Here comes the Boogeyman!

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En una noticia realmente predecible, el ex presidente Donald Trump ha dejado saber que muy pronto anunciará si se candidateará para la reelección en el año 2024

Con la prisa de iniciar temprano su campaña electoral, es probable que el señor Trump haga pública su aspiración a la candidatura presidencial una vez pasadas las elecciones intermedias con la intención de capitalizar la erosión política del Partido Demócrata y seguir promoviendo la retórica del supuesto fraude de 2020 (y de 2022, si las condiciones se lo permiten).

Por supuesto, la posibilidad de que Donald Trump reaparezca en público como precandidato dirige la atención mediática hacia su persona; “¡allí viene el Coco!” es la reacción. Sin embargo, y disculpen la tardía referencia halloweenesca, el problema más importante que enfrentan los estadounidenses y su sistema político es que el “Coco” viene acompañado de un ejército de zombis. 

Ya refería yo, en mi columna de la semana pasada, que un amplio número de negacionistas participará como candidatos en estas elecciones intermedias y que la posibilidad de que una buena parte de ellos pueda ganar representa un alto riesgo para el sistema político. Estos, los negacionistas, son sólo un batallón de zombis a los que me refiero; son los que tienen los altavoces a la mano.

La infantería zombi, que representa un riesgo mucho más grave, sólo es parcialmente figurativa (si, sólo en referencia a su caracterización como “trepanados muertos sirvientes”). Se han vuelto a levantar las voces alertando sobre la violencia política en los Estados Unidos tras el ataque a Paul Pelosi, esposo de la líder demócrata en la Cámara de los Representantes, Nancy Pelosi, ataque del cual ella era el objetivo original. 

El 3 de noviembre de 2022, The New York Times editorializó el problema y el día de hoy la ABC publicó una encuesta realizada en conjunto con The Washington Post que indica que la violencia política es una seria preocupación para una mayoría de las y los estadounidenses. 

Y por supuesto que vienen a la mente casos aislados de violencia (como el sufrido por los Pelosi) y la potencial intimidación que electores puedan sufrir durante la jornada del próximo martes. Sin embargo, el riesgo es mayor. 

Así lo dejó en claro el testimonio de Rachel Kleinfeld (de Carnegie Endowment for International Peace) que dio, a finales de marzo de este año, ante el comité de la Cámara de Representantes que investigaba el ataque al Capitolio del 6 de enero de 2021. 

En su testimonio Kleinfeld enfatizó que desde el año 2020 hay un importante incremento en la aceptación y legitimidad del uso de la violencia como herramienta política lo que, a su vez, ha generado que grupos radicales armados en los Estados Unidos tomen una postura más abierta y políticamente más proactiva y, finalmente, que “es muy probable que la violencia se vuelva aún más común” en el futuro cercano.

La opinión de Rachel Kleinfeld no es una novedad sino una confirmación de que la violencia política ya es un peligro inminente en los Estados Unidos. Eso mismo declaraba ya la Evaluación sobre Terrorismo de Inteligencia Estratégica presentada por el Federal Bureau of Investigation en mayo del año pasado y lo confirma el reporte sobre “Extremistas Domésticos Violentos” publicado el 17 de junio pasado (que es parte de la evaluación de octubre este año). 

Este último reporte indica “elevadas tensiones alrededor de las elecciones intermedias del 2022 probablemente causarán que algunos DVEs ataquen a candidatos políticos, oficinas partidistas, jueces, eventos electorales, o trabajadores de casillas debido a su real o percibida afiliación partidista…”.

No es sensacionalismo sino la apremiante necesidad de medidas importantes de precaución lo que lleva al FBI a dirigir la atención de las agencias de seguridad nacional hacia este fenómeno en expansión. 

La posibilidad real de violencia política en los Estados Unidos es un problema con el que tendrán que lidiar ellos pero nosotros, al sur de la frontera, tendríamos que estar pendientes de sus posibles consecuencias.

Más del autor: La luz al final del túnel. La toma de posesión de Joe Biden y Kamala Harris

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