La purificación de la guerra y el comercio

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En los últimos días hemos podido atestiguar una serie de discursos, intensos y llamativos, alrededor de la invasión rusa a Ucrania. Especial atención se ha prestado al discurso anual (tipo informe de gobierno) ofrecido por Vladimir Putin el 20 de febrero de 2023 en el que arremetió en contra del mundo occidental y su intromisión en la “operación especial” y “defensa de nuevas repúblicas” que Rusia lleva a cabo en suelo ucraniano. 

En su discurso, Putin ha acusado a Occidente de querer destruir a Rusia y declaró la suspensión de la participación de su gobierno en el Acuerdo conocido como New START. Desde 2010 este acuerdo limita, no la cantidad de ojivas nucleares que cada país puede poseer, sino la cantidad de misiles nucleares que pueden ser desplegados y establece procedimientos de inspección mutua. 

No son claros los alcances en el corto plazo de esta suspensión pero es probable que, en el mediano plazo, genere la necesidad de volver a atraer al Kremlin a una mesa de negociación sobre límites.

Por otro lado, el presidente estadounidense, Joe Biden, visitó la ciudad de Kiev en donde refrendó su apoyo al gobierno de Volodimir Zelenskyy ataviado con 450 millones de dólares que anunció por su lado el Secretario de Estado, Anthony Blinken (sin mención alguna de los recursos aéreos que tanto ha solicitado el gobierno ucraniano). 

Es importante subrayar que esta es la primera vez que un presidente estadounidense visita una zona en conflicto sin que su país esté directamente involucrado en él y por ello tiene la connotación de haber sido una bravucona provocación que sirvió de preludio a la visita formal que Biden se encuentra haciendo en Polonia.

Pero es precisamente esta visita a Polonia la que llama mucho la atención debido al cambio de postura de Joe Biden, quien durante su campaña presidencial acusó a los gobierno polaco y húngaro de ser gobiernos totalitarios y autoritarios (que se habían vuelto comparsas en la política de Donald Trump hacia Europa)

Por un lado, el populismo conservador y autoritario de Viktor Orbán ha quedado al margen y tanto la Unión Europea como la Organización de Tratado del Atlántico Norte han tenido que reducir su exigencia de transición política en ese país. 

Por el otro, el gobierno polaco de Mateusz Morawieki ha recibido no sólo la purificación de la guerra, debido a que la invasión rusa a Ucrania lo ha convertido en un aliado imprescindible, sino también la purificación del comercio ya que el día de ayer anunció, durante la visita del mandatario estadounidense, la decisión de su gobierno de escoger a la compañía Westinghouse para que provea de la tecnología necesaria para la construcción de sus primeros tres reactores nucleares, lo que lo ha vuelto casi un amigo entrañable del señor Biden.

Aún los individuos justos, éticos y de principios tienen sus flaquezas y tienden a caer en la tentación del cortoplacismo. Sí, aquello mismo que tanto se le criticaba a Donald Trump.

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