La judicialización de la elección presidencial en los Estados Unidos

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Desde el año 2000 no se ponía en duda el resultado de las elecciones generales ni se llevaba a juicio la resolución de una serie de controversias que podría terminar con la modificación del resultado anunciado por los medios estadounidenses. 

El estado clave para la declaración de Joe Biden y Kamala Harris como ganadores de la elección presidencial y vicepresidencial fue Pennsylvania, que les otorgó 20 votos electorales para superar la cantidad clave de 270.

Es precisamente en el estado de Pennsylvania donde se concentran, en buena medida, las batallas judiciales. El equipo legal de la campaña del presidente de Donald Trump insiste en cuestionar el conteo de buena parte de los votos recibidos por correo –especialmente aquellos que fueron recibidos dentro del margen de tres días autorizados en el contexto de la pandemia por COVID-19. Existen otros cuestionamientos menores que han sido declarados infundados por cortes locales y ya han sido desechados.

La judicialización del proceso y el cuestionamiento de los votos por correo no es una sorpresa debido a que el presidente Trump y su equipo (incluyendo el Fiscal General, William Barr) llevan meses argumentando que el voto por correo abre una ventana a un fraude masivo, sin presentar pruebas al respecto. 

La estrategia postelectoral de la campaña de Trump se concentraba en la disputa de los resultados en, además de Pennsylvania, Michigan y Wisconsin (estados clave para el resultado de la elección de 2016). Sin embargo, debido a la amplia probabilidad de que los Demócratas ganen también los estados de Arizona y Georgia, los Republicanos están teniendo que estirar sus esfuerzos legales también a esos estados.

Es importante dejar en claro que, a diferencia de los últimos 16 años, los medios han cambiado de estrategia con respecto a cantar los resultados estatales. Aún al momento de redactar esta nota los medios noticiosos no han dado los resultados de Carolina del Norte, Georgia, Alaska y Arizona (con la interesante excepción de FoxNews que cantó desde el mismo día de la elección el resultado de Arizona a favor de Joe Biden). 

Pareciera que hoy, en vez de vanagloriarse de ser los primeros en cantar resultados, se vanagloriarán por ser quienes fueron más prudentes y esperaron hasta estar completamente seguros de los resultados.

Históricamente, los medios han jugado un papel fundamental en el reporte de los resultados de elecciones presidenciales (incluyendo el ridículo sufrido por el Chicago Daily Tribune al declarar erróneamente a Thomas Dewey ganador por sobre Harry Truman en noviembre de 1948). Esto ha sido así por la ausencia de una autoridad electoral nacional especializada que certifique legalmente el resultado del conteo final

Constitucionalmente, el resultado electoral en cada estado se transforma en el nombramiento de grandes electores de igual número a los votos electorales correspondientes y estos grandes electores emiten un voto que envían en diciembre al presidente del Senado (vice-presidente en turno). 

Entonces sí, los votos totales son contados y certificados por el Congreso a principios de enero; es hasta entonces que hay un resultado oficial de las elecciones presidenciales estadounidenses. 

Es costumbre, sólo costumbre, que los resultados emanados de la jornada electoral no sean trastocados en ninguna instancia hasta su certificación final; hoy lo que impera es incertidumbre al respecto.

Sirva de colofón indicar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador se ha equivocado, bajo un halo de supuesta prudencia, al no reconocer el triunfo de Joe Biden y Kamala Harris y felicitarlos. 

No sólo es un sin sentido comparar la situación de las elecciones en México en 2006 con la situación actual en los Estados Unidos, sino que es poco realista pensar que el pronunciamiento del gobierno mexicano sobre el triunfo Demócrata pondría en riesgo de alguna manera el proceso judicial lanzado por la campaña de Donald Trump. 

Medios estadounidenses e internacionales ya han notado la ausencia de comunicado por parte del gobierno mexicano; los costos a pagar por el gobierno lopezobradorista serán pues con las opiniones públicas local e internacional.

Otro título del autor: Demócratas vs. Republicanos: la crisis de identidad partidaria en EU, parte dos

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