Demócratas vs. Republicanos: la crisis de identidad partidaria en EU, parte dos

Compartir:

- Advertisement -

La jornada electoral del próximo tres de noviembre marcará de manera trascendente el futuro político de los Estados Unidos de América, en el corto y mediano plazo. La contienda en este caso podría superar el plano de rivalidad política y tender hacia la redefinición ideológica de los partidos políticos

Pero ¿quiénes son los Republicanos y quiénes los Demócratas? Continúo con el análisis básico de los perfiles de ambos partidos, ahora toca el turno al partido Demócrata.

Los Demócratas Jacksonianos de 1830s son antepasados meramente nominales de los Demócratas contemporáneos; no hay un verdadero denominador común entre ellos. 

Durante buena parte del Siglo XIX, los Demócratas tuvieron su trinchera política en los estados del Sur, primero esclavistas y luego segregacionistas

Tras la Guerra de Secesión y hasta 1912 este partido estuvo prácticamente aislado de la política nacional (con excepción de los llamados Demócratas Borbones –liderados desde Nueva York por Grover Cleveland, quien fuera electo a la presidencia un par de veces– que se caracterizaban por su cercanía ideológica y programática con los Republicanos).

Aquellos Demócratas que, durante el Siglo XIX y principios del XX, defendían la autonomía de los estados como predecesores de la autoridad del gobierno federal, justificaron el linchamiento de la población negra, protegían el privilegio “blanco” imponiendo leyes de segregación racial y promovieron el conservadurismo social, se fragmentaron y recompusieron bajo una agenda muy diferente.

Desde 1940 el partido Demócrata acogió una agenda progresista de aumento de regulación económica por parte del gobierno federal y de defensa de derechos laborales. Si bien el llamado Siglo Americano se construyó sobre cimientos Republicanos, fue consolidado con una articulación del Estado con el mercado (que incluía un sólido complejo militar-industrial) de corte progresista-Demócrata.

Durante la década de los 60s, los Demócratas adoptaron una agenda (ciertamente trunca y en parte oportunista) de defensa de los derechos civiles de minorías como la población negra en el Sur y los migrantes. 

Además, en 1966, siendo presidente el Demócrata Lyndon B. Johnson, se estableció el programa de seguro médico público llamado Medicare, poniendo al centro de la agenda del partido la promoción y defensa del derecho al acceso de la salud a “bajo costo”.

Pero nada en política es contraste perfecto; para sobrevivir políticamente como partido nacional los Demócratas alinearon sus intereses políticos con los de las élites económicas y sociales locales, desradicalizando así su “progresismo”. 

Desde la presidencia de Bill Clinton (cuando el vocablo clave era el “bipartidismo”), los Demócratas se alejaron paulatinamente de sus bases de trabajadores y desestimaron las agendas sociales y económicas de la “América rural”.

Aún más, durante los 80s y 90s del siglo pasado, enfrentaron los graves problemas de violencia en el país promoviendo legislaciones que terminaron tanto en la encarcelación masiva (afectando especialmente a la población negra e hispana) y la privatización de parte del sistema penitenciario (legislaciones jubilosamente apoyadas por los Republicanos).

De manera tal que desde 2017 el partido demócrata ha tenido que lidiar con desafíos a su cúpula. En 2018 el senador, Barak Hussein Obama, con sólo tres años de experiencia representando al estado de Illinois desafió al establishment del partido y la candidatura de Hillary Rodham Clinton

Con la bandera de “cambio”, el senador Obama –entonces descalificado como un populista– consiguió la proeza de ganar la candidatura Demócrata y la presidencia de los Estados Unidos (no sin hacerlo acompañado por un viejo miembro del propio establishment, Joe Biden). En 2016 y 2020 los Demócratas sufrieron desafíos similares. 

Las candidaturas de Hillary Rodham Clinton (sí, de nuevo) y de Joe Biden tuvieron que enfrentar ahora un desafío externo. El senador independiente Bernie Sanders intentó tomar por asalto la candidatura del Partido Demócrata abanderando los reclamos de un gran número de estadounidenses, Demócratas y no, que tenían décadas sintiéndose relegados por el partido (incluyendo grandes grupos de trabajadores).

Irónicamente, en 2016 la pre-candidatura de Sanders pudo haber sido clave en la mala actuación electoral de Clinton y, por lo tanto, en el ascenso de Donald Trump a la presidencia estadounidense. 

En 2020 el partido Demócrata parece haberse alineado de manera más coherente detrás de la candidatura de Joe Biden, no porque éste sea un “candidato de unidad” sino por tener un objetivo común: echar de la Casa Blanca al presidente Trump.

Aún si Biden ganara la presidencia el partido Demócrata seguirá sufriendo de atrofia ideológica y programática; su sobrevivencia requerirá la inclusión de una agenda social-progresiva mucho más sólida sin dilapidar su capital como un partido nacional.

Más del autor: Republicanos vs. Demócratas: la crisis de identidad partidaria en EU, parte uno

SUSCRÍBETE A NUESTRO NEWSLETTER

Recibe las noticias más relevantes de México cada mañana, inicia tu día informado.