Por: Tere Maurer Ríos
¡Qué frustración! Vivo en Cholula, Puebla. Me vine a vacunar contra la COVID-19. Llegué a las 6 de la mañana. Me tocó formarme junto a una nopalera bajo un sol absoluto. Mientras esperábamos, vino una representante del gobierno a decirnos que siguiéramos haciendo cola porque las vacunas sí iban a alcanzar.
Resulta que después de ocho horas nos vienen a decir: “ya no hay vacunas”. No se necesita mayor preparación para organizar bien una fila contando cuántas personas se van a vacunar y avisarnos con cuántas vacunas se cuenta.
Somos personas de la tercera edad que hemos estado deshidratándonos durante ocho horas. ¿No nos dicen que hay que cuidarnos? ¿No nos dicen que no salgamos? ¿A nadie se le ocurre darnos fichas? ¿De qué se trata esto? Su solución es: “vuelve a hacer esta cola mañana a ver si te toca”.
Nos sentimos totalmente maltratados. ¿Qué pasa en este país? No tenemos derechos, no nos respetan. ¿Dónde están los derechos de las personas que todavía trabajamos para vivir? ¿Qué podemos hacer?
Me gustaría saber si hay algún encargado o responsable para poder hablar con él. Soy una persona de 70 años y siempre he dicho que el que da el consejo da el tostón. Podría tener muchas ideas.
Que nos dejen a 2,500 personas bajo el sol junto a una nopalera durante ocho horas diciéndonos que sí hay vacunas para que al final no haya, es para irles a preguntar ¿por qué después de una hora no contaron las vacunas que había e hicieron un cálculo? Soy maestra y un niño de 12 años lo podría hacer.
Seguimos aquí después de ocho horas, al rayo del sol, y queremos una explicación. Cuando quisimos hablar con el único señor que vino a decirnos que ya no había vacunas, contestó: “yo no puedo hablar con ustedes”.
Yo pago impuestos desde los 17 años. ¿Cuál es el mensaje? “Como es gratis, ni modo”. En la fila, una señora dice que cuando fue a preguntar escuchó a otra diciendo: “déjenlos en el sol para que cuando se cansen, se vayan”.
¿No valemos? ¿No valemos nada?
¿A quién podemos acudir?
