El especialista en la pandemia eres tú

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Al inicio de la pandemia, me vi inmersa en lives de instagram que garantizaban maneras, métodos y prácticas para solucionar todas las nuevas adversidades que vinieron con el coronavirus  – fuesen de orden física, emocional o de convivencia

Después de llenarme de clases en línea, actividades físicas y el famoso “voy a hacer todo lo que no me daba el tiempo antes”, entendí que no habían reales especialistas – menos en las redes sociales – para hablar con claridad sobre cómo sobrellevar lo que estábamos sintiendo, porque era la primera vez que algo así nos estaba pasando.

Las primeras semanas, me llené de optimismo e hice más de lo que había hecho en los primeros meses del año. Después, me vino la angustia, y con ello la falta de energía y las ganas de quedarme acostada porque “todos íbamos a morir de cualquier manera”. 

Pasaba una semana acompañando de cerca los números de muertos. Y otra semana evadiendo todo tipo de información, incluso las muy útiles.

¿En qué creer? ¿Qué va a pasar? Semanas de mucho trabajo. Semanas de puro Netflix. (A mí, aún me tocó un término de relación en medio a la pandemia. No necesito decir que me vino fatal el hecho de no poder juntarme con amigos). 

Mi más grande angustia era: todo ha cambiado y no sé quién seré en esa nueva realidad. Escuché opiniones de todos lados. Y me demoré mucho en entender que era más ruido mental que información valiosa. 

No vengo con esta columna a deshacerme de los especialistas en vida saludable o de los epidemiólogos. Mi idea aquí es que nos preguntemos – entre todos los consejos e ideas que nos llegan – que nos funciona a nosotros en este momento. 

Te adelanto que para descubrirlo se necesita tiempo de auto escucha – llamado también de silencio – y paciencia para ello. Y sé que eso no es fácil, ya que estamos acostumbrados como sociedad a contar con mucha información y a confiar en la opinión de un especialista antes que nuestra propia intuición. Tal vez porque esa idea de escucharse no tiene ninguna garantía o tal vez porque da más trabajo mirar para dentro que recibir una receta lista de un tercero. 

Pero créeme, aquí el primer especialista sobre lo que te hace bien eres tú mismo. 

Cómo nos decían las abuelas: confía en lo que sientes en tu panza

Es importante decir también, que no hay una única respuesta que termine de callar nuestras dudas y angustias. O que aquella que encontramos, funcionará por todos los días que vienen.

Tenemos que escucharnos constantemente y crear nuevas estrategias para nuevos sentimientos.  Hazlo.

(O no. Porque no soy tu especialista. Tú lo eres.) 

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