Los yerros del manejo de la pandemia

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Sin duda, reviste la mayor complejidad el reto gubernamental de enfrentar la actual pandemia en un país con las características de México. 

Somos una población de 127 millones de habitantes distribuidos en aproximadamente dos millones de kilómetros cuadrados de geografía muy diversa, en 32 entidades federativas, y formamos una sociedad marcada por una profunda desigualdad y en la que la pobreza afecta a la mayoría de los mexicanos, entre quienes además hay una alta prevalencia de desnutrición y enfermedades como obesidad, diabetes, hipertensión y otros padecimientos cardiovasculares.

Nuestro país tiene un sistema de salud precario, en permanente carencia presupuestal, con infraestructura limitada e insuficiente personal de salud, en particular de especialistas médicos. 

Asimismo, el SAR-CoV-2 es un virus nuevo sobre el que se han planteado y aún se plantean muchas interrogantes acerca de sus características infecciosas, ya que hasta el momento no existe tratamiento específico ni vacuna

Quizás el único factor favorable a México haya sido que pudo contar con más tiempo para elaborar  su estrategia y tomar en cuenta la experiencia acumulada por otros países a los que la pandemia atacó primero.

En este marco se tuvo que tomar la importante decisión de qué tipo de estrategia general sería aplicada en México, y las opciones eran básicamente dos.

Una opción consistía en la estrategia de contención, que implicaba encontrar a los primeros introductores del virus a nuestro país, mediante mecanismos de vigilancia y control en las fronteras y los puertos de entrada aéreos, terrestres o marítimos. Asimismo, además del confinamiento masivo esta estrategia también incorpora el rastreo, mediante pruebas y otros recursos, de los casos de infección y sus contactos para su debida atención y aislamiento en aras de evitar la proliferación del virus. 

Estrategias de este tipo fueron aplicadas con éxito en países como Nueva Zelanda, Vietnam, Cuba o Corea del Sur, pues lograron detener la transmisión del virus y ahora están tratando de mantener esta situación, en espera de un tratamiento o una vacuna para aplicarlos a su población. 

La segunda estrategia era no esperar la vacuna o el tratamiento y avanzar hacia la llamada inmunidad de rebaño, y fue aplicada por países como Suecia, Reino Unido —en una primera etapa— o Estados Unidos, con resultados desastrosos.

Esta estrategia, que también fue aprobada por el gobierno mexicano, consiste en lograr reducir la velocidad de la infección mediante el aplanamiento de la curva, de manera que no haya demasiada demanda de atención a enfermos y así evitar que el sistema hospitalario se sature y sea rebasado, pues de lo contrario habría graves consecuencias sanitarias y… políticas. 

Por ello, en esta estrategia lo relevante no es la aplicación de pruebas en gran escala sino sólo controlar el ritmo de los contagios y ampliar la capacidad del sistema hospitalario.

Cabe mencionar que ambas estrategias son complementadas con medidas de mitigación como higiene de manos, cierre de escuelas y distanciamiento social. Sin embargo, lo importante es que la estrategia de contención pone el acento en evitar la proliferación de  contagios, en tanto que la estrategia de inmunidad de rebaño lo pone en controlar el ritmo de los mismos. 

Mientras la primera estrategia implica buscar a los infectados y a sus contactos y para ello se aplican  pruebas de manera masiva, la segunda estrategia no busca a los infectados sino que incide en el ritmo de infección y espera a los enfermos para atenderlos en un sistema hospitalario con capacidad ampliada. Sin duda, sostienen los defensores de esta segunda estrategia, habrá una cuota de fallecimientos pero al final se logrará la inmunidad de rebaño, con lo que la pandemia habría sido controlada y se tendrá un ahorro presupuestal considerable al no gastar en la aplicación de millones de pruebas.

Las malas noticias llegaron cuando España, un país castigado duramente por la pandemia, inició el fin del confinamiento. Las autoridades españolas dieron a conocer un estudio que  reporta que sólo el cinco por ciento de la población había logrado inmunidad. Otros países dieron cifras parecidas. 

Por si esto no fuera suficientemente desalentador, pues para lograr la inmunidad de rebaño se tiene que alcanzar la inmunidad de aproximadamente el 60-70% de la población, ahora está claro que esta estrategia implica pagar una elevada cuota de fallecimientos y, además, todavía no hay certeza sobre la duración de la inmunidad por lo que continúan las investigaciones al respecto.

A este error de optar por la estrategia de inmunidad de rebaño y no por la de contención, se deben añadir otros yerros señalados por muy diversas voces de organismos internacionales, instituciones de investigación, especialistas o simples ciudadanos. 

La lista de yerros es larga, por lo que sólo como ilustración mencionaré los siguientes: reacción tardía en la elaboración y aprobación de la estrategia para combatir la pandemia; subestimación inicial del peligro que representaba la pandemia; frecuentes actitudes del presidente de no respetar las recomendaciones sanitarias de su propio gobierno y de festinar con demasiada anticipación (“ya domamos la pandemia”); mensajes contradictorios entre el presidente y el subsecretario Hugo López Gatell; instalación tardía del Consejo de Salubridad General y poca importancia dada al mismo en la toma de decisiones; falta de un mecanismo de coordinación real y efectiva con los gobiernos de las entidades federativas; persistente tardanza en el suministro de equipo al personal médico; falta de previsión y urgencias en la adquisición de equipo técnico como ventiladores; directrices equivocadas en el inicio de la pandemia (“quédate en tu casa hasta que tengas síntomas graves como fiebre y tos seca”); falta de transparencia en la construcción y procesamiento de datos; inconsistencias en los datos sobre el avance de la pandemia y sucesivos pronósticos errados sobre el pico, la duración y el número de fallecimientos; reconocido subregistro en el número de infectados y fallecidos; insuficiente capacitación al personal médico recientemente contratado y elevada deserción del mismo.

No obstante, destaca como uno de los yerros más importantes en este manejo errático de la pandemia la salida anticipada del confinamiento, precisamente en la etapa que registra el mayor número de contagios y fallecimientos, lo que al parecer no tiene explicación desde la perspectiva sanitaria, aunque pudiera tenerla desde los intereses económicos y políticos nacionales y extranjeros.

Optar por la estrategia de inmunidad de rebaño fue un error que no reconocerá este gobierno, pues al parecer está incapacitado para el ejercicio autocrítico y la rectificación de errores, ya que asume a toda crítica como un ataque orquestado por “adversarios” “conservadores” con siniestros propósitos “golpistas”, y no como una oportunidad de aprender, enmendar decisiones equivocadas y evitar un mayor número de muertes.

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