Homenajear a nuestros muertos

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Hace tiempo que en México siembras un árbol y desentierras un muerto. Hoy, se suman 60,000 muertos más por COVID-19 a una lista de 30,000 muertos al año, por homicidios dolosos, a casi 11 asesinatos de mujeres al día en promedio y alrededor de 140 delitos diarios en contra de la libertad y la seguridad sexual, según datos del Gobierno de México.

Muertes y violaciones ajenas, muertes en tinta, en noticieros o en la tranquilidad de tu sala; hasta que te encuentra y te entierra.

Nuestra pasividad o mecanismo de defensa es alarmante. Entiendo que poco se puede hacer desde nuestro pequeño espacio protegido. Pero quizás sea momento de hacerle un homenaje a las víctimas. Como escribe Juan Carlos Aldir: “Las pérdidas en todos sentidos son monumentales, pero una vez ocurridas, lo trágico sería sufrirlas en vano”.

Un homenaje de lucha en contra de la desigualdad en México, porque la desigualdad mata. Siete de cada 10 muertos por coronavirus eran pobres y sin estudios, según el análisis publicado por el Centro Regional de Investigaciones Multidisciplinarias de la UNAM.  

Nuestro monumento a la doctora o al enfermero caído lo debemos construir pagando impuestos y no evadiendo. A nuestro gobierno, pedirle mucho más que minutos de silencio, porque su respeto frente a la tragedia debe ser el compromiso incansable de hacer valer las muertes con acciones, sin populismo, sin resentimientos, sin corrupción ni agendas políticas. Exigir plena transparencia en el manejo de los recursos. Porque una sola de las vidas que se perdieron por falta de cubrebocas y equipo médico serán una maldición difícil de borrar.

Un homenaje de perdón a todas las mujeres violentadas en este país. Un compromiso como hombres a que, día a día, nos sumemos y reaprendamos a ver la vida con perspectiva de género. Porque no somos nadie para decirles qué hacer, qué vestir, qué decir. Nuestro homenaje debe ser dar un paso a un lado, caminar junto a ellas y entender que no se trata de una lucha, sino de una reivindicación.

Entender que gran parte del problema de la trata es la demanda que existe en el mercado. Así que si quieres hacer algo, despabílate, la mujer no es mercancía. El jornalero y las trabajadoras del hogar no son esclavos, ni tú eres bueno porque las dejas comer de tu alacena.

Busca la forma de hacer homenaje y dejarle flores a las tumbas de los que han muerto bajo nuestra complicidad.

De nada sirven los homenajes años después y los tributos al soldado desconocido. No basta con 30 días de luto nacional. México no está para construir más Estelas de Luz, ni nombrar plazas con los nombres de los olvidados. Tenemos demasiados muertos, demasiadas fosas clandestinas y demasiada pobreza. Muchas deudas que pagar.

Luchar por México debe ser nuestro homenaje. Luchar contra el racismo, olvidando el discurso de ser tolerantes y entendiendo que somos iguales.

Homenajear y reivindicar a todas las víctimas del clasismo, fomentando y luchando por la movilidad social y la generación de oportunidades. No como un acto de bondad, sino como uno de justicia.

Decía Concepción Arenal que “el mejor homenaje que puede tributarse a las personas buenas es imitarlas”. Pero ¿qué pasa cuando no sabes ni su nombre? Quizás será buscar ese lugar donde los ideales siguen luchando por la humanidad y entonces imitarlos.

Reflexionar las muertes que nos mantienen vivos.

Por ellos vale la pena guardar un luto activo, por todos los que no conociste y por los otros que morirán.

@JoseiRasso

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