Las redes sociales ¿siguen benditas?

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La frase “mi gratitud a las benditas redes sociales” pronunciada por Andrés Manuel López Obrador, y aplaudida por Beatriz Müller, el día en que ganó las elecciones presidenciales aún no cumple un año, pero parece que ya se acabó el amor “de tanto usarlo”.

Andrés Manuel López Obrador, y su equipo, ya comienza a sentir lo que implica ser la principal persona responsable de un país con 79 millones de personas conectadas a internet. Una cosa muy diferente es el ejercicio en redes sociales durante una campaña -de 12 años-, desde la oposición, y otra estar a cargo de las decisiones de un país, con la obligación de dar respuesta a una alta expectativa generada por las promesas con las que fue elegido.

Lamentablemente aún no nos zafamos de las pasiones que nos movieron durante el tiempo de campaña y, peor aún, no logramos generar en redes sociales conversaciones críticas y constructivas que nos ayuden a analizar y entender el proceso de ‘transformación’, por un lado, y, por el otro, a dar seguimiento a procesos democráticos y en el marco de la Ley, como deben ser durante un gobierno legítimo.

Mientras Tatiana Clouthier acusa el incremento de bots y cuentas falsas, Beatriz Gutiérrez Müller, esposa del Presidente, asegura que ha aumentado el nivel de violencia en redes sociales. ¿No leían las redes de “AMLOVERS” antes de ser gobierno? Una mirada rápida a los contenidos que se compartían en redes sociales antes de 2018, una lectura a los mensajes que se divulgaban, le puede poner en evidencia -a la primera dama- que la ‘muerte’ a las y los priistas era uno de “los deseos” más divulgados.

Desde 2009, cuando las tácticas digitales llegaron con malas prácticas para dar resultados ‘numéricos’ las redes sociales se viciaron, con ‘huevitos’ en su primera temporada y luego con granjas de bots con personalidades falsas.

Estas cuentas manipularon tendencias, primero, y difundieron fake news después y han mantenido una dinámica continua de avivar las pasiones de amor-odio haciéndonos incapaces de leer y escuchar a quien piensa diferente y buscan provocar que reaccionemos, frecuentemente, en forma automática, con rabia y coraje.

¿Cuánta responsabilidad tiene el presidente López Obrador en la forma en que nos estamos comunicando? Mucha, y es imprescindible entender la carga de manejo del lenguaje, desde el discurso de “república amorosa”, desde las formas mismas en que él y su equipo de gobierno utilizan contra la oposición, critican sus formas y modos o dan seguimiento a sus acciones de gobierno.

Número uno, son gobierno, y han pasado a ocupar el espacio que antes otras personas ocuparon, con sus familias, con sus hijas e hijos que son observados, reconocidos, identificados, en todo espacio y lugar.

Número dos, son gobierno, luego de una campaña de muchas promesas, llegan con altas expectativas, en un marco donde lo institucional y la Ley no pueden ser obviadas porque el fin no justifica los medios.

Número tres, son gobierno. La institucionalidad requiere cumplir con responsabilidades. Ser funcionario público o legislador en funciones, no es lo mismo que administrar un cargo en campaña. Las activaciones en redes comienzan a dejar visibles espacios donde cuentas con ‘muchos’ seguidores’ pero sin enlaces reales se convierten en ‘detonadores’ de trending topic de apoyo al Presidente sin ‘mucha sustancia’ narrativa que la respalde.

No hay duda que las herramientas virtuales para redes sociales han democratizado la conversación de lo público, pero también que llevadas por las pasiones son un arma de doble filo. Que no se nos acabe el amor con las benditas redes sociales.

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