Los atajos del Dr. Gertz Manero

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México tiene uno de los sistemas de promoción pública de la ciencia y la tecnología más desarrollados en América Latina. Pero López Obrador, que ve el mundo como un top-ten en el que México figura gracias a él, no parece valorar los logros del país en términos de producción científica, formación de recursos humanos e infraestructura.

AMLO no le ve ninguna utilidad a la ciencia y la tecnología o al conocimiento especializado. Y es por ese motivo que todo recurso destinado a la promoción de estas actividades es visto por él como un privilegio inmerecido.

Álvarez-Buylla, directora del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt), es su quintacolumnista encargada de desfondar al sistema de ciencia y tecnología del país. La línea discursiva utilizada es, como todas las líneas discursivas de la 4T, muy simple: el gasto en ciencia y tecnología no ha sacado al país de la pobreza. Hoy, la comunidad científica tiene que justificar los recursos que recibe en términos de su contribución a la sociedad.

El discurso presidencial que insta al rendimiento popular de toda inversión pública tiene atractivo para muchos de sus seguidores, pero en este caso no se sostiene. Las instituciones públicas del sector de ciencia y tecnología, junto con los individuos que laboramos en ellas, fueron creadas y se han desarrollado con una misión: generar conocimiento mediante la investigación y transmitirlo mediante la enseñanza

Esa es su contribución social y todas las reglas y sistemas de incentivos bajo los que opera están destinados a maximizar la cantidad y calidad de su producción en términos de enseñanza y saber especializados.

Por eso, cuando se nos pide justificar nuestro trabajo en términos del beneficio social que ha producido, la reacción inmediata es de perplejidad. En busca de inspiración, me pregunté quiénes han realizado contribuciones de este tipo, a juicio de la autoridad. Y la respuesta vino en la figura del Dr. Alejandro Gertz Manero, fiscal general, que ingresó al Sistema Nacional de Investigadores (SNI) sin ser investigador, pues en su calidad de fiscal general no realiza actividades de investigación científica (ni de delitos, en realidad, pero ese es otro tema). Pues resulta que esa investigación que no realiza fue suficiente como para entrar directamente al nivel III del SNI, el más alto posible si no se cuenta con 30 años de actividad científica.

Gertz Manero había intentado ingresar al SNI en 2010, pero el comité de pares que evaluó su caso consideró su producción científica como insuficiente. Lo que hacemos los académicos cuando nos vemos en esa situación es trabajar duro para elevar nuestra producción. 

El Dr. Gertz prefirió litigar. El Conacyt reiteró su decisión en diversas ocasiones. Pero entonces llegó la 4T. Una comisión ad hoc volvió a revisar el caso y determinó que la escasa obra del fiscal había tenido impacto “en la creación de leyes”. Se imaginará usted que “leyes” como las leyes de la termodinámica o la ley de la conservación de la materia. Pero no. “Leyes” como en legislación. Un Nobel para el Doctor.

El SNI es un sistema de reconocimiento a la contribución científica de sus integrantes. Para quienes no somos parte del sistema de favoritismos de la 4T, llegar al nivel III requiere de un gran esfuerzo. En la comunidad científica respetamos a nuestros colegas que han conseguido ese nombramiento y aspiramos a obtenerlo. Gertz lo obtuvo sin necesidad de hacer nada. Tal vez recuerden la imagen de Roberto Madrazo, en 2007, llegando a la meta del maratón de Berlín con gesto triunfal, a pesar de haber hecho trampa al tomar un atajo. Ese es Gertz Manero.

Así, el Doctor Gertz es ahora miembro del SNI, pero no es miembro de la comunidad científica. Gracias a los buenos oficios de Álvarez-Buylla, ahora son cosas muy distintas.

Otra colaboración del autor: ¿Tenemos que hablar de López-Gatell?

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