Defender a México

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Que la justicia no se aleje de las cortes

Crecemos cantando el himno nacional “mexicanos al grito de guerra” y pensamos que en la vida tendremos que sortear batallas épicas para salvar el orgullo nacional. Defender a México de cualquier extraño enemigo, envolvernos en la bandera y sacrificarnos por un bien mayor, la patria.

Hoy, nuestras fronteras no se ven vulneradas por ningún ejército extranjero, la amenaza está adentro. Necesitamos defender lo fundamental: la libertad, la legalidad y la justicia.

Defender la libertad de expresión atacada abiertamente con todo el peso del Estado, defenderla de “bots” que responden a intereses escondidos. Defender las cifras reales de muertes, de violencia, inseguridad, pobreza y desempleo. Porque, por encima de todo, por encima de la manipulación, debemos defender la verdad.

Defendernos de argumentos baratos donde el fin justifica los medios. “No robé, acepté aportaciones, colaboraciones en pro de la regeneración nacional”. “No hice mal, fui obligado por mi jefe a dispersar recursos”. “Las 23 casas no son mías, son de familiares y mi pareja o son heredadas”. “La casa blanca fue producto de mi esfuerzo”. “No es evasión, son estrategias fiscales”

Tenemos que defender la legalidad por encima de nuestros intereses.

Defender la ley y el derecho por encima de la “justicia” mediática. Defender a los jueces y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación frente al justiciero que sentencia cada mañana desde el púlpito presidencial sin ninguna consecuencia. No necesitamos una consulta popular para enjuiciar a aquellos que han infringido la ley; lo que necesitamos es defender y fortalecer la aportación de pruebas y el debido proceso.

Defendernos del mal manejo y filtraciones de los casos Lozoya y Pío López Obrador, porque más allá de exhibirlos y condenarlos en las calles, debilitan nuestra esperanza de obtener transparencia y verdadera justicia. Defendernos de una clase política que busca el manejo de la opinión pública para mantener popularidad y votos.

Defendamos al INE, a los contrapesos institucionales y a los órganos reguladores. Defendamos a las organizaciones de la sociedad civil y a la iniciativa privada. Defendámoslos de sus propios vicios y oscurantismos, pero no los debilitemos ni saquemos del mapa. Son pieza fundamental de nuestra democracia, son un seguro frente a este gobierno y frente a todos los que le sucederán.

Porque si la clase política responde y representa lo que somos como sociedad, no nos extrañemos que cada uno fije su propia definición de justicia. Y entonces no paguemos impuestos argumentando que el gobierno no los invierte bien. No nos sorprendamos cuando la justicia se aleja de las cortes y se lincha con puños, piedras y patadas en las calles argumentando “mi justicia” por encima del derecho. Defendámonos como sociedad de nuestros propios instintos de venganza.

Es momento de defender a México, defenderlo de nuestros actores políticos y de nosotros mismos. Defender el México real, no el idealizado. Y entonces sí, que retiemble en su centro la tierra.

No dejes de latir.

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