feminismo, cuál es su lucha y qué podemos hacer todos y todas para vivir en sociedades dónde ser mujer no sea una desventaja de arranque.

Pero… El problema con toda la idea de Ignacio en deconstrucción es que se trata de un plagio… al trabajo de dos mujeres. 

Ignacio en deconstrucción surgió inspirado en Nacho progre, una caricatura de hombre (no es pleonasmo) creada por Cynthia Híjar y Carmina Warden. Esta caricatura es una sátira del macho progre: así se les dice a los hombres con ideas progresistas y de izquierda pero que con las mujeres siguen siendo bien machos. 

Lo divertido, absurdo, terrible de los machos progres es que parecen un hombre deconstruido y terminan decepcionando gacho porque son la pura finta. Como feminista, convivir con uno se siente igual que el mito de Sísifo: crees que ya llegaste a la cima de la igualdad y madres, ahí vas pa’bajo otra vez a darte cuenta que nada ha cambiado en la sociedad y que el compa intelectual, de izquierda, en contra del capitalismo, que votó por AMLO (o fundó el PRD) y leyó a Simone de Beauvoir sigue reproduciendo prácticas patriarcales como poner el cuerno en nombre del poliamor, no compartir las labores del hogar o robarse las ideas de las mujeres y capitalizarlas. 

Y pues eso último hizo Nacho-Miguel. En sus propias palabras, tras una charla en un taller con una mujer feminista, ella les preguntó si los hombres reflexionan sobre el daño que ejercen contra las mujeres. La reflexión lo impulsó a crear un lugar de acompañamiento para hombres que intentan dejar de ser violentos.

Rosas admite que creó a Nacho en deconstrucción a partir de preguntarse cómo sería el personaje de Híjar y Warden si dejara de ser violento y que quiso llevar la idea a la acción y alejarlo de sólo hacer crítica. Se armó unas cuentas en redes sociales, pegó y boom, empezaron a llamarlo desde espacios institucionales a dar talleres y cobrar por ellos.

Cynthia Híjar denunció el plagio en Twitter, y Miguel Rosas, en lugar de reconocer su violencia intelectual como un hombre deconstruido habría hecho, se dedicó a difundir mentiras como que ha buscado a Híjar para hablar del tema pero que ella no le contesta, al mismo tiempo que la bloqueaba de su redes sociales, según denunció Híjar.

También dijo que él llegó a colaborar con Cynthia y Carmina en la creación del personaje pero después tuvieron diferencias, lo cual fue negado por Híjar.

Para más cringe, ya salieron varios vatos a defender a Miguel. Argumentan que sí robó pero al menos educa. Una tuitera notó lo falaz del argumento señalando que si educara bien, estarían señalando el plagio y no defendiéndolo. 

Este caso me hizo pensar si lo que hace Miguel tiene un nombre específico, ya saben, como hoy llamamos gaslight a los hombres que te quieren hacer creer que estás loca y que alucinas la violencia que ejercen contra ti o como el mainsplaining, que ocurre cuando un hombre te quiere explicar algo aunque seas experta en el tema, porque pues él es hombre, cómo va a saber menos que tú de lo que sea.

Otra tuitera, @citlalipi, nombró a esto violencia intelectual, básicamente que alguien con privilegios se apropie de tu trabajo e ideas y ni siquiera aclare la influencia cuando recibe reconocimiento por este trabajo.

Luego vi que sí hay un nombre para esto: bropiating, es decir, que un hombre se apropie del trabajo de una mujer.

Este caso sólo crece. Tras las denuncias que Cynthia Híjar ha hecho en redes, otras mujeres denunciaron que Miguel Rosas plagió a un personaje de la Página que explica memes y la psicoterapeuta Rosalba Barrera se deslindó de él, luego de que la señalara como su colaboradora. Ella también denunció que Miguel le robó ideas.

Explotación en Marie Claire

Los otros casos trataré de explicarlos muy brevemente. Uno lo denunció Julieta Bugacoff, periodista argentina que se postuló a una vacante en un una bolsa de trabajo.

En un hilo en Twitter señaló que tras postularse, fue contactada por Nicolás Pesce Freijo quien aseguró ser el editor de la revista Marie Claire España. Le dijo que estaban sobrepasados de trabajo en la redacción y que necesitaban a alguien joven para escribir de varios temas.

Todo normal para un trabajo en medios hasta que le dijo que por “criterio editorial”, los artículos serían firmados por él. 

La precariedad laboral la hizo aceptar ese trato. En un mes redactó más de 25 artículos entre los que había algunos sobre género; todos fueron firmados por un hombre que, según exhiben sus posteos en instagram, ni siquiera puede escribir sin faltas de ortografía.

Cuando el tiempo pasó y vio que no le pagaban, Bugacoff se puso en contacto con la revista, cuyos directivos reconocieron que Nicolas Pesce trabaja ahí pero no han hecho nada por solucionar el problema: que Nicolás embauca mujeres jóvenes para que redacten sus notas, por las cuales él cobra y ellas no reciben nada.

En un tuit, Bugacoff expuso que esa es la forma en que “trabaja” Nicolás. 

Se roban un reportaje y los premian

Híjar denunció el plagio de su personaje el 5 de diciembre de 2021. Una semana después, el 13 de diciembre, la reportera Laura Jímenez, de El Universal, denunció que un grupo de reporteros y reporteras refritearon sus reportajes sobre la trata de personas a través del portal Zona Divas y ganaron el Premio Gabo, que premia lo mejor del periodismo.

Jímenez señaló que sospechaba que se habían robado su investigación pero la confirmación la tuvo cuando los galardonados la contactaron para pedirle los contactos de las mujeres que ella entrevistó, porque querían darle continuidad al tema.

Robo de fotos

El último caso es súper breve porque lo único que sé de este es que un aficionado al equipo de fútbol América, se roba fotos de los juegos que toman profesionales y las sube como suyas a Twitter.

Esta labor lo ha llevado a tener 17000 seguidores, mientras que una de las fotógrafas que denunció esta práctica apenas tiene 2700. Esto es relevante porque en este mundo, las audiencias se capitalizan y como dijo Eloisa, una de las fotógrafas agraviadas, ella invirtió en equipo, estudios en fotografía y se esforzó en tomar la foto, mientras que alguien que sólo las roba vive de eso. 

Entonces sí necesitamos todavía al feminismo y lo vamos a necesitar hasta que la igualdad esté en la mente de los hombres y no en los lineamientos de las instituciones. El día que un hombre no vea como algo posible y válido el explotar a las mujeres emocional, física, sexual o intelectualmente. 

Ese día, ya no necesitaremos feminismo. 

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