¿Será la migración el talón de Aquiles del gobierno de Joe Biden?

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Como todo candidato a puesto público, Joe Biden hizo promesas durante su campaña; unas más fáciles y rápidas de cumplir que otras. 

En materia de migración, el entonces candidato Biden prometió, entre tantas cosas, que convocaría a una reunión regional que incluyera a los gobiernos de El Salvador, Guatemala, Honduras, México y Canadá para crear un frente multinacional para solucionar los graves problemas que generan la migración forzada del Triángulo Norte centroamericano.

Sin embargo, el gobierno estadounidense sigue sin mostrar claridad en su estrategia para lidiar con la creciente problemática que representa la migración desde el Triángulo Norte de Centroamérica

La atrofia propiciada por las políticas anti-migratorias del expresidente Donald Trump no sólo crearon un embudo legal-administrativo para el paso migratorio entre la frontera mexicana y la estadounidense, también ha generado una situación humanitaria crítica al sumar penuria a la tragedia económico-sanitaria del norte de Centroamérica. 

Bastan como ejemplo los cerca de 12,000 menores de edad que tiene en su custodia la Oficina de Salud y Servicios Humanos (HHS) estadounidense, bajo la dirección del secretario Xavier Becerra, los cuales arribaron a la frontera sin acompañante o fueron separados de sus madres o padres. 

En previsión del incremento del flujo migratorio, el gobierno estadounidense ya se prepara para ampliar su capacidad de albergue a 35,000 menores de edad. La capacidad de albergue del lado mexicano de la frontera también se encuentra rebasada

Según información de la UNICEF, el número de migrantes menores de edad reportados en la frontera norte de México ha pasado de 380 a 3,500 en los últimos tres meses (de los cuales cerca de 1,800 viajan sin acompañante); lo que ha vuelto la atención a niños y jóvenes migrantes una prioridad. 

Y el día de ayer el presidente López Obrador se reunió con parte de su gabinete y los gobernadores de los estados de Chiapas y Tabasco y acordaron  la instalación de 17 nuevos campamentos de refugio humanitario para atender a la gran cantidad de migrantes que están cruzando por la frontera sur del país y la instalación de cinco campamentos más en la frontera norte; todo esto como respuesta no sólo al embudo migratorio estadounidense sino al considerable aumento de personas intentando cruzar por territorio mexicano con destino a los Estados Unidos.

A pesar de todo esto, el gobierno de Biden ha insistido en no reconocer el problema como una crisis. El 24 de marzo pasado, el presidente estadounidense designó a Kamala Harris para liderar los esfuerzos diplomáticos con el objetivo de coordinar posibles soluciones a las condiciones de expulsión de los países del Triángulo Norte centroamericano; sin embargo, la vicepresidente Harris sólo ha realizado llamadas con los presidentes del Triángulo Norte centroamericano y de México y la visita de Ricardo Zuniga –enviado especial para el Triángulo Norte estadounidense– a la región parece sólo haber dado inicio a lo que parece será un largo y lento proceso de coordinación diplomática.

La regularización de la situación migratoria desde México y Centroamérica está siendo un proceso más complejo de lo que parece haber anticipado la administración Biden. De hecho, puede acabar siendo su talón de Aquiles y convertirse en uno de los temas ejes con miras al proceso electoral del próximo año. 

Por un lado, un grupo importante de legisladores demócratas acusan a la administración de no cumplir con sus promesas (incluyendo la ampliación del límite de admisión de refugiados de 15,000 a 62,500) y, del otro, los legisladores y el partido republicano se han lanzado al ataque especialmente en contra de la vicepresidente Harris a quien responsabilizan de la inoperancia y de la lentitud en solucionar la crisis migratoria

De esta manera, el tema migratorio se cruza políticamente con la necesidad del gobierno de Joe Biden de aprobar su plan de gasto en infraestructura por un total de dos billones de dólares

Lo más grave es que cualquier intento de resolver de raíz el problema de la expulsión forzada de la región requerirá resultados a mediano y corto plazo y, por ello, no podemos pronosticar una solución eficaz en el corto plazo.

Mientras tanto, el día de mañana el presidente Andrés Manuel López Obrador intentará venderle al gobierno estadounidense su programa agroforestal denominado Sembrando Vida como una vía para proveer recursos y aumentar la calidad de vida en la región del Triángulo Norte. 

Con tanta urgencia, quien quita es chicle y pega.

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